China expande sus tentáculos hacia Sudamérica

China expande sus tentáculos hacia Sudamérica

Con líneas de financiamiento y condiciones contractuales, el gigante asiático expande sus ambiciones mundiales.

31 Julio 2015
Clifford Krauss y Keith Bradsher / The New York Times

EL CHACO, Ecuador.- Donde las laderas andinas se sumergen en la selva amazónica, casi mil ingenieros y trabajadores chinos han estado vaciando concreto para una presa y un túnel subterráneo de 15 millas. Con el proyecto de U$S 2.000 millones, se verterá agua de río a ocho gigantescas turbinas chinas, diseñadas para producir suficiente electricidad para iluminar a más de un tercio de Ecuador.

Cerca del puerto de Manta, en el océano Pacífico, bancos chinos sostienen conversaciones para prestar U$S 7.000 millones para la construcción de una refinería de petróleo, la cual podría hacer de Ecuador un jugador mundial en gasolina, diesel y otros productos del petróleo.

Por todo el país, en pueblos y ciudades, el dinero chino va a construir caminos, supercarreteras, puentes, hospitales, y hasta una red de cámaras de vigilancia que se extiende hasta las islas Galápagos. Bancos paraestatales chinos ya metieron casi U$S 11.000 millones al país, y el gobierno ecuatoriano está pidiendo más.

Ecuador, con solo 16 millones de habitantes, tiene poca presencia en el escenario mundial. Sin embargo, la huella de China, en rápida expansión en el país, habla mucho sobre el cambiante orden mundial, a medida que Pekín avanza y, gradualmente, Washington va perdiendo terreno.

Si bien China ha sido importante para la economía mundial durante décadas, ahora está ejerciendo su influencia económica con la confianza y la resolución de una superpotencia mundial. Dado que está cambiando el centro de gravedad financiero, China está reivindicando agresivamente su control económico para ganarse aliados diplomáticos, invertir su vasta riqueza, promover su moneda y asegurar los muy necesarios recursos naturales.

Representa una nueva fase en la evolución de China. A medida que ha aumentado la riqueza del país y sus necesidades han evolucionado, el presidente Xi Jinping y el resto de la dirigencia han presionado para extender el alcance del país a escala mundial.

Se espera que pronto se consagre al renminbi, la moneda de China, como una divisa mundial de reserva, colocándola en una categoría elitista con el dólar, el euro, la libra y el yen. El banco paraestatal de desarrollo de China ha superado al Banco Mundial en préstamos internacionales. Y su esfuerzo por crear una institución fondeada internacionalmente para financiar el transporte y otra infraestructura ha atraído el apoyo de 57 países, incluidos varios de los aliados más cercanos de Estados Unidos, a pesar de la oposición del gobierno de Obama.

China representa “una civilización e historia que despierta admiración entre quienes la conocen”, proclamó el presidente Rafael Correa de Ecuador en Twitter, mientras aterrizaba su jet en Pekín, donde se llevó a cabo una reunión de funcionarios en enero.

Los dirigentes de China describen a las inversiones en ultramar como simbióticas. “La actual cooperación industrial entre China y América Latina se da en el momento correcto”, dijo el primer ministro Li Keqiang, en una visita a Chile, a finales de mayo. “China tiene capacidad para fabricar equipo y tecnología integrada, a precios competitivos, mientras que América Latina tiene la demanda de expandir su infraestructura y actualización industrial”.

Sin embargo, la exhibición de fortaleza financiera también hace que China -y el mundo- sea más vulnerable. Durante mucho tiempo motor del crecimiento mundial, China está asumiendo riesgos nuevos al exponerse a regímenes políticos inestables, mercados emergentes volátiles y otras fuerzas económicas que están más allá de su control.

Sus propias reglas

Con su estatus elevado, China está forzando a los países a jugar bajo sus reglas financieras, que pueden ser onerosas. Muchos países en desarrollo, a cambio de préstamos, pagan tasas de interés exorbitantes y ceden los derechos a sus recursos naturales durante años. China tiene asegurado cerca de 90% de las exportaciones de petróleo de Ecuador, que, en su mayor parte, es para pagar sus préstamos.

“El problema es que estamos tratando de remplazar al imperialismo estadounidense con el imperialismo chino”, dijo Alberto Acosta, quien fungió como ministro de energía de Correa durante su primer mandato. “Los chinos están de compras por todo el mundo, transformando sus recursos financieros en recursos minerales e inversiones. Llegan con financiamiento, tecnología y técnicos, pero también con altas tasas de interés”.

El ministro ecuatoriano de relaciones exteriores llama al cambio hacia China una “diversificación de sus relaciones internacionales”, en lugar de la sustitución de Estados Unidos o Europa. “Decidimos que lo más conveniente y saludable para nosotros”, dijo el ministro de relaciones exteriores Ricardo Patiño, es “tener relaciones amistosas mutuamente benéficas de respeto con todos los países”.

“Lo que Ecuador quiere son fuentes de capital con menos condiciones”, dijo R. Evan Ellis, un profesor de estudios latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra de la Armada de Estados Unidos. “Pero también existe un deseo de alejarse de la dependencia en las condiciones fiscales y políticas del FMI, del Banco Mundial y de Occidente”.

No obstante, el dinero chino conlleva sus propias condiciones. Junto con el pago de intereses exorbitantes, se exige, en gran parte, que Ecuador emplee compañías y tecnologías chinas en los proyectos.

Las normas internacionales limitan el cómo Estados Unidos y otros países industrializados pueden vincular sus préstamos a tales acuerdos. Sin embargo, China, a la que todavía se considera un país en desarrollo a pesar de ser el fabricante más grande del mundo, no tiene que seguir esos estándares.

Los contratos

En Ecuador, un consorcio de compañías chinas supervisa un proyecto de control de inundaciones e irrigación en la provincia sureña de Cañar. Una empresa de ingeniería china construyó un puente de cuatro carriles, con un costo de U$S 100 millones, sobre el río Babahoyo, cerca de la costa.

Es típico que tales contratos favorezcan a los chinos.

PetroChina y la otra compañía paraestatal Snipec, bombean alrededor de 25% de los 560.000 barriles diarios que produce Ecuador. Además de quedarse con la mayor parte de las exportaciones de petróleo, las compañías chinas también le cobran a Ecuador entre U$S 25 y U$S 50 por concepto de tarifas por cada barril que extraen.

Los términos de China están colocando a los países en posiciones precarias.

En Ecuador, el petróleo representa aproximadamente 40% de los ingresos del gobierno, según el Departamento de Energía de Estados Unidos. Y, de pronto, esas ganancias se están cayendo junto con el precio del petróleo. Con el crudo en cerca de U$S 50 el barril, a Ecuador no le queda mucho para pagar los préstamos.

“Claro que nos preocupa su capacidad para liquidar sus deudas; China no es tonta”, comentó Lin Boqiang, el director del Centro de Investigación de Economía de la Energía de la Universidad de Xiamen en la provincia de Fujian y estratega de políticas gubernamentales. Sin embargo, el quid de la cuestión es que, por último, los recursos se convertirán en activos valiosos”.

Si Ecuador u otros países no pueden cubrir sus deudas, podrían incrementarse sus obligaciones con China. Un alto ejecutivo banquero chino, quien solo habló a condición del anonimato por razones diplomáticas, dijo que, lo más probable sería que Pekín reestructurase algunos préstamos en sitios como Ecuador.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios