La Orquesta Estable rinde homenaje al pueblo armenio

ACTÚA HOY

• A las 22, en el teatro San Martín (avenida Sarmiento 601).

“Mi abuelo escapó del genocidio que sufrió el pueblo armenio hace un siglo, así que esta temática significa mucho para mí. Quiero rendir homenaje al espíritu y a la fuerza de ese pueblo para salir adelante, en vez de quedarse atrapado en el rencor”.

Las palabras pertenecen al músico Jeff Manookian, quien esta noche le “prestará” la batuta de la Orquesta Estable del Ente Cultural de Tucumán al concepcionense radicado en Francia, Nicolás Agulló, en el concierto que la formación dará en el teatro San Martín, del que participará como pianista solista.

El artista nacido en Estados Unidos, destaca que se eligió un repertorio “integrado por composiciones alegres y vitales, no por temas tristes o lentas”. Así se escuchará el “Concierto para Piano y Orquesta”, de Aram Khachaturian, considerado como el ícono de los compositores armenios, y dos obras que son parte de la suite para orquesta “Canciones de Armenia”, del propio Manookian. Completan el programa el “Bolero” de Maurice Ravel, e “Iberia”, de Claude Debussy.

- ¿Qué caracteriza a la música armenia?

- Al escucharla, se registra un sonido de Oriente Medio para el -oído común, algo con reminiscencias turcas o árabe. Pero la música folclórica armenia tiene su propio sabor, aunque todas las de la región tienen características culturales comunes.

- ¿El genocidio afectó el desarrollo cultural armenio?

- Se destruyó un país. Antes, Armenia era enorme y ocupaba más de la mitad de Turquía. Con el genocidio se confiscaron los bienes y la memoria que había en los registros. Yo mismo no tengo ningún dato que me permita saber quiénes son mis bisabuelos, sólo llego a mis abuelos. Pero todos los armenios están abocados a construir el futuro, no quedarse en el pasado. Lo que quieren es que se reconozca lo ocurrido para que no vuelva a pasar.

- ¿Cuál es la importancia de interpretar a Khachaturian?

- La obra que elegimos será escuchada por primera vez en Tucumán. Se trata de una composición maestra que se toca con frecuencia en los grandes escenarios del mundo y que presenta extremas dificultades técnicas e interpretativas para el pianista, y grandes desafíos para la orquesta. Es un súperestreno.

- ¿Qué implica en lo personal ser el solista en esta obra?

- Muchísimo. Cuando comencé a tocar el piano, con unos 12 años, en vez de tener videojuegos, siempre pedía partituras y grabaciones. Mis padres me regalaron esta composición de Khachaturian, pero nunca hasta ahora pude tocarla. Y lo voy a hacer con la partitura que me dieron entonces; está como nueva, porque la cuido mucho.

- ¿Ya trabajó antes con Agulló?

- No, nos conocimos el año pasado cuando regresó a la provincia, pero es la primera vez que vamos a compartir escenario y se presenta como una experiencia muy placentera porque pensamos casi igual musicalmente hablando. Hay una estupenda energía en los ensayos.

- ¿Se siente la diferencia generacional entre ustedes?

- Entre dos músicos siempre hay diferencias. Pero lo que hacemos es encontrar un sentido y un hilo en común para alcanzar una experiencia musical satisfactoria. Cuando dirige mis “Canciones de Armenia” no le digo ni le sugiero nada, porque quiero ver la nueva vida que le aplica a mi música. Cada uno dirige a su propia manera.