La declinación del buitre, “el gran limpiador”, altera los ecosistemas

La declinación del buitre, “el gran limpiador”, altera los ecosistemas

Los carroñeros juegan un rol esencial en la “limpieza” de cadáveres de otros animales.

ÁFRICA. Pese a la bucólica imagen de cebras en el río Mara, expertos advierten que el cauce no está limpio. THE NEW YORK TIMES  / BEN C. SOLOMON ÁFRICA. Pese a la bucólica imagen de cebras en el río Mara, expertos advierten que el cauce no está limpio. THE NEW YORK TIMES / BEN C. SOLOMON
13 Septiembre 2015
Marc Santora / The New Yor Times

RESERVA NACIONAL MASÁI MARA, Kenia - Cada verano, 500.000 ñus (antílopes de Africa) mueren durante la traicionera migración desde el Parque Nacional Serengueti en Tanzania hacia la Reserva Nacional Masái Mara en Kenia. Y con la muerte llegan los carroñeros, ninguno más importante que el buitre.

Pero las aves que alguna vez se daban un banquete con esa mala fortuna, los conserjes que limpian las llanuras cubiertas de hierba, están colapsando; es parte de una declinación más amplia en las poblaciones de buitres que trastoca los ecosistemas e ilustra cuán trascendentales pueden ser los efectos de la cacería furtiva, el envenenamiento y otras intervenciones humanas.

“El panorama mundial para los buitres es abismal”, dijo Darcy Ogada, director asistente de programas africanos en el Peregrine Fund, organización dedicada a salvar las aves de presa.

En el primer estudio importante sobre la declinación a lo largo de 30 años de los buitres panafricanos, Ogada y otros científicos encontraron que las poblaciones de ocho especies de buitres habían declinado un promedio de 62 %. Siete de esas especies habían declinado en una tasa del 80% o más en tres generaciones, según el estudio, publicado este verano en la revista especializada Conservation Letters.

En algunas partes de África, los buitres son blanco de cazadores furtivos que envenenan los cadáveres con la esperanza de matar a las aves para que no sobrevuelen en círculo y pongan en alerta a los vigilantes de los parques. Un buitre puede detectar un elefante muerto en menos de 30 minutos, pero a un cazador puede llevarle más de una hora cercenarle los colmillos de marfil. Sin buitres no hay advertencias.

Aquí en el Mara, uno de los mayores bastiones naturales que quedan en el planeta, los buitres no son el blanco directo pero son las víctimas no intencionales del envenenamiento de los cadáveres destinado a matar a los grandes carnívoros, como las hienas, en un esfuerzo por proteger al ganado.

En toda África, las amenazas a la vida silvestre abundan, pero la atención se enfoca en los animales majestuosos de la sabana, como los leones y los elefantes. Los buitres no aparecen en las tarjetas postales bonitas, y las autoridades locales no dan abasto tratando de proteger a los animales que los turistas vienen a ver.

“Todos se olvidan de la Betty la Fea de este mundo”, dijo Munir Z. Virani, quien dirige los programas para África y el sur de Asia para el Peregrine Fund. “Las autoridades nos dicen que están tan ocupadas trabajando en la protección de los elefantes y los rinocerontes y otros animales que cuando se trata de los buitres, están exhaustas”.

Anthony Ole Tira, quien es masái y se crió en estas tierras y ahora es copropietario del Matira Bush Camp en el corazón de la reserva, estaba de pie al lado de un cruce en el río y señaló a veintenas de cadáveres en descomposición. Una semana antes, 900.000 ñus se habían lanzado al río presas del pánico. Miles quedaron atrapados y murieron. Eso era normal. Que permanecieran los restos no lo era.

“Hace 10 años, esto habría estado limpio para este momento”, dijo. “Hay muchos lugares a lo largo del río Mara que no están tan limpios como antes porque no hay suficientes buitres”.

Los investigadores dicen que han visto lo que sucede a un ecosistema cuando desaparecen los buitres. En 2000, Virani fue a India, donde los buitres estaban muriendo en grandes cantidades pero nadie sabía por qué. “Dondequiera que iba, había buitres muertos. Pero sus restos estaban en buen estado”.

El hombre depredador

La hipótesis inicial era algún tipo de enfermedad infecciosa detrás de las muertes. Pronto se volvió claro que eran provocadas por el hombre. Un analgésico ampliamente usado para tratar al ganado estaba envenenando a las aves que se alimentaban de sus cadáveres. Un cadáver con el analgésico en su sistema podía envenenar a cientos de aves, dijo Virani, y para 2006, cuando el analgésico fue prohibido oficialmente, la población de buitres ya había declinado en 97 %.

En el mismo período, hubo un drástico aumento en los casos de rabia en India, pues los perros vagabundos estaban aprovechándose de la declinación en los buitres y a menudo propagaban la enfermedad a los humanos.

A lo largo de decenas de millones de años, los buitres han evolucionado para ser los limpiadores más eficientes en el mundo natural. Debido a sus jugos gástricos altamente ácidos, pueden comer carne infectada con una variedad de enfermedades sin contagiarse. Cuando se dan un festín con carne enferma, limpiando el cadáver, ponen fin a la amenaza de una infección más amplia. Pero una vez que los buitres son eliminados del cielo, son muy difíciles de reincorporar.

En Arizona, California y Utah, el Peregrine Fund ha estado trabajando por años para reincorporar al cóndor de California, críticamente en peligro de extinción, que para 1987 casi había desaparecido por completo por envenenamiento con plomo, quedando menos de dos docenas de aves. Casi tres décadas después, hay alrededor de 400, poco menos de la mitad de ellos en cautiverio. En África, Virani espera que pueda frenarse la declinación de la población y revertirse antes de que alcance la situación crítica encontrada en India y otras partes del mundo.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios