Una mirada sobre la auténtica vida interesante

Una mirada sobre la auténtica vida interesante

El último libro del escritor tucumano Máximo Cheín.

LECTURA PLACENTERA. Hay una apuesta existencial, de modo agrio y sesgado, en la obra de Chehín. LECTURA PLACENTERA. Hay una apuesta existencial, de modo agrio y sesgado, en la obra de Chehín.
26 Julio 2015
NOVELA
LA VIDA INTERESANTE
MÁXIMO CHEHÍN
(Bajo la Luna - Buenos Aires)


Posiblemente haya rasgos autobiográficos en la forja del protagonista de este libro, que narra su vida en meticulosa primera persona y con un tono siempre minimalista y al mismo tiempo pintoresco. Este hombre joven vive solo, es del interior y vive en Capital Federal, viene de una relación fracasada con Laura, a quien no puede dejar de imaginar, de pensar, de recordar. Su trabajo es burocrático pero él sobrevive merced al alejamiento de sus obligaciones. Busca, como el personaje de TV George Costanza, la misma paga por menos responsabilidades; es decir, lo opuesto que buscan los ambiciosos, aquellos Famas de Cortázar. Pasa sus horas de oficina leyendo blogs en la web o jugando solitario mientras escribe reportes que sus superiores no leerán.

En su modesto departamento, durante horas, espía las clases de música que da una vecina a sus alumnos, algunos de ellos niños y otros engolados tenores. Mantiene contacto telefónico con su madre, viuda hace un par de años. Al final del día disfruta de alguna vieja película, el cine está siempre presente. Sin embargo analiza la vida desde un costado, desde una alienación no forzada por el trabajo y el sistema, sino desde una visión husserliana de la realidad, desde una epojé existencial permanente.

Este hombre es un Monsieur Meursault argentino y provinciano, que pasa sus horas ensayando una mirada sobre la auténtica vida interesante; aunque no la busca para sí, al menos de un modo fáctico, ya que su pesquisa no es tal, sino una especie de éxtasis (en el sentido más griego de la palabra) frente al mundo que está ahí, afuera.

Una novela puede parecerse también a otra novela -digamos, a alguna de Fogwill- y también a algún capítulo de la serie Seinfeld o a una película de Woody Allen. Y una novela también puede ser un viaje rítmico y profundo a través de la vida de su protagonista, que se parece mucho a muchos de nosotros.

Algo de lo anterior hay en esta última novela de Máximo Chehín, cuya lectura resulta cómoda y placentera, pero también refleja una apuesta existencial de modo sesgado y agrio, con guiño sutil y agudo sobre los problemas que enfrenta esta clase de hombre de mediana edad, contemporáneo, soltero involuntario mas no romántico, cómodo cínico mas no indiferente, que es su protagonista, y quizás también su autor.

Finalmente, la novela entra en aquella categoría que ensaya cierta máxima en cierta página: “Sólo lo interesante es digno de ser contado, o mejor, sólo lo que es digno de ser contado es interesante.”

© LA GACETA

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