“Perfidia” destila los pecados de una sociedad hipócrita

“Perfidia” destila los pecados de una sociedad hipócrita

08 Julio 2015
Encaminado a una nueva tetralogía que se conectará con temas y personajes de 11 libros anteriores, el escritor norteamericano James Ellroy (foto) acaba de lanzar “Perfidia”, una novela sobre los días del bombardeo a Pearl Harbor. “Perfidia” es todo lo que puede esperarse de ella: el retrato de una sociedad corroída por los asesinatos, las conspiraciones y el racismo.

Ellroy es de los narradores más virulentos y descarnados que ha dado el policial, portador de una prosa tan oscura que al lado suyo palidece la obra de Raymond Chandler o Dashiell Hammett y de todas las señas particulares que vinculan a los autores del género: solitario empedernido, narcisista y desentendido de la labor literaria de sus contemporáneos.

“Buenas tardes, mirones, merodeadores, pederastas, oledores de bragas, canallas y proxenetas. Soy James Ellroy, el perro diabólico, el búho loco, la voz gutural de la muerte, el caballero blanco de la extrema derecha... Soy el autor de 16 libros, todos obras maestras que preceden a mis futuras obras maestras. Mis libros te dejarán con la piel escariada y secada al vapor, con la corbata tiesa. Son libros para toda la puta familia, sobre todo si eres de la familia Manson”.

Con estas palabras, ligeramente modificadas por la improvisación del momento, suele abrir Ellroy sus presentaciones.

“Perfidia” (Random House) funciona como una precuela de “L. A. Quartet”. Ellroy se remonta al 6 de diciembre de 1941 -la víspera del bombardeo de Pearl Harbor- para narrar el brutal asesinato de la familia Watanabe en Los Angeles y lo que ocurre durante los 23 días siguientes.

Se trata de un raid sombrío que funciona como excusa para la reaparición de personajes históricos, como el jefe de policía W. H. Parker y el también integrante de la fuerza Dudley Smith.

Corrupción compartida entre la política y la policía, criminales narcotizados hasta la locura, cruentas mutilaciones y tiroteos reiterados se fermentan en las casi 800 páginas que el autor de “La dalia negra” dedica a esta historia. El trasfondo es la errática estrategia que condenó a los campos de concentración a los nativos japoneses residentes en Estados Unidos en la víspera del bombardeo a Pearl Harbor.

“Perfidia” es avasallante en su concepción de la arquitectura narrativa pero al mismo tiempo no tiene mucho de original en su agenda temática: aquí Ellroy entrega un nuevo capítulo de su despiadada caracterización de la sociedad norteamericana, tan déspota, racista y reaccionaria que el pesimismo de los personajes aparece como una opción sin retorno.

El clima de constante putrefacción que atraviesa esta y otras ficciones de Ellroy no está muy lejos de algunos episodios que abonan su traumática autobiografía: su madre murió asesinada en circunstancias que nunca se esclarecieron y durante su adolescencia llevó adelante una vida lumpen.

“Tengo 67 años, quiero incendiar toda América y mandar todo a la mierda, y siempre he sido así -sostiene Ellroy como una declaración de principios-. Casi todo el tiempo me encierro en una habitación y lo único que hago es trabajar. Me invaden pensamientos, me da miedo morir y puedo ver lo que hay más allá de la vida. ¡Estoy jodidamente sano, pero me doy cuenta de que esto no va a durar siempre! Los libros que escribo son esfuerzos sobrehumanos de concentración, construcción y pasión”. (Télam)

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