Crear placer
ENTRAR AL MUNDO LITERARIO. Para los niños, leer demanda un esfuerzo y es preciso recibir una recompensa. leer.org ENTRAR AL MUNDO LITERARIO. Para los niños, leer demanda un esfuerzo y es preciso recibir una recompensa. leer.org
16 Agosto 2015

Por Rocío Brescia

Para LA GACETA - BUENOS AIRES

Hay múltiples placeres que apreciamos con intensidad: viajar, conocer nuevas personas, probar nuevos platos, reconocer gamas de colores en un paisaje, escuchar una melodía recién compuesta o la voz de un buen coro, detectar aromas inconfundibles o que remiten a la infancia...

Nos gusta enamorarnos y vivir experiencias, y todas esas sensaciones también las puede dar un libro.

El placer de la lectura está en el universo que se esconde en sus páginas. Introducirnos en mundos nuevos, en temores del autor, en historias ajenas y en fantasías que nunca viviremos de otro modo o que -si lo hacemos- serán como una experiencia alternativa.

Con cierta frecuencia se menciona la importancia que tiene la lectura en el desarrollo de nuestra personalidad.

Sin embargo, el acercamiento a ese mundo puede ser un fracaso si no se hace con naturalidad. Para ser un buen lector es preciso formarse bien en la actividad lectora. Eso se consigue mediante una adecuada educación.

Leer es un placer cuando se hace con gusto. Y se hace con gusto lo que da placer. La primera pregunta es por qué uno lee. No por qué leen los demás, sino uno. Yo lo único que puedo explicar es por qué leo yo: porque me gusta.

Cuando uno le encuentra el gusto -una experiencia que se cultiva desde chicos y que se crea con climas, espacios, buenos libros y ejemplo-, ya no se puede abandonar.

Si todas las cosas saludables no fueran obligatorias...

¿Qué pasa con el sistema educativo en general, más allá de las buenas intenciones? En general, no funciona, porque se convierte en una obligación. Se lee para hacer un trabajo, se lee para hacer tal cosa. No existe esa primera etapa, que debería incluir el placer. A leer profundamente, ni para creer, ni para contradecir, sino para aprender a participar de esa naturaleza única que escribe y lee. A limpiarnos la mente de tópicos, no importa qué idealismo afirmen representar. Sólo se puede leer para iluminarse uno mismo: no es posible encender una vela que dé luz a alguien más.

Leer abre el espíritu. Nos enseña a ver nuevas miradas en otros. Nos acerca a cuestionamientos ajenos. Nos ayuda a conocer más sobre nosotros mismos. Leer es no tener límites... no hay más horizonte que ese.

(C) LA GACETA
Rocío Brescia - Especialista de Fundación Leer (www.leer.org)

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La tecnología, una posible aliada

Por Mario Kostzer

Para LA GACETA - TUCUMÁN


Nunca antes se habían visto tantos niños y adolescentes escribiendo y leyendo como ahora. Lo hacen a toda hora y en todo lugar casi ininterrumpidamente. Esta afirmación se podría tildar de temeraria y por tal rebatida por gran parte de los lectores de estas líneas. En defensa de lo que expongo y a pesar de todo, puedo decir que independientemente de la calidad de la lectura y la escritura, estos chicos están redactando, interpretando, sintetizando, comunicando a través de desastrosas gramáticas y ortografías un mensaje por medio de sus pantallas de computadoras y sus teléfonos celulares. No me interesa juzgar la calidad de ese mensaje. Lo cierto es que por propia determinación hay una gimnasia permanente en la que la protagonista es la palabra. Estos mismos dispositivos electrónicos producen diferentes tipos de fenómenos. Algunos pueden verlos con malos ojos expulsando por miles lectores hacia nuevas tecnologías. Otros pensamos que la radio, la televisión y las demás innovaciones aportan siempre una gran ayuda para difundir la lectura. Hoy por ejemplo hay fenómenos editoriales nacidos en las redes sociales. Personajes que hacen que los niños empujen a sus padres a las librerías y por sobre todo hay condiciones que generan permanentemente lectores nuevos. Así, recientemente una recopilación medieval de cuentos árabes como Las mil y una noches pasó de tener una demanda modesta en las librerías a ser un best seller codiciado para leer por gente con un hábito poco desarrollado. Asimismo el fenómeno de las sagas para adolescentes es permanentemente alimentado por información que suministra de la red. En todas estas cuestiones relacionadas con el incentivo de la lectura creo que es mejor actuar con inteligencia aliándonos al supuesto enemigo y emular experiencias como la de aquella docente de lengua que les hacía armar a sus alumnos concursos de oraciones de hasta 140 caracteres como si escribieran en Twitter. La producción de los alumnos fue fantástica y el incentivo no era nada más y nada menos que un libro de microrrelatos como premio.

(c) LA GACETA
Mario Kostzer - Librero, escritor y editor.

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