01 Octubre 2015
“Lo llevamos a mi papá en silla de ruedas y lo trajimos en un cajón”, dijo con la voz ahogada Luis Eduardo Décima Fariñas. A su padre, Rubén Héctor Décima, lo encontraron muerto en el techo del ascensor de un geriátrico hace dos meses. “Nadie nos dio explicaciones”, aseguró el hijo.
Rubén tenía 70 años y le habían diagnosticado la presencia de un tumor en la cabeza que le afectaba la motricidad y el habla. Como su esposa no podía manejarlo, la familia había decidido internarlo en un geriátrico. Por eso, aproximadamente cuatro meses antes de su muerte, el hombre había llegado a una institución que funciona en avenida Mate de Luna al 2.800.
La última vez que Luis vio con vida a su papá fue el sábado 1 de agosto a la tarde, cuando fue a visitarlo. A la mañana siguiente recibió un llamado telefónico alarmante: “me decían que mi papá había tenido un accidente en el geriátrico”. Luis corrió hacia la institución, pero no había nada que hacer, su padre estaba muerto.
La familia Décima denunció el hecho en la Fiscalía de Instrucción de la VII° Nominación, a cargo de Arnoldo Suasnábar, pero jamás lo citaron para declarar. “Hicimos presentaciones en tribunales y todavía nadie nos sabe explicar nada”, se quejó el hombre.
En el geriátrico tampoco le dieron explicaciones, según señaló Luis. “El accidente fue el 2 de agosto y hasta el día de hoy no me atiende el dueño del geriátrico. ¿Quién me explica qué le ha pasado a mi papá? Tenemos mucha bronca y queremos que descanse tranquilo”, expresó.
Un día después del hecho, un equipo periodístico de este diario se había acercado al geriátrico, pero dos empleadas respondieron que las autoridades no iban a hacer declaraciones al respecto. Fuentes policiales afirmaron que Defensa Civil realizó una inspección, y que habría informado que el ascensor no estaba en condiciones para funcionar. En la Fiscalía sólo dijeron que el caso fue caratulado como una muerte dudosa.
Rubén tenía 70 años y le habían diagnosticado la presencia de un tumor en la cabeza que le afectaba la motricidad y el habla. Como su esposa no podía manejarlo, la familia había decidido internarlo en un geriátrico. Por eso, aproximadamente cuatro meses antes de su muerte, el hombre había llegado a una institución que funciona en avenida Mate de Luna al 2.800.
La última vez que Luis vio con vida a su papá fue el sábado 1 de agosto a la tarde, cuando fue a visitarlo. A la mañana siguiente recibió un llamado telefónico alarmante: “me decían que mi papá había tenido un accidente en el geriátrico”. Luis corrió hacia la institución, pero no había nada que hacer, su padre estaba muerto.
La familia Décima denunció el hecho en la Fiscalía de Instrucción de la VII° Nominación, a cargo de Arnoldo Suasnábar, pero jamás lo citaron para declarar. “Hicimos presentaciones en tribunales y todavía nadie nos sabe explicar nada”, se quejó el hombre.
En el geriátrico tampoco le dieron explicaciones, según señaló Luis. “El accidente fue el 2 de agosto y hasta el día de hoy no me atiende el dueño del geriátrico. ¿Quién me explica qué le ha pasado a mi papá? Tenemos mucha bronca y queremos que descanse tranquilo”, expresó.
Un día después del hecho, un equipo periodístico de este diario se había acercado al geriátrico, pero dos empleadas respondieron que las autoridades no iban a hacer declaraciones al respecto. Fuentes policiales afirmaron que Defensa Civil realizó una inspección, y que habría informado que el ascensor no estaba en condiciones para funcionar. En la Fiscalía sólo dijeron que el caso fue caratulado como una muerte dudosa.
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