Cuando pase el temblor electoral
¿Cuál es la base que sustenta a la economía? A juzgar por lo que sucede, es bastante endeble, con demasiado peso político sobre decisiones netamente económicas. En otras palabras, los argentinos estamos sujetos a las consecuencias de las peleas electorales que le ponen ruido a la economía. Sea esto a través del dólar, de la inflación, de la evolución del Producto Bruto Interno (PBI) o de cualquier otro indicador socioeconómico. Da la sensación de que cada día que pasa incrementa la volatilidad. Y, ¿entonces? Cada vez que se presentan estos escenarios, en una economía tan pendular como la Argentina, los asalariados tienden a refugiarse en el dólar. Y, ahora con los incentivos de tasas, en los depósitos a plazos fijos.

Así las cosas, el “mercado” se mueve al son de las percepciones y de las proyecciones. Los principales operadores consideran que un fortalecimiento de la fórmula oficialista Daniel Scioli-Carlos Zannini representaría para ellos más de lo mismo, es decir, cepo cambiario, trabas a las exportaciones, dólar regulado, inflación cuasicontrolada y extensión en las negociaciones con los acreedores externos. En cambio, si gana la oposición, las variables pueden llegar a sincerarse para que la economía gane en transparencia y en credibilidad. En ambos casos, no son más que especulaciones, porque ninguno de los candidatos en pugna por la presidencia de la Nación puede garantizar que no realizará ajustes para enderezar el rumbo económico frente a tantas inconsistencias.

Mientras tanto, las asimetrías siguen vivitas y coleando. El sentido federal de la gestión viene indicando que es lo mismo producir en el norte del país que en la zona pampeana. Aunque, en realidad, pese a las diferencias propias que postergan a las economías regionales, la Casa Rosada sigue considerando que el campo es el mismo en Jujuy, Salta, Tucumán o Santiago del Estero que en Córdoba, Santa Fe o Buenos Aires. Aunque a todos los productores el atraso cambiario les pega por igual en los costos y en la rentabilidad, no hay verdaderas políticas que tiendan a disminuir la carga financiera que implica para un agricultor de esta zona argentina poder exportar su producción. Ni hablar de las retenciones que terminan minando aquella rentabilidad. El campo está cansado y, más allá del eslogan, los productores han dicho basta a esta situación, a cinco meses de que Cristina Fernández de Kirchner termine su mandato. Y vuelve la discusión política: ¿quién le garantiza al hombre de campo que la situación cambiará después del 10 de diciembre? Como todos los electores, los agricultores reciben promesas de distintas formas y en todos los colores de los candidatos.

El campo es pesimista para el presente, pero cree en el futuro después de las elecciones. Según un reporte de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), ocho de cada 10 agricultores encuestados contestó que su situación económico-financiera empeoró en el último año. Y un 63% de los productores indicó que la situación económico-financiera de su empresa en particular empeoró respecto de 2014, pero el 49% prevé que el año próximo su situación mejorará, en línea con las expectativas para el contexto económico general.

Las diferencias en el trato por provincias también son evidentes. En Salta, por ejemplo, el gobernador Juan Manuel Urtubey salió a apoyar a los productores de su provincia frente al reclamo general que se hace al Ministerio de Economía de la Nación, mientras que en Tucumán, su par José Alperovich, sólo dio respuestas a medias. La diferencia también es política e institucional. Mientras que Urtubey ha renovado su mandato como gobernador hace poco tiempo, Alperovich se despide de ese rol el 29 de octubre próximo. Luego será un senador nacional por Tucumán. Dependiendo del resultado electoral de las presidenciales de octubre, podrá establecerse el grado de poder que le quedará al actual titular del Poder Ejecutivo provincial.

Los empresarios, a su vez, también juegan su partido. Reclaman más incentivos fiscales para poder sostener el empleo y las ventas comerciales. Y también que el Estado luche contra la informalidad y la ilegalidad comercial. Claro que la situación no es igual a la de otros años, cuando el micro y el macrocentro estaban “invadidos” por la venta callejera. Las peatonales ya no lucen como en otras épocas, con una proliferación de ambulantes. Éstos, desde hace meses, se instalan en la periferia para continuar con sus actividades. Aún así, la Cámara Argentina de Comercio ha relevado y revelado que en San Miguel de Tucumán, la venta callejera ilegal ha crecido un “543,5%” en el segundo trimestre del año respecto de igual período de 2014. El informe señala que se detectaron 74 puestos callejeros ilegales por mes; el 70% de ese total en la zona de El Bajo, tradicionalmente conocido por ese tipo de comercio al aire libre. Con esta suba exponencial, frente a un universo tan bajo de puestos, la capital ha sido presentada como el palacio de la ilegalidad, algo que -a simple vista- ya no es tan crónico como en otras épocas. Ahora bien, si se toma en cuenta el relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, esta ciudad aparece en el puesto 12, con 1.180 puestos considerados ilegales o de saladitas. El fantasma ya no asusta como antes.

Las cuestiones económicas están presentes en cada momento. Hasta en las redes sociales han dejado atrás temas como la seguridad, la salud o la educación. La economía es el principal tema de conversación en Facebook sobre las elecciones presidenciales de este año en Argentina, abordado por un 49% de las personas que participan en la discusión política, de acuerdo con un relevamiento efectuado por la compañía que fundó Mark Zuckerberg. Más de 25 millones de personas en Argentina, o un 86% de la población “on line” del país, están en esa red social.

Por ahora, sólo asoman nubarrones. La economía argentina aclarará cuando pase el temblor electoral.

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