En la Unsta quieren ponerles fin a las recibidas con huevos y harina

En la Unsta quieren ponerles fin a las recibidas con huevos y harina

Proponen a los estudiantes y a sus amigos que donen la comida con la que iban a enchastrar al recibido y les entregan cotillón.

05 Agosto 2015
Hace un mes, Andrea Carolina Gómez Romero pasó de ser una estudiante que en sus ratos libres trabajaba de promotora a ser licenciada en Terapia Ocupacional y con proyectos profesionales a la vista. Aquella mañana no sólo se recibió; también se convirtió en la primera estudiante de Tucumán en sumarse a una iniciativa cuyo objetivo es no desperdiciar alimentos: en la puerta de entrada de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) la esperaron sus amigos y familiares, pero en vez de tirarle harina, huevos, arroz, vinagre y otros alimentos, la recibieron con carteles y cotillón. La comida con la que la iban a ensuciar fue donada al Banco de Alimentos de Tucumán.

Esa casa de altos estudios lanzó el programa “Compartí tu alegría con el Banco de Alimentos”. La iniciativa se enmarca en el vínculo que mantienen la Unsta con la red global Scholas Ocurrentes, que impulsa el papa Francisco. Buscar instalar la costumbre de que los festejos de los egresados sean una oportunidad para colaborar ¿Cómo funciona? “Se programó el sistema que alerta automáticamente cuando un alumno está por rendir su última materia. Eso permite contactarlos por teléfono e invitarlos a participar junto con sus amigos y familiares. También le enviamos a cada uno a su teléfono celular una imagen para que pueda compartir con sus amigos y familiares y así sumarlos a la campaña”, contó Denise Stordeur, responsable del área Servicios de Comunicación y Estrategias online de la Unsta.

De esta manera, la Universidad canjea combos con papel picado y serpentina, entre otras cosas, por alimentos, que luego son donados al Banco de Alimentos. “Con la primera graduada (Gómez Romero) nos dimos cuenta de que íbamos por buen camino. Llegaron sus familiares con mucha mercadería para donar y la respuesta positiva de los siguientes recibidos también sirvió de impulso”, explicó la académica y tiró un dato importante: al año se reciben unos 400 jóvenes en la Unsta que, si lo desean, pueden ayudar al Banco de Alimentos.

Pensar en el otro

Liliana Oterino, secretaria Académica y una de las impulsoras de la iniciativa, agregó que “la idea es que no sólo se evite el derroche, el daño físico y a las instalaciones, sino que comencemos a instaurar la buena costumbre de pensar en el otro. Que cada alegría de un nuevo egresado sea una oportunidad para ayudar”.

Con la misma idea y casi simultáneamente con la Unsta, la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires lanzó el programa “Festejos responsables, recibite con un 10”. También se les ofrece a familiares y amigos de quienes se reciben la posibilidad de canjear la comida que iban a tirar por un combo de cotillón; lo recaudado va a manos de Red Solidaria.

El llamado de la Unsta sorprendió gratamente a Antonio Casanova, presidente del Banco de Alimentos. Sucede que la fundación que preside recolecta -con mucho esfuerzo- entre 25.000 y 30.000 kilos de alimentos mensuales que son entregados a 80 organizaciones que representan a unos 12.800 beneficiarios. “Sumar alimentos a esta campaña es fantástico. y mucho más cuando se ve que ha cambiado algo. Nos lastimaba ver cómo se desperdiciaba comida, sabiendo la necesidad de alimentos que hay en Argentina. Es muy importante y deseamos que todas las universidades de Tucumán y del país hagan lo mismo. Cinco o 200 bolsas de arroz nos ayudan a seguir con nuestro trabajo”, insistió Casanova y destacó el hecho de que se haga en una casa de altos estudios. “Cambiar la conciencia de la gente con la educación es fundamental -agregó-. Nosotros tenemos un programa en 11 escuelas de la capital y de Yerba Buena, en la que los chicos de la primaria y secundaria donan un litro de leche por mes”.

Costumbre arraigada

Alfredo Marcelo Alonso, director de Higiene Urbana de la Municipalidad capitalina, explicó que la costumbre de ensuciar a los egresados con comida y con engrudo, entre otras cosas, afecta el cronograma de limpieza; los obliga a agregar recorridos. A pesar de ello, no pueden llegar a sancionar a los responsables. “Ensuciar al egresado -razonó el funcionario municipal- es una cuestión cultural muy arraigada que se repite en varias situaciones: el Día del Estudiante o al final del ciclo lectivo, cuando rompen las hojas de las carpetas y las desparraman por toda la ciudad. Para nosotros es difícil llegar a sancionar, por lo que intervenimos con notificaciones a las instituciones. Algunas pueden lograr algo. Por ejemplo, la Facultad de Derecho de la UNT trasladó sus festejos a la Quinta Agronómica”.

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