Por Carlos Páez de la Torre H
03 Agosto 2015
RAÚL FRÍAS SILVA. Aparece en 1972, junto al aparato que inventó, conversando con LA GACETA. la gaceta / archivo
El bajo perfil que caracterizó a Raúl Frías Silva, era el que más se avenía con su personalidad siempre discreta y sencilla. Pero tuvo una vida notablemente rica y variada.
Bachiller del Sagrado Corazón, se graduó de ingeniero electromecánico en la UNT, y pronto ingresó a ese ingenio San Pablo que fundaron sus antepasados maternos. Su experiencia como jefe técnico lo llevó a inventar y patentar un aparato, el “Sincran”, que permitía determinar, con precisión no lograda hasta entonces, el tenor sacarino de la caña después de ingresada en el primer trapiche. LA GACETA del 30/10/1972 le dedicó un largo reportaje.
Adicto desde siempre al deporte y a la actividad física, fue una de las estrellas de Tucumán Rugby, desde 1942. Allí conquistó 10 títulos y fue uno de los capitanes más recordados, además de integrar durante una década el Seleccionado. Pero no sólo lo apasionó el rugby, sino también el andinismo. Escaló el Aconcagua y tocó la cumbre por primera vez. No pudo hacerlo la segunda, porque se quedó a asistir a sus compañeros indispuestos. También escaló, con los profesores Bravo y Femenías, los Ojos del Salado, para determinar su exacta altura. Esto además, por cierto, de recorrerse toda la serranía tucumana.
Representó a la UNT en los Juegos Interuniversitarios Nacionales, en saltos ornamentales de natación. Estudió pilotaje en el Aero Club, y hasta se dio tiempo para actuar en el teatro independiente, en sus mocedades.
Formador de jóvenes, se preocupó por inculcarles la hombría de bien, el culto del esfuerzo y la confraternidad de equipo. Hombre de hogar, querido y respetado por todos, Raúl Frías Silva falleció a los 86 años. Quienes lo trataron, no habrán de olvidarlo.
Bachiller del Sagrado Corazón, se graduó de ingeniero electromecánico en la UNT, y pronto ingresó a ese ingenio San Pablo que fundaron sus antepasados maternos. Su experiencia como jefe técnico lo llevó a inventar y patentar un aparato, el “Sincran”, que permitía determinar, con precisión no lograda hasta entonces, el tenor sacarino de la caña después de ingresada en el primer trapiche. LA GACETA del 30/10/1972 le dedicó un largo reportaje.
Adicto desde siempre al deporte y a la actividad física, fue una de las estrellas de Tucumán Rugby, desde 1942. Allí conquistó 10 títulos y fue uno de los capitanes más recordados, además de integrar durante una década el Seleccionado. Pero no sólo lo apasionó el rugby, sino también el andinismo. Escaló el Aconcagua y tocó la cumbre por primera vez. No pudo hacerlo la segunda, porque se quedó a asistir a sus compañeros indispuestos. También escaló, con los profesores Bravo y Femenías, los Ojos del Salado, para determinar su exacta altura. Esto además, por cierto, de recorrerse toda la serranía tucumana.
Representó a la UNT en los Juegos Interuniversitarios Nacionales, en saltos ornamentales de natación. Estudió pilotaje en el Aero Club, y hasta se dio tiempo para actuar en el teatro independiente, en sus mocedades.
Formador de jóvenes, se preocupó por inculcarles la hombría de bien, el culto del esfuerzo y la confraternidad de equipo. Hombre de hogar, querido y respetado por todos, Raúl Frías Silva falleció a los 86 años. Quienes lo trataron, no habrán de olvidarlo.
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