Crónica de los bombardeos a Plaza de Mayo

Crónica de los bombardeos a Plaza de Mayo

Testimonios y reconstrucción de una jornada infame

23 Agosto 2015

Investigación

ATAQUE A LA CASA ROSADA

HORACIO RIVARA

(Sudamericana - Buenos Aires) 

Si aceptáramos que el peronismo ha dado lugar a un calendario litúrgico propio, no podríamos dejar de reconocer ciertas fechas marcadas para siempre entre sus tradiciones: el 17 de octubre de 1945, el 26 de julio de 1952, el 16 de junio de 1955. A modo de un rosario secularizado, cada fecha refiere a un misterio y a un sentimiento: la lealtad, el dolor, la ira. Porque cualquiera sea el punto de vista que se adopte, no caben dudas de que el 16 de junio de 1955 fue una jornada infame, originada en un odio acérrimo, cuyo saldo fue el de casi 200 muertos y una sociedad herida que, por décadas, encontrará en aquél día la causa de sus angustias.

El libro de Rivara es impar: por un lado, los testimonios que aporta y la descripciones técnicas que el conocimiento sobre aeronáutica del autor permite son lo más alto del texto, aunque muchos de esos testimonios no resulten novedosos. En cambio, los intentos por dotar a la obra de un mayor carácter narrativo son anunciados e infructuosos, al punto de que empañan el valor testimonial del libro las reiteradas referencias a los pensamientos y sentimientos de los hombres y mujeres involucrados en los acontecimientos de 1955.

El estilo sencillo permite que la lectura sea fluida, mucho más si se tiene alguna afinidad con los tecnicismos de la aeronavegación, así como resultan oportunas ciertas referencias históricas a las que el autor recurre para introducir las decisiones que se fueron sucediendo en aquellas horas aciagas.

Más allá del valor literario que pueda adjudicársele al libro de Rivara, lo oportuno es la aparición de una crónica sobre los bombardeos de 1955, cuando se cumplen 60 años de este episodio. Nunca resulta vano recordar hasta qué puntos los odios políticos han conducido a decisiones aberrantes, a hombres de bien a echar por la borda su honor cegados por la ira, y a una sociedad entera a mantenerse dividida y atorada en el encono. A seis décadas de ese día vergonzoso, aún quedan enseñanzas por aprender.

(c) LA GACETA

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Martín Mazzuco Cánepa

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