Los refugiados se apiñan en la estación de trenes de Budapest

Los refugiados se apiñan en la estación de trenes de Budapest

El Gobierno de Hungría continua sin autorizar el viaje de unos 3.000 inmigrantes

03 Septiembre 2015

Kathrin Lauer - Agencia DPA

BUDAPEST.- Hadi está sentado sobre una manta y mira apático hacia la penumbra de la entreplanta que une la estación de trenes del Este de Budapest con la de metro. El pequeño de tres años procedente de Damasco tiene síndrome de Down, cuenta su madre, Rasha. “Mi hijo está muy cansado”, añade. A Hadi tiene que verlo un médico, pero eso es impensable en estos momentos. La familia de seis miembros, también su hermano de seis años, quiere llegar a Suecia lo antes posible, donde los esperan otros familiares.

Al igual que la mayoría de los cerca de 3.000 refugiados varados en la estación del Este de Budapest, ya han comprado billetes de tren con destino a Munich. Pero no los pueden utilizar, porque las autoridades han vuelto a impedir a los refugiados que tomen los trenes hacia el oeste, basándose en la normativa europea que contempla que los refugiados deben solicitar asilo en el país al que llegan.

Distinta fue la situación el lunes, cuando Budapest interrumpió los controles durante un breve período de tiempo y miles de refugiados pudieron viajar en tren hacia el Oeste. Ahora, los inmigrantes que quedan en Budapest esperan obtener otra vía libre. Mientras tanto, aguardan sentados, tumbados, de cuclillas.

Algunos han levantado pequeñas tiendas de campaña, pero la mayoría sólo tiene unas finas mantas que ha colocado sobre el suelo. Otros ni siquiera eso y sólo les queda el piso desnudo.

Entre ellos hay muchos niños y bebés y también gente en sillas de ruedas. Por todas partes cuelga ropa para secar. La ciudad ha instalado una pequeña toma de agua en el lugar para toda esa gente y sólo cuatro servicios móviles y el aire está cargado.

Largas filas se forman ante el cuartel provisional de la organización de voluntarios “Migration Aid”, que reparten comida y ropa. En cuanto se abre la puerta se ve por momentos un enorme montón de ropa revuelta. La organización está desesperadamente desbordada. Las autoridades húngaras se habían limitado hasta ahora a vigilar el edificio de la estación de trenes, pero el Parlamento de la ciudad decidió instalar al lado de la estación un campamento que acogerá hasta mil refugiados.

“No es nuestra tarea pero lo hacemos por motivos de conciencia, tenemos que superar la situación para nuestra propia seguridad”, dijo el alcalde, Istvan Tarlos, cercano al primer ministro, el nacionalista de derecha Viktor Orban.

Lo dice como una especie de disculpa ante sus electores por hacer algo por los refugiados. Porque hasta ahora el gobierno ha llevado a cabo una agresiva campaña contra la inmigración y ha levantado una valla de cuatro metros de altura en la frontera con Serbia, desde donde llega la mayoría que quiere continuar viaje hasta Europa central y del norte. Pese a ello, muchos lo consiguen: sólo el martes lograron superarla más de 2.000.

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En el puerto de Calais, más protestas para entrar al Reino Unido

Cientos de inmigrantes tomaron durante las vías ferroviarias de alta velocidad que unen París con Londres cerca del puerto francés de Calais, lo que dejó a miles de pasajeros del Eurostar varados en los trenes durante horas. Los inmigrantes tomaron las vías alrededor de la estación de Calais-Frethun, el último objetivo de quienes intentan llegar a Reino Unido, obligando al operador ferroviario francés SNCF a detener el servicio cerca de la entrada del Eurotúnel. Entre 3.000 y 4.000 inmigrantes procedentes de Oriente Medio, Asia y África viven en campamentos cerca de Calais, esquivando a la policía mientras intentan abordar trenes y camiones que se dirigen a Reino Unido a través del túnel o en ferrys.

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