¿Y esto cómo sigue?
¿Y esto cómo sigue?, se planteaban las decenas de miles de manifestantes el martes, cuando se iniciaba la -felizmente- pacífica desconcentración de la plaza Independencia. Nos hicimos escuchar, ¿y entonces?, piensan quienes le pusieron el cuerpo al descontento. Y entonces hay un compás de espera tenso, con un ojo enfocado en la Junta Electoral y el otro en las movidas políticas que van hilvanándose. En todas las tiendas será un fin de semana de mucha reflexión y de planificación cuidadosa. Las apuestas están claras: el oficialismo juega a licuar el reclamo con el paso de los días y la oposición a mantener el clima de efervescencia social. Por todo eso, ¿y ahora qué?

Ahora, por ejemplo, es tiempo de encontrar respuestas para tantas preguntas que nos hacemos los tucumanos. Hay una de fondo: ¿se puede modificar el sistema electoral con una ley o es imprescindible reformar la Constitución, que consagra el sistema de acoples? La última apertura de la Caja de Pandora se produjo en 2006, cuando a la Convención la muñequeó Juan Manzur. Allí se introdujo el concepto de voto electrónico, como pura expresión de deseos, claro. Además de la reelección para Alperovich, la reforma vendió gato por liebre: chau lemas, hola acoples. Gatopardismo a la tucumana, traducido en el aluvión de candidatos que tapizaron los cuartos oscuros el domingo pasado.

Al consenso ciudadano en torno a la necesidad de cambiar el sistema electoral se subieron, a regañadientes, varios de los políticos que saben sacarles el jugo a las colectoras. No es tiempo de nadar como el salmón, sobre todo cuando la correntada en contra es tan poderosa. Pero a la hora de los bifes, que es cuando se corta el queso del poder, caen las caretas republicanas. Si sale una ley de modificación del sistema electoral nada impide que los “Gallito” Gutiérrez o Sergio Mansilla de turno jueguen un planteo de inconstitucionalidad. Judicializar es uno de los verbos que mejor se conjugan en Tucumán.

Seamos justos a la hora de desplegar ejemplos. Fue la Justicia la que impidió que el domingo pasado votara el segmento de 16-18 años, a partir de una presentación del Pro. Para el legislador Alberto Colombres Garmendia la voz del arzobispo Horacio Zecca (“un chico a esa edad no sabe ni sonarse la nariz”) fue la de un coro celestial. Antes de cada elección, en los Tribunales tucumanos se trabaja horas extras.

El sucesor de Alperovich asumirá el 29 de octubre. En dos meses pueden ocurrir infinidad de cosas... o ninguna. Manzur y José Cano protagonizaron un raid por la televisión por cable nacional, pero de la gira porteña el que sacó la tajada más sabrosa fue el candidato del Acuerdo por el Bicentenario. La foto del miércoles fue el sueño del pibe para Cano: justo en el medio, entre Stolbizer, Macri, Massa y Sanz. Es un capital político formidable que excede el resultado de la elección tucumana y coloca a Cano en una posición envidiable. A la construcción que viene desarrollando puertas adentro del Congreso de la Nación le agregó una visibilización notoria de cara a la sociedad. La pelota está en su cancha y jugarla con inteligencia equivale a afirmarse para siempre en las ligas mayores. En política, el que se mueve no sale en la foto, y Cano se quedó quietito.

La cuestión es que Cano pide nuevas elecciones para gobernador y vice. ¿Cómo? ¿Y nosotros?, braman los acoplados que no salieron y mirarán la Legislatura desde la plaza Urquiza. A esa tropa Cano deberá apaciguarla y conducirla. Mientras, Germán Alfaro sólo piensa en la gestión municipal que lo aguarda, así que hace mutis por el foro. A fin de cuentas, uno de los escenarios posibles -el más posible, hasta aquí- es la convivencia con Manzur. Será cuestión de tender puentes y Osvaldo Jaldo suele mantener el celular prendido las 24 horas.

De todas estas mesas de arena el núcleo de la sociedad no participa. Lo bien que hace. Lo que la rebela es que le mientan, que la traicionen y que, encima, la muelan a palos. Por eso se moviliza, reclama, se queja y, por fin, se esperanza con la posibilidad de un cambio real. Pero también teme que ese gigantesco esfuerzo colectivo se diluya. Por eso, con la mayor atención y la máxima preocupación, se pregunta ¿y ahora cómo seguimos?

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