Julio, un “León” que busca reinado

No importa el color del día, si amanece brumoso, gris, lluvioso o soleado, Miguel Julio siempre cuenta dentro de su repertorio facial con una sonrisa envuelta para regalo lista para entregar. Hijo de la tierra del café, el colombiano de a poco fue afianzándose en una posición complicada en Atlético. Y no porque ser volante central sea una misión imposible, sino porque el dueño de la camiseta número 5 en el “decano”, hoy por hoy, es el único de los que Juan Azconzábal manda a la cancha para que cumpla una función específica de marca del mediocampo hacia arriba. Después, el resto de la tropa debe producir un desastre en ofensiva.

Julio es el eje de Atlético, dice. Julio es un futbolista importante para sus compañeros, el cuerpo técnico y también para los hinchas, pero no para todos. Es un caso especial el suyo. Si fuera un político, tal como afirma, tendría una intención de voto del 50% de los ciudadanos albicelestes. O sea, Julio Rossete genera tanto amores como desencantos. “Noté eso. Hay gente que le gusta como juego y hay otra que no se siente a gusto”, confirma mostrando sus dientes blancos mientras regala una nueva sonrisa, aunque en este caso casi de resignación. “A todo el mundo no le voy a caer bien ni tampoco le va a gustar mi fútbol, ¿me entiendes?”, dice el nacido en Santa Marta buscando comprensión, aunque tampoco piensa en volverse loco por esta movida de pasión y odio que genera fecha a fecha. Hay hinchas que no ven al morocho en el “decano” y otros que opinan que es clave. Julio divide las aguas. “Depende del criterio de cada persona. Están los que les encanta como juego, como también están los que no les gusta nada y piensan que no soy jugador para estar en Atlético”, continúa desmenuzando el tema.

“Igual no reparo en darle atención a eso y me enfrasco en jugar y jugar y dar lo mejor de mí. No puedo hacer nada contra los que no están conformes de mi fútbol”. Lo bueno para él es sentirse parte del proyecto. Al inicio, cuando llegó sobre la hora y con la pretemporada en curso en Salta, fue difícil la adaptación. Le costó encontrarse en la cancha, en Tucumán, con el clima. Y para colmo de males, un problema de amígdalas le apagaba los motores cuando necesitaba recuperar aire.

“Me operaron hace tres meses porque me costaba respirar. Después de eso me fui liberando. Estoy contento y feliz de estar acá”, confía quien se aferra a las palabras de apoyo de sus compañeros. “Ayuda mucho. Te dan ganas de seguir dándole todo al club. Saber que sos importante en el equipo, que tus compañeros te bancan, es muy bueno. Ellos me dicen que no baje la guardia y que siga así”, agradece el amigo de James Rodríguez, que tiene en claro que no puede dar un centímetro de ventaja en la semana de trabajo. “Sé que tengo compañeros que juegan muy bien en mi puesto y por eso no tengo permitido relajarme en absoluto”.

Julio está a la búsqueda de la mejor versión del “León de Santa Marta”. “La verdad, sí, y lo hago metiendo mucha garra, fuerza y dándole siempre para adelante. En este momento me calificaría con un 7. Sé que todavía me falta para ser el Julio de selecciones (juveniles de Colombia). Me destacaba mucho por esa garra, que acá también demuestro día a día”.

A punto de jugar su octavo partido en fila como titular, el colombiano se enfoca en Chacarita, en analizarlo. “Es un equipo rápido, complicado, que te presiona constantemente. Hay que ir a ganar, que es nuestra idea en todas nuestras presentaciones. Es fundamental lograrlo”, considera Julio, el “León” que busca apoderarse nuevamente de la selva. Ser el rey. “En eso estoy. Ojalá me consolide en el puesto, pero dependerá del trabajo”.