El alperovichismo, fiel a su historia, termina con maniobras fraudulentas y represión

El alperovichismo, fiel a su historia, termina con maniobras fraudulentas y represión

¿Por qué iba a terminar de otra manera el alperovichismo? ¿Por qué su final iba a ser distinto que la maniobra fraudulenta y la represión? ¿Por qué, si consolidó en Tucumán el fraude institucional de los tres poderes que, en realidad, eran uno? ¿Por qué el régimen no iba a atropellar, otra vez, a los que reclamasen calidad democrática, legalidad y legitimidad, elecciones limpias y demás antónimos de la democracia pavimentadora que canjeó república por cuneta?

¿Por que la Cuna de la Independencia no iba ser la incubadora de una vergüenza nacional si aquí el oficialismo ni siquiera aprobó el nuevo Régimen Electoral y de los Partidos Políticos que él mismo, reforma constitucional mediante, se obligó a dictar antes de que concluyera 2006? ¿Por qué no iba a ser esta provincia la capital del sinsentido si el alperovichismo tampoco instrumentó el voto electrónico, consagrado hace nueve años en la Carta Magna alperovichista? ¿Por qué no iba a parecer Tucumán un distrito atrasado en garantías electorales básicas si aquí ni siquiera hay una ley que ordene los gastos de campaña, como acontece desde hace un lustro en el orden nacional?

¿Por qué iba a interesarle al poder el respeto irrestricto por el pronunciamiento electoral de la ciudadanía, si ni siquiera le interesan las exigencias vitales del pueblo? ¿Le niegan el 82% móvil a los pobres viejos, que se mueren marchando frente a la Casa de Gobierno de los $ 140.000 millones; pero iban a garantizar el voto libre? ¿Les dieron una jubilación de $ 600.000 anuales a los miembros de la Justicia encargados de que no se esclarezca el asesinato de Paulina Lebbos, pero iban a perseguir a perpetradores de delitos electorales? ¿Por qué, si El señor Estado no puede estar al lado de una familia borracha es la respuesta al asesinato de la pequeña Mercedes Figueroa, los cultores de la “borrachera de poder” -como previno Max Weber- iban a estar al lado de los que reclamen un mejor “Señor Estado”? ¿Por qué no iban a minimizar el selvático hecho de que a los votos de miles de tucumanos se los llevara el fuego, si a los miles de tucumanos a los que se llevaba el agua los redujeron a la condición de vago de miércoles, pedazo de animal?

¿Por qué iba a combatir los excesos, en la plaza y en la votación, el Gobierno que cometió todos los excesos cuando cambió el contrato constitucional? ¿Por qué iba a poner algún límite el alperovichismo si estableció en la Ley Fundamental, taxativamente, que el Poder Ejecutivo vale más que el Poder Judicial, porque se necesitan más votos legislativos para destituir al gobernador que a un vocal de la Corte? ¿Por qué se iba a desvelar por cuidar las cifras expresadas en las urnas la administración que expresó en la Carta Magna que sus tres mandatos, en realidad, sólo han sido dos? ¿Por qué iban a cuidar la fidelidad de la voz del pueblo, expresada en votos, los mismos que gobiernan por unilaterales decretos de necesidad y urgencia, que sólo necesitan del silencio de la Legislatura?

¿Por qué el lunes la Policía no iba a descargar balas de goma y gases lacrimógenos contra mujeres, niños y ancianos, si ya había hecho lo mismo en diciembre de 2013, contra los comprovincianos que fueron a reclamar seguridad porque había saqueos y matanzas, mientras los agentes se acuartelaban y eran recompensados con un aumento salarial del 40%?

¿Por qué le iba a molestar a este Gobierno que repriman a sus gobernados si, así como no le importó desaparecer de la escena en 2013, tampoco dio la cara ahora? ¿Por qué sigue el jefe de Policía en su cargo después de hacerse cargo de una represión que el kirchnerismo condena? ¿Fue el único responsable? ¿Por qué siguen en sus puestos los responsables del área de compra de autos, armas y GPS, mal llamada “Seguridad”? ¿Ahora son ratificados secretarios y ministros que infiltran agentes de inteligencia en las marchas de familias tucumanas? ¿Va a demorar mucho la investigación penal de la barbarie estatal, teniendo en cuenta que lo conseguido fue desalojar la plaza de ciudadanos que denunciaban irregularidades electorales que el Gobierno denomina “inconvenientes” y “casos puntuales”? ¿Las cobardías son hijas de alguien más que de los cobardes?

¿Por qué Juan Manzur, de ser confirmado como gobernador electo, va a asumir en otro contexto que no sea el de una monumental crisis de legitimidad, si ha sido durante ocho años el vicegobernador (de licencia, o no) del alperovichismo? ¿Por qué él no va a pagar los costos, si presidió la Convención Constituyente que alumbró ese sistema infamante de la democracia que es el “acople”? ¿Por qué habría de terminar ileso si la Cámara que conduce prorrogó la vigencia de partidos de mentiritas, para que el domingo hubiera 500 fuerzas y 25.500 candidatos? ¿Por qué no va a tener una hemorragia de autoridad, si es corresponsable de este escenario de licuación del voto, por el cual el acople más votado de Capital suma, apenas, 30.000 sufragios? ¿Por qué tanta bronca con la representatividad?

¿Por qué va a ser Manzur inocente de esta crisis de ribetes nacionales, si fue la mano ejecutora del plan alperovichista para anular todo control sobre el poder político? ¿O qué otra cosa perseguía la reforma constitucional que (de no haber sido por las nulidades conseguidas por unos pocos opositores, constitucionalistas y magistrados con conciencia republicana) pretendía un CAM organizado por decreto, para nombrar jueces a puro antojo? ¿Y el Jurado de Enjuiciamiento sin opositores, para echar magistrados a discreción? ¿Y la enmienda constitucional, para que la Legislatura hiciera cualquier cosa con la Carta Magna? ¿Y la Junta Electoral Provincial con el Poder Judicial en minoría, para manipular elecciones?

¿Por qué el Gobierno insiste en faltarle el respeto al sentido común de los ciudadanos? ¿Por qué hace el descarado intento de victimizarse respecto de las aberraciones del domingo y de las salvajadas del lunes si, precisamente, insistió hasta último momento con la integración de una Junta Electoral compuesta por la consuegra de un intendente que ahora es legislador electo, y por un ex ministro político que estuvo 11 años en el Poder Ejecutivo?

¿Por qué la actual Junta Electoral no se hace cargo de su responsabilidad en esta crisis, si 48 horas antes de la votación la legisladora y el ministro fiscal ya habían sido desplazados? ¿Por qué nadie en ese organismo se hace cargo de su responsabilidad, por omisión, en el despliegue del dantesco purgatorio clientelar del domingo? ¿No vio la Junta la enciclopédica comisión, a la luz del día, de todos los delitos electorales? ¿Tampoco vieron la inundación de prácticas fraudulentas, aunque más no fuera, en LAGACETA.com? ¿Ni siquiera se enteraron por las redes sociales de que había robo de boletas, quema de urnas, entrega de bolsones, acarreo de electores, gendarmes heridos, mesas armadas sin presencia de fiscales y votos emitidos antes de las 8? ¿Hay peor ciego que el que no quiere ver?

¿Dado que no se daban cuenta de eso, tampoco están notando ahora que una de las más básicas razones por las cuales hay protestas después de una elección se debe a la convicción ciudadana de que el organismo electoral no funciona? ¿Para qué creen que está la Junta: sólo para contar boletas? ¿Van a coincidir, por cierto, los datos del escrutinio provisorio con los del conteo final, o el escándalo va a ser completo?

¿Tampoco se van a dar cuenta mañana de que, gracias al clientelismo que no vieron, en los lugares más pobres de esta provincia sólo ganaron los más ricos?

¿Y los fiscales de instrucción, dicho sea de paso, dónde votaron? ¿Ninguno vio ninguno de los infinitos delitos que se estaban cometiendo in fraganti?

¿Por qué hay tantos tucumanos declarándose sorprendidos por lo que ocurrió? ¿Por qué, si durante 12 años LA GACETA avisó sobre el saqueo de la república? ¿Por qué el gesto de estupor si el alperovichismo encaró ya en su primer mandato el desmontaje institucional, y aún así le dieron un triunfo electoral tras otro? ¿Por qué la incredulidad si, pese a esa demolición, le dieron dos reelecciones consecutivas? ¿Será que las protestas de estas semanas tuvieron miles de indignados, que repudian los abusos del poder; pero también miles de arrepentidos, que fueron a reclamar la devolución de las potestades que supieron ofrendar a la gobernación del vamos por todo? ¿Será por eso, justamente, que todas estas noches de plaza colmada de ciudadanos han sido masivamente juveniles, porque los jóvenes no son co-responsables de los atropellos alperovichistas? ¿Será que ese paseo público, llamado Independencia, está pariendo en este porfiado 2015 la Generación del Bicentenario?

¿Por qué hoy es el cumpleaños 205 de Juan Bautista Alberdi y en lugar de sistema constitucional de contrapesos sólo hay poderes salvajes?

¿Por qué, si andamos mendigando democracia, vamos a tener una realidad política, económica y social de la cual enorgullecernos? ¿Por qué habrán soñado otro final, inclusive con traje de ministro nacional, los responsables del decadentismo? ¿Habrá creído José Alperovich, cuando hizo venir a Daniel Scioli el domingo, que el oprobio electoral no les traería consecuencias? ¿Por qué el bonaerense, que ensayó televisivas sonrisas ya entre gallos y medianoche, vino a las 20, cuando no había un solo dato? ¿Le habrá informado algo Poliarquía, la consultora que -increíblemente- también asesoraba al radical José Cano?

¿Por qué, al cabo de una década desperdiciada, la proyección nacional con la que tanto soñó el aún gobernador de Tucumán iba a ser distinta que esta imagen de una gestión impresentable? ¿Por qué no iba a ser así, si Tucumán es la mala noticia de la Argentina y el alperovichismo es la mala noticia de Tucumán?

¿Por qué, en estos escenarios electorales del siglo XIX, no van a tener vigencia las advertencias de la América Latina premoderna? ¿Por qué, si no hay justicia para el pueblo, va a haber paz para el Gobierno?

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