Campo Norte, un enorme predio desaprovechado

Campo Norte, un enorme predio desaprovechado

Es posible que Eduardo Mallea (1903-1982), destacado escritor argentino y algo olvidado, no haya estado pensando en Tucumán a la hora de ambientar su novela “Todo verdor perecerá”. Sin embargo, el título podría aplicarse a nuestra realidad, teniendo en cuenta la rara afición tucumana por sepultar bajo la basura una parte significativa del lugar que habitamos o de depredar la naturaleza.

Hay buenas ideas y proyectos que quedan a mitad de camino o directamente no llegan a ningún puerto. En marzo de 2006, el Gobierno provincial le compró al Ejército las 37 hectáreas que conforman Campo Norte, y se las transfirió a la Municipalidad capitalina. Se informó que 28 hectáreas se destinarían a espacios verdes y a prácticas deportivas. Tres años después, en nuestra edición del 25 de mayo de 2009, la crónica de LA GACETA señalaba: “Aunque todavía restan varias semanas para que concluyan las tareas, el denominado Parque Norte (ex Campo Norte) dejó de ser un matorral y en los últimos días comenzó a cobrar forma. La Municipalidad instaló un nuevo sistema de iluminación y se intensificaron los trabajos de limpieza. Pronto, aseguran los funcionarios, la zona contará con el segundo pulmón verde más grande de la capital (el primero es el parque 9 de Julio)”.

El inmenso predio se fue convirtiendo en un depósito de basura (sobras de comida, escombros, huesos y otra clase de desperdicios). La Municipalidad lo limpiaba con periodicidad y rápidamente volvía a llenarse de desechos. Pero no sólo los carreros arrojaban basura, también lo hacían empresas constructoras. Esta realidad hizo crisis en enero de 2013. La Policía comenzó a vigilar entonces cuatro lugares que habían sido convertidos en vaciaderos permanentes: el pasaje Castro Barros al 900, Marco Avellaneda y Santa Fe, Rivadavia y España y Lucio V. Mansilla y México. Durante el corto tiempo que duró la vigilia, esos sectores se mantuvieron limpios. En septiembre de ese año hubo un intento de usurpación, que fue impedido por la Policía. “Cuando los usurpadores habían comenzado a dividir los terrenos que se iban a distribuir, llegó la Policía y los obligó a retirarse. Pero no se fueron lejos, estuvieron reunidos, analizando si volvían a ingresar”, señalaba la crónica.

En enero pasado, en nuestra sección Cartas, un lector escribió: “Los alrededores del parque son depósitos de toda clase de basura. Hace más de un mes, personal de la Secretaria de Saneamiento y Mejoramiento de Espacios Públicos se encargó de cortar en pasto de algunos lugares del parque, amontonando los desperdicios en determinados lugares, es hasta el día de hoy que esos residuos todavía no pueden ser recogidos; peor aún, ya que se incrementaron por culpa de personas que arrojan más basura”.

Alguna vez hemos sugerido que podría levantarse un anfiteatro para espectáculos de todo tipo, que hubiese un lugar destinado a la recreación de los chicos o sectores temáticos de homenajes a figuras destacadas de nuestra cultura. A tal fin, se podría convocar a expertos del Instituto Lillo, a ambientalistas y urbanistas de la UNT para que aconsejaran sobre lo que podría hacerse allí. Se podría solicitar también la opinión de los vecinos. La celebración del bicentenario de la Independencia podría ser un buen motivo para el Parque Norte se convirtiera finalmente en una realidad y su verdor no pereciera a causa de la basura.

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