Muchos males de la adultez empiezan a programarse en el útero

Muchos males de la adultez empiezan a programarse en el útero

La mala alimentación materna -por defecto o por exceso- puede determinar que su hijo sea diabético o hipertenso, o incidir en el desarrollo cognitivo.

PREVENIR DESDE EL ORIGEN. Comer bien durante el embarazo es cuidar la salud de tu hijo durante toda su vida.  embarazo.saludisima.com PREVENIR DESDE EL ORIGEN. Comer bien durante el embarazo es cuidar la salud de tu hijo durante toda su vida. embarazo.saludisima.com
02 Septiembre 2015

¿Cuántas mujeres embarazadas no han dicho, acariciando a su hijo a través de la propia piel, “lo que importa es que sea sanito”? En ese contexto, los fantasmas suelen tener la cara de las malformaciones. Sin embargo, desde hace tiempo numerosas investigaciones han demostrado que enfermedades que “explotan” en la vida adulta vienen de alguna manera programadas desde el vientre materno. El informe “Determinantes sociales y ambientales para el desarrollo de los niños y niñas desde el embarazo hasta los 5 años”, que en abril emitió Unicef Argentina, explica que hay una importante relación entre la condición nutricional materna y la salud de su bebé. “Además, puede vincularse, a largo plazo, con algunas enfermedades crónicas del adulto”, añade.

“El proceso nunca es unifactorial -destaca la genetista Daniela Montanari-. La vida es interacción entre genética y ambiente; si podemos controlar las variables ambientales, disminuimos los riesgos para la salud del niño”.

En el déficit nutricional infantil confluyen -desde la concepción- factores del ambiente. Cuando el déficit se produce, puede haber consecuencias no sólo en el crecimiento físico sino también en el desarrollo cognitivo y en la salud en la adultez, explica Montanari. “Una ‘buena genética’ puede compensar factores ambientales, y factores ambientales ideales pueden no alcanzar en caso de déficit genético”, resalta. “Los caminos metabólicos se programan desde el vientre materno -destaca-. Es posible que un niño con carencias fetales no aprenda a regular su metabolismo. Y algo parecido pasa con los que sufrieron excesos. Muchas enfermedades de adultos empiezan a programarse desde la multiplicación celular”.

Las consecuencias

Si durante el embarazo la nutrición no es buena pueden producirse dos problemas: retardo de crecimiento intrauterino (menos de 2,5 kg a las 38 semanas de gestación) o sobrepeso (alrededor de 4 kg al nacer, o más), explica Cristina Bazán de Casella, especialista en endocrinología infantil. Y aunque pueda parecer paradójico, es probable que tanto los chiquititos como los gorditos sufran obesidad en la adultez, con los riesgos que esta implica: diabetes, hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares.

Pero no habrá que esperar hasta la edad adulta. Bazán de Casella y su equipo llevan años investigando la relación entre el retardo del crecimiento intrauterino (RCI) y el síndrome metabólico. “Hicimos el seguimiento de chicos nacidos con RCI y hallamos muchos casos en los que antes de los 12 años el síndrome está instalado. Hay muchos chicos con sobrepeso u obesidad; incluso, muchos ya hicieron diabetes tipo 2 e hipertensión arterial”, cuenta preocupada, porque -dice- eso puede ser grave. “Por ejemplo, debería practicarse un severo control de la presión arterial antes de que los chicos realicen deportes”, advierte.

Costumbres heredadas

A la malnutrición fetal producto de los déficits alimentarios de la gestante es probable que sume la carga ambiental: una madre que no se alimenta bien no podrá inculcar hábitos saludables a sus hijos.

“Siempre atendemos pacientes con trastornos nutricionales. La más visible es la desnutrición calórico/proteica, pero es cada vez más grave otro fenómeno socio-cultural ligado a la alimentación: familias que comen mal, niños que comerán mal probablemente el resto de su vida... -destaca el pediatra Eugenio Castagnaro- y no se relaciona directamente con la pobreza”.

Explica que existe también la desnutrición oculta, es decir, déficit de micronutrientes, que hace referencia más a la calidad que a las cantidades. “El déficit de hierro en la dieta, por ejemplo, condiciona anemia leve, que pasa inadvertida, pero la sufren muchos chicos de clases sociales acomodadas y es un perfecto exponente de ‘mala nutrición’”, señala Castagnaro.

“También pueden generarse dificultades en el desarrollo cognitivo -añade la psicopedagoga Natalia Jiménez Terán- Y a los problemas genéticos que pudiera causar un retardo de maduración se suma con frecuencia la mala ‘cultura’ alimentaria. La costumbre de no desayunar, por ejemplo, atenta contra cualquier aprendizaje”.

Y no son detalles menores, porque en Argentina los chicos con problemas nutricionales son muchos. Un informe sobre el estado nutricional de niños de 6 a 23 meses a cargo de Alicia Rovirosa, investigadora adjunta del Observatorio Nutricional del Cesni (Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil), revela que la malnutrición afecta a todos los estratos sociales (52% de indigentes y 41% no pobres). Destaca además que las principales alteraciones del estado nutricional son anemia, baja talla y obesidad, y que pueden coexistir.

“En conjunto, cerca de la mitad está afectado por alguna o más de una de estas alteraciones”, añade.

Cerrar el círculo

La falta de micronutirientes puede ser definitoria para un bebé en gestación, y depende de cómo se alimenta su mamá. “Durante el primer trimestre son fundamentales ácido fólico, hierro, cobre, calcio... Intervienen en la multiplicación celular y en la mielinización de los circuitos neuronales. Y en el desarrollo embrionario el timing es fundamental”, sentencia la genetista Montanari. Explica que lo que no se forma en el momento justo del proceso -desde un órgano hasta la producción de una enzima- de alguna manera u otra generará una disrupción en algún momento. “Quizás pueda paliarse, especialmente con detección precoz -aclara-, pero obligará al niño que va a nacer -y al adulto que será- a un esfuerzo adaptativo mayor que si el proceso embrionario hubiera contado con todo lo necesario”.

Opinión de la nutricionista

“Tanto las carencias como los excesos en la alimentación inciden en el desarrollo fetal”

Lourdes Crusco atiende embarazadas del Hospital del Este y de una clínica privada de fertilidad, y asegura que para un embarazo saludable y para preservar la salud del niño... y su futuro, la evaluación nutricional es clave en todas las clases sociales. “La mala nutrición materna -la evidente y la oculta, como la anemia o la falta de vitaminas- puede generar un retardo generalizado del crecimiento fetal. El observable más claro es el peso, pero hace falta un diagnóstico profundo. Por eso es importantísimo el trabajo en equipo: claramente, la derivación la hará el obstetra”, advierte. Y recomienda no solo los controles durante la gestación -cosa que no debería ser cuestionada- sino antes: “un embarazo que arranca con sobrepeso de la madre no solo la pone en riesgo, sino que puede derivar en obesidad o diabetes de su hijo -explica-. Y la falta de nutrientes -que no necesariamente se relaciona con el peso- puede provocar retardo del crecimiento intrauterino, con los conocidos riesgos que este implica”. 

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Releevamiento nacional

Investigación sobre el estado nutricional de las mujeres embarazadas

Estos son algunos de los datos que arroja una investigación del Observatorio de la Situación nutricional del Cesni (Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil), que detectó que la falta de nutrientes afecta a un importante porcentaje de mujeres embarazadas (ver “Cifras...”): 

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• Más de la mitad de las mujeres embarazadas no recibe la cantidad de hierro indispensable para que crezcan el feto y la placenta, para la expansión del volumen sanguíneo materno, y en previsión de las pérdidas de sangre en el parto.

• Casi el 90% de las gestantes no recibe la cantidad necesaria de calcio, por lo que corre peligro de preeclampsia y de complicaciones hipertensivas.

• Más de la mitad no ingiere las cantidades necesarias de vitamina A, necesaria para el metabolismo y para el crecimiento, la diferenciación y la proliferación celular. El déficit se asocia con retardo de crecimiento.

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