El autoctonismo en la obra de Hugo Irureta

El autoctonismo en la obra de Hugo Irureta

Buscó las esencias, las memorias, los minerales que impregnan nuestra tierra, y sacó de ellos los testimonios configuradores de esa identidad. Su obra, rica en matices y exigida en valores, revela ante todo un cuidado registro antropológico de una historia poco contada pero siempre presentida

POR LOS CERROS DEL NORTE ARGENTINO. En la Quebrada, el artista Hugo Irureta retrató paisajes, diablitos, comparsas y toreadas de Casabindo con una fuerte carga emotiva.  POR LOS CERROS DEL NORTE ARGENTINO. En la Quebrada, el artista Hugo Irureta retrató paisajes, diablitos, comparsas y toreadas de Casabindo con una fuerte carga emotiva.
23 Agosto 2015

Por J. M. Taverna Irigoyen - Para LA GACETA - Santa Fe

“La pintura es un proceso de vida”, afirmaba Hugo Irureta en una entrevista que le hiciera Vicente Zito Lema años atrás. En su caso, era más bien la vida entera con sus vínculos y rupturas, con sus pasiones y desenlaces. La vida como energía vivida a pleno; y sin embargo, la vida como secreto que se comparte y se torna a reformular como si fuera la primera vez. Irureta hizo de esa pintura no sólo una profesión de fe y un permanente desafío a recrear lo real y lo imaginado, sino a más esa polifonía que puede crecer de colores y de formas desprendidas, como si todo el universo, todo, hubiera tenido su génesis primigenia en un pedazo de lienzo o una tabla dibujada.

Fue un hombre sereno, para abarcar tanto mundo. Y la tierra fue la que lo contuvo, la que le transmitió clamores, la que construyó en su corazón las síncopas precisas. Porque la identidad como discurso es un desafío creador que no muchos pueden revelar. La identidad que, más allá de juegos de retórica, intente penetrar en fortalezas étnicas, en tradiciones populares, en raigambres telúricas, en huellas ancestrales. ¿Puede existir un imaginario rioplatense digno de investigar? ¿En qué medida las fuerzas precolombinas pueden conducirnos a una interpretación del criollismo o de otros rostros de nuestra autoctonidad?

Sentimiento de la tierra

Su obra, fuera de costumbrismos y de acentos locales, sin la recurrencia de geografías vernáculas ni anécdotas exteriores, cala en el sentimiento de la tierra, en los vínculos potenciadores, en los lenguajes que caracterizan una vibración americana en su más prístina expresión. Por ello, sus campos pictóricos ofrecen una visión natural de esos espacios sin tiempo, una síncopa casi musical en el fraseo morfológico y cromático, un desarrollo genuino del marco continental.

Una materia táctil y a la vez mineral en la solución de los pigmentos distribuye y califica el plano. En sus gamas de ocres y de tierras, en sus azules y rojos timbrados (aunque jamás tocando la saturación) coexisten el suelo de la Pachamama con los rituales de Pachacamac y ese otro paisaje que late en el trasfondo de la forma-símbolo, fuera de folklorismos espúreos. Su gesto no requirió jamás de asociaciones directas ni de representaciones figurativas que tocaran la obviedad. Desde la abstracción geométrica, desde la reminiscencia de los ritmos alfareros y textiles, las secuencias lineales entretejieron sus originales campos, atrapando a veces la virtualidad de los signos o redimensionando memoria y gestualidadess.

Potente recreador espiritual de la Quebrada de Humahuaca, a la que descubrió en 1961, y de los ritmos y cromatismos del altiplano a los que se consagró con rigor y nobleza a partir de 1975, el artista , según sus propias palabras, hizo una ficción representativa de ese paisaje y lo proyectó transustanciado. Sus series Noroeste, Diseño andino, Diagrama del Noroeste, Memoria andina, reelaboran compositiva y morfológicamente todo un testimonio, en hondura, de las más puras tradiciones telúricas.

Porque en la obra de Irureta quedó inscripta toda la cohererncia de un pensamiento creador, de una actitud de vida, de una auténtica ética de la concepción. El brazo que extendió desde Jujuy,- en Tilcara, donde llegó desde La Boca y levantó un hermoso museo de arte argentino que, por donaciones, lleva su nombre- está enhiesto. Como un mástil de cultura.

(c) LA GACETA

J.M. Taverna Irigoyen - Crítico e historiador del arte. Miembro de número y ex presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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