Beethoven y Rachmaninov están en buenas manos

Beethoven y Rachmaninov están en buenas manos

Rusudan Alavidze y Nelson Goerner, en dos grandes conciertos, dirigidos por Emir Omar Saúl, al frente de la Sinfónica de la UNT.

ENSAYO. El maestro Saúl arbitra la partitura que escribió Rachmaninov en 1901, con Göerner en primer plano. LA GACETA  / Foto de Antonio Ferroni. ENSAYO. El maestro Saúl arbitra la partitura que escribió Rachmaninov en 1901, con Göerner en primer plano. LA GACETA / Foto de Antonio Ferroni.
29 Agosto 2015
Hoy es 29 de agosto, pero el 55° Septiembre Musical se anticipa, como ya lo hicieron las flores de los lapachos, y ofrecerá el Concierto de apertura esta noche, a las 22, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601).

El maestro Emir Omar Saúl conducirá la Orquesta Sinfónica de la UNT, y el instrumento protagonista será el piano, a cargo de la georgiana Rusudan Alavidze y del argentino Nelson Göerner, uno de los más destacados pianistas de su generación en el mundo.

Hace mucho que Göerner vive en Europa, pero no se olvida de la sólida formación que recibió en el país, con grandes maestros como Carmen Scalcione.

“Ella era una maestra realmente excepcional -recuerda-. Hablaba mucho de Tucumán porque en una época vino a enseñar. Era de esos maestros que te forma en todos los aspectos músicales y humanos. No pasa un día sin que me acuerde de sus enseñanzas”.

“Con Martha Argerich somos muy amigos. Solemos tocar a dos pianos; tenemos la suerte de hacer música a menudo”, afirma. Justamente, mañana, a las 16.30, la señal de cable Film&Arts emitirá “Conciertos para clave de Johann Sebastian Bach, parte II”, en los que Göerner es el primer convocado por Argerich entre 14 pianistas, junto a la Orquesta de Cámara de Lausanne.

Alvidze y Göerner vienen a Tucumán de Brasil, donde dieron tres conciertos con la Orquesta del Estado de Sao Paulo y recitales. “Antes, hice una grabación en Polonia dedicada íntegramente a Chopin, con los 24 preludios, y la Barcarola”, comenta, la que podrá escucharse a fines de noviembre.

- Usted aborda un amplio repianístico. ¿Hay obras que pone a descansar, es decir, decide dejar de tocar?

- Siempre lo hago, como método de trabajo, antes de abordar una obra en público. Soy de la idea de que hay que trabajar durante un período intensamente sobre un autor o un grupo de autores, o de obras, y después hay que dejarlas descansar un tiempo. Entonces la obra va madurando dentro de vos sin que estés continuamente practicándola. Es un proceso que se realiza dentro de uno mismo y es muy importante.

- ¿Cómo se lleva el matrimonio de pianistas como el suyo?

- Afortunadamente la competencia nunca se ha dado entre nosotros. Mi señora está más dedicada a la enseñanza y a la música de cámara. Tenemos actividades que se complementan muy bien porque tenemos la suerte de tocar juntos, y nunca se nos planteó la competitividad que puede generar recelos, o puede ser destructiva. Al contrario, de mi esposa tengo que decir que he encontrado a alguien que no solo me conoce mejor que nadie musicalmente sino que ha sido una presencia clave en momentos muy importantes de mi vida y en mi carrera.

- Conoce a fondo el Concierto N° 2 de Rachmaninov, tanto que suele dar master classes de la obra. ¿Por qué hay que volver a escucharlo?

- Sencillamente porque es una de las obras más hermosas del repertorio pianístico orquestal. Vuelvo a ella siempre con mucho cariño. Me acompaña desde hace muchísimos años, y como toda la música verdaderamente grande, cada vez que la retomo para tocarla le encuentro algo que no había notado antes. Es como una caja de Pandora, un tesoro de riqueza inagotable que uno encuentra cada vez que se sienta a estudiarlo, y se sorprende a sí mismo porque se pregunta: ¿cómo no noté esto antes? o, este pasaje me gustaría de esta forma. Creo que esa es la esencia de por qué uno debe volver a escucharlo, siempre con el placer que procura, justamente, la música grande.

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