40 años: llegó la hora de ponerse al día con uno mismo

40 años: llegó la hora de ponerse al día con uno mismo

La “crisis de los 40” ya es un mito, dicen los expertos. Ahora, como consecuencia del aumento en la expectativa de vida, se convirtió en el momento ideal para plantearse cambios y para disfrutar más del día a día, sin tantas presiones.

BIEN PLANTADA. Soledad dice que a los 40 hubo un antes y un después. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO BIEN PLANTADA. Soledad dice que a los 40 hubo un antes y un después. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO
Posta que ya te dolió alguna vez la espalda. Que alguien ya te trató de “señor” o “señora”. Que aquella noche que ibas a salir con tus amigos o amigas optaste por ponerte lo más cómodo, aunque no fuera lo más sexy. Que no pasa nada si estás cansado y listo para ir a la cama a las 9.

Posta que si sentiste alguna vez esto, estás pisando los 40. O no hace mucho que entraste a la cuarta década, una etapa en la que es mejor asumir que no fuiste ni serás el futbolista talentoso ni la gran bailarina. Pero tampoco hay que tirarse tan abajo. Hoy los 40 no son para nada un momento de la vida para deprimirse. Según los expertos, es la hora ideal para ponerse al día con uno mismo: de decir “es tiempo de disfrutar lo que me gusta, de tomarme las cosas con más tranquilidad, de darle espacio a eso que tengo pendiente, de buscar equilibrios”.

Los 40 de hoy no son los mismo de hace tres o cuatro décadas. Que haya aumentado la esperanza de vida es la principal causa de este fenómeno. Veamos los números: hasta 1914 la expectativa de vida de un tucumano al nacer era de 48,5 años, mientras que en la actualidad es de 78 años para las mujeres y 72,5 para los hombres.

Pasando en limpio: hasta no hace mucho a los 40 uno era abuelo y transitaba la última etapa de su existencia; hoy se experimenta esta edad “en el mediodía de la vida”. “En la cuarta década se puede estar empezando a ser mamá o papá, estudiando un posgrado o jugando a la play station. Hay de todo”, resalta Marina Vicentín. Cumplió 40 hace un mes y este año fue muy especial para ella porque tuvo su primer hijo.

Instalada en Buenos Aires hace tiempo, la tucumana cuenta que a su edad su abuela ya era abuela. “Cuando se acercaban mis 40 sí me planteé que quería ser mamá. Solo eso. Después, me gusta que nada esté totalmente resuelto en mi vida todavía. Estoy convencida de que lo que importa no es la edad sino la actitud”, resume la diseñadora gráfica.

Mitos

La crisis de los 40 es un mito, coinciden los especialistas. Ahora es más bien una etapa de cambios. “Generalmente, cuando cumplís con un cero final, algo te planteás: para dónde voy, qué quiero hacer”, cuenta Marina. Muchos de estos planteos, según el psicólogo Arturo Gómez López, tienen que ver más bien con una leyenda urbana: “hay ciertas edades acerca de las cuales la sociocultura ha construido mojones, como si hubiera que señalarlas y decir ‘aquí están estos 40 años’. Cuando uno hace esto, por lo general, es para tomarlo como referencia y hacer una mirada hacia atrás y otra hacia adelante”.

A la consulta de Gómez López llegan cuarentones con una sensación de alarma de lo pendiente. “La cuestión de fondo que más se nota en los consultantes de entre 40 y 50 años es el gran cambio en el valor subjetivo del tiempo. Empieza a hacerse claro, consciente y evidente que es más largo el tiempo ya vivido que el que queda por vivir; entonces parecen ser inevitables los replanteos. Empiezan a aparecer las fantasías de las últimas oportunidades de muchas cosas: se organizan viajes, se compran cosas, se hacen fiestas, estudian, se dedican a hobbies... en fin, es como si hiciera falta empezar a cumplir viejos deseos o a terminar cosas inconclusas ‘porque ya no habrá más oportunidades de hacerlo’. Esto incluye naturalmente la posibilidad de separaciones y divorcios, cuando la relación está demasiado desgastada y el cónyuge es visto como un obstáculo para la concreción de estas metas, que tienen la carga emocional adicional del ahora o nunca”, describe.

No hay recetas para atravesar esta etapa de la vida por la que están pasando unos 90.000 tucumanos (según cifras del censo). Pero sí hay una actitud que cambia las cosas, dicen los expertos: “asumirse y tratar de estar lo mejor posible con uno mismo”. (Y también buscar un buen peluquero, un psicólogo y aceptar que el talle bajo de los pantalones es sinónimo de “no te compres esa prenda”, bromea Marina).

El lado bueno del mediodía de la vida

Al escritor Sergio Sinay, autor de “ El discreto encanto de la madurez”, le gusta comparar la vida como si fuera un día común de una persona cualquiera. Así define que en la mañana es el momento en que nos despertamos y empezamos a correr en distintas direcciones para cumplir con las tareas, los trámites, las obligaciones y los compromisos ineludibles y agobiantes.

Cuando pasamos la línea del mediodía -esto es entrando en la cuarentena- si bien todavía quedan obligaciones por cumplir, empiezan a aparecer las actividades, los encuentros y los ritmos elegidos, describe.

“Así es, exactamente igual, la vida. En la mañana y hasta el mediodía debemos atender cuestiones que están más relacionadas con expectativas ajenas (sociales, familiares) que propias. Hay que estudiar, definir carreras y oficios, casarse, tener hijos, formar una familia, asegurarse un futuro. Después de los 40 hacemos más cosas por elección. Aparecen las vocaciones ocultas, aquello que se había postergado. Y mucha gente empieza a tomar su profesión u oficio de otra manera para poder disfrutarla. No faltan incluso los que le dan un timonazo a sus vidas”, explica durante la entrevista con LA GACETA.

“Llamarle a los 40 el mediodía de la vida nos permite ver con perspectiva, lejos de sentir que a esa edad nos estamos apagando, que empezamos a retroceder”, resalta. Sinay aconseja que no es bueno entrar en crisis e intentar volver el tiempo atrás: hacer lo que tendría que haber hecho de adolescente y no pudo, por ejemplo. “Es como tratar de retroceder por una escalera mecánica que sube. Es imposible. Hay que fluir, avanzar hacia un espacio de mayor libertad, de mayor elección y madurez, integrando las experiencias”, sugiere. “A veces uno quiere congelar una imagen y vive aterrorizado por los años que vendrán. Al tiempo hay que acompañarlo, no tratar de escaparse de él”, concluye.

Soledad Valenzuela (43 años)
Más madura, más serena y cumpliendo sueños


“No sentí que cumplir 40 fuera a cambiarme la vida. Sí creo que me dio la posibilidad de crecer, de darle a cada cosa su real dimensión, de aceptarme como soy y de disfrutar más cada momento de la vida”, resalta la actriz Soledad Valenzuela. Confiesa que tuvo una crisis que empezó dos años antes de entrar a la cuarta década. “No tuvo que ver con el miedo al deterioro físico sino con replantearme cómo hubiese sido mi vida si las decisiones hubieran sido otras, si me hubiera tomado más tiempo para mi carrera, si hubiera esperado un poco más para casarme o para tener hijos”, explica. Los 40 sí marcaron un antes y un después en su vida. “Me sirvieron para reaprender, para reconocerme y recomenzar. Esta etapa que estoy transitando me encuentra llena de proyectos, más madura, más serena y cumpliendo muchos sueños que tenía a los 20”, dice, antes de develar que empezará a estudiar canto.

Cecilia Paliza (43 años)
“La etapa ideal para ver el vaso medio lleno”

“Cumplir 40 años significó sentir que ya estaba parada en la mitad de mi vida. Fue sentir que llegué a la cima desde donde puedo ver todo lo sembrado hasta el momento en afectos, vislumbrar quizás personas que quedaron en el camino pero que significaron mucho para mí y de alguna manera agarraron mi mano para guiarme hacia mi destino”, cuenta la cantante Cecilia Paliza. “Ahora, que estoy en la etapa de la señora de las cuatro décadas, puedo decir que me siento con todas las armas que debo tener para continuar soñando, creciendo y realizándome”, añade. Y desde su experiencia, Cecilia se anima a dar consejos: “es una edad ideal para parar de repente y mirar atrás, animarse a reír todo el día, a ver el vaso medio lleno, a disfrutar del amor, y a emprender un nuevo sueño. Resalta que no le queda “nada pendiente” porque hace día a día lo que esté a su alcance para ser feliz.

Sandro Pereira (41 años)
Con los pies puestos en el presente


“Cumplir 40 años fue una abundante gratitud. Con el tiempo aprendí que cuando hay crisis eso significa una oportunidad para cambiar y todo cambio es natural. Admito que cumplir 40 años me hizo una persona que actúa con los pies bien puestos en el presente. Creo que es una edad para plantarse; que hay que escuchar la sabiduría del corazón, que nos indica cuándo actuar y cuándo estar quieto”, resalta el artista plástico Sandro Pereira, de 41 años, autor del reconocido monumento al sánguche de milanesa. Los planteos en su vida comenzaron antes de entrar a la cuarta década, precisamente cuando nació su hijo Juan Aureliano, en 2008. Entre otros cambios, Sandro volvió a vivir a su provincia natal (antes había estado radicado en Buenos Aires, perfeccionándose), proyectó un programa de formación artística, se volvió muy respetuoso de la naturaleza y dejó de comer carne.

Tony Molteni (47 años)
“Me tomo todo con más calma”

“Los 40 años me agarraron muy bien parado, feliz de hacer lo que me gusta. El camino del rock es muy largo y duro; está lleno de sinsabores. Pero amo lo que hago”, confiesa Tony Molteni, cantante de Karma Sudaka. Un día tuvo que levantarse y tomar la decisión de su vida: que iba a dedicarse de lleno a la música. Eso implicaba abandonar su carrera de arquitectura y enfrentarse a los que le desaconsejaban ese camino. No fue fácil: mientras sacrificaba sus madrugadas en escenarios y ensayos, se levantaba temprano para dar clases particulares de matemáticas. Así estuvo varios años para subsistir (no es fácil vivir del rock, aclara). Entrar a la cuarta década lo cambió: “vivo sin presión y ya no estoy pendiente del éxito. Sigo tocando, recorriendo escenarios. Si vienen cosas mejores buenísimo. Y si no, igual soy feliz. Me gusta parar la moto y disfrutar de las cosas que voy haciendo, me tomo todo con más calma”, dice.

¿Qué nos pasa en el cuerpo a los 40?


Desciende la masa muscular y se acumula más grasa. Las mujeres están en las últimas etapas de ovulación, por lo que se tiende a producir una alteración hormonal. Hay más arrugas: por la acumulación de la radiación solar, se rompen los puentes de colágeno y la piel se ve menos tersa. Los cambios metabólicos causan que suba el colesterol malo. Pero no hay que asustarse ni entrar en la crisis de la juventud perdida. La tendencia actual es llegar a esta edad en forma saludable.

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