Inquietud por el bosque

Inquietud por el bosque

“SELVA DE LAURELES DE TUCUMÁN”. Una ilustración de Adolfo Methfessel en las “Vues pittoresques” de 1881. LA GACETA / ARCHIVO. “SELVA DE LAURELES DE TUCUMÁN”. Una ilustración de Adolfo Methfessel en las “Vues pittoresques” de 1881. LA GACETA / ARCHIVO.
No es muy conocido el hecho de que, casi un siglo y medio atrás, ya hubo quienes dieran la voz de alarma por la abundante tala de nuestros bosques. En 1876, un viajero porteño publicó, sin firma, el folleto “Reminiscencias de un viaje de Buenos Aires a Tucumán”. Expresaba allí que cuidó de informarse “si está reglamentado el corte de la selva, y he sabido con sentimiento que hasta ahora nada se ha hecho al respecto”.

Consideraba que no podía ignorarse que “los árboles, colosos de la vegetación como se les llama y acontece en Tucumán, forman bosques, verdaderos ornatos del Globo, y lo protegen contra la desecación de que está amenazado en todas partes”. Sin bosques en las montañas y quebradas, no era posible en las llanuras esa humedad provechosa que otorga la fertilidad.

Recordaba que Francia, Alemania y Rusia, “preocupadas de ver privados sus territorios de tantas ventajas, han establecido corporaciones científicas de ingenieros de montes, y establecido sistemas para estimular las plantaciones de bosques y la conservación de los existentes”. Consideraba que el programa de “estímulos y recompensas” era “más ventajoso que el restrictivo, ensayado en Francia”.

Afirmaba que “es de deplorar que la autoridad general, en los terrenos nacionales, o las particulares de las provincias en los bosques de su localidad, no se hayan preocupado de un asunto de tan vital importancia”. Y como consecuencia de esto, expresaba, “los bosques, tanto los inmediatos a las ciudades como los de los caminos de la República, se cortan sin método y sin discreción”.

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