03 Septiembre 2015
FICCIÓN Y REALIDAD. Channing Tatum fue stripper en la vida real.
MAGIC MIKE XXL
Antes de ser un actor reconocido y bien pago, Channing Tatum se ganó la vida en las noches calientes de los bares para mujeres repletos de strippers masculinos bajo el seudónimo Chan Crawford. Dejó esa vida tiempo antes de que su cara y su físico comenzaran a ser conocidos en la pantalla grande.
Esa etapa del destacado multideportista de colegio secundario (jugaba al fútbol americano y al béisbol, y hacía artes marciales) fue revelada por la revista US Weekly; Tatum lo admitió en 2010 en un diario australiano, cuando se refirió a su inicio artístico como bailarín erótico.
Pero el pasado es difícil de olvidar tanto en la realidad como en la ficción, y vuelve cada tanto como en “Magic Mike XXL”, la secuela de una muy exitosa y elogiada película filmada hace tres años sobre jóvenes que satisfacen visualmente las aspiraciones de mujeres ardientes con gimnásticos contorneos eróticos.
El Mike de los dos filmes se retiró y montó una pequeña fábrica para hacer y reparar muebles de madera. Le va tan mal como a sus musculosos ex socios de escenario, pretenciosamente llamados Los Reyes de Tampa (Tatum vivió allí durante su adolescencia), quienes lo convencen de volver a la vieja profesión mediante algún engaño inocente, aunque sea en una función despedida. Para ellos, su compañero es una tabla de salvación tan firme como sus respectivos abdómenes. “No se sabes qué cosas he hecho por 50 dólares”, confiesa el regresado.
Antes de la actuación, el grupo se dedica a practicar nuevos movimientos para deslumbrar a rivales y al público, mientras que los amores concretados, frustrados o posibles se van sucediendo en la historia.
Steven Soderbergh fue el director de la primera aparición de estos simpáticos personajes y no se desentiende del todo de la segunda: ahora se encarga de la fotografía, del montaje y de la producción ejecutiva, roles donde puede desarrollar su talento. Le delegó la mayor responsabilidad a su habitual asistente de dirección, Gregory Jacobs, de quien se supo que tuvo tantos problemas como los que enfrentan los desnudistas en el guión, aunque logró construir escenas que cumplen con su objetivo de obtener sonrisas pícaras y cómplices del público.
Todo indica que poco queda del contexto social y político que motivó la entrega inicial y que ahora se privilegia la exhibición de los cuerpos antes que de las emociones. Pero en una y otra está Tatum, motivo suficiente para sus seguidoras al tiempo de justificar la compra de la entrada.
Antes de ser un actor reconocido y bien pago, Channing Tatum se ganó la vida en las noches calientes de los bares para mujeres repletos de strippers masculinos bajo el seudónimo Chan Crawford. Dejó esa vida tiempo antes de que su cara y su físico comenzaran a ser conocidos en la pantalla grande.
Esa etapa del destacado multideportista de colegio secundario (jugaba al fútbol americano y al béisbol, y hacía artes marciales) fue revelada por la revista US Weekly; Tatum lo admitió en 2010 en un diario australiano, cuando se refirió a su inicio artístico como bailarín erótico.
Pero el pasado es difícil de olvidar tanto en la realidad como en la ficción, y vuelve cada tanto como en “Magic Mike XXL”, la secuela de una muy exitosa y elogiada película filmada hace tres años sobre jóvenes que satisfacen visualmente las aspiraciones de mujeres ardientes con gimnásticos contorneos eróticos.
El Mike de los dos filmes se retiró y montó una pequeña fábrica para hacer y reparar muebles de madera. Le va tan mal como a sus musculosos ex socios de escenario, pretenciosamente llamados Los Reyes de Tampa (Tatum vivió allí durante su adolescencia), quienes lo convencen de volver a la vieja profesión mediante algún engaño inocente, aunque sea en una función despedida. Para ellos, su compañero es una tabla de salvación tan firme como sus respectivos abdómenes. “No se sabes qué cosas he hecho por 50 dólares”, confiesa el regresado.
Antes de la actuación, el grupo se dedica a practicar nuevos movimientos para deslumbrar a rivales y al público, mientras que los amores concretados, frustrados o posibles se van sucediendo en la historia.
Steven Soderbergh fue el director de la primera aparición de estos simpáticos personajes y no se desentiende del todo de la segunda: ahora se encarga de la fotografía, del montaje y de la producción ejecutiva, roles donde puede desarrollar su talento. Le delegó la mayor responsabilidad a su habitual asistente de dirección, Gregory Jacobs, de quien se supo que tuvo tantos problemas como los que enfrentan los desnudistas en el guión, aunque logró construir escenas que cumplen con su objetivo de obtener sonrisas pícaras y cómplices del público.
Todo indica que poco queda del contexto social y político que motivó la entrega inicial y que ahora se privilegia la exhibición de los cuerpos antes que de las emociones. Pero en una y otra está Tatum, motivo suficiente para sus seguidoras al tiempo de justificar la compra de la entrada.
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