Pide ayuda para demoler la chimenea de Villa Amalia

Pide ayuda para demoler la chimenea de Villa Amalia

La estructura está en el patio de un vecino, que costea la obra. Dice la Municipalidad que la tarea es responsabilidad del propietario

LA MOLE QUE DOMINA EL BARRIO. La chimenea está dentro de un inmueble en Buenos Aires al 2.100; a su alrededor se levanta un andamio. la gaceta / foto de Diego Aráoz LA MOLE QUE DOMINA EL BARRIO. La chimenea está dentro de un inmueble en Buenos Aires al 2.100; a su alrededor se levanta un andamio. la gaceta / foto de Diego Aráoz
06 Julio 2015
En el barrio nadie la va a extrañar. Saben que es un ícono de otra época, que con la cantidad de ladrillos que tiene se podría hacer al menos un baño y que es el punto de referencia indiscutible de Villa Amalia. Sin embargo, nadie va a añorar esa chimenea el día en que, por fin, desaparezca. Es que ya han caído ladrillos, ya se han visto grietas y hay quienes se sugestionan con la impresión de que esté un poco inclinada. El peligro parece inminente, pero según las autoridades, no es para tanto. Igual, la chimenea que perteneció al desaparecido ingenio Amalia se tiene que ir.

Cuando Omar Caspary compró su casa en la calle Buenos Aires al 2.100, entendió que el excelente precio se debía a que en el fondo duerme un gigante al que hay que rezarle para que no se desplome. Él se instaló con su familia ahí hace unos seis años, esperando una ayuda del Estado para concretar la demolición de la chimenea. Hasta ese momento, eran 43 metros de peligro. Hoy, $ 85.000 después -según informa el propietario- la torre se ha reducido a la mitad, pero él dice que ya no puede seguir gastando dinero. “He pedido ayuda en la Municipalidad y en la Provincia, en varias dependencias, pero entre ellos se pasan la pelotita. Yo quisiera aprovechar que los andamios están instalados...”, explica.

Propiedad privada

La chimenea ha quedado “encerrada” en la propiedad que compró Caspary. Luego del cierre de la fábrica azucarera, el predio comenzó a ser ocupado. Hace cuatro años, en virtud de los planes de regularización dominial ejecutados por la Provincia, a algunos vecinos ya le entregaron el título de propiedad. Caspary está a la espera de que finalice ese trámite. De todos modos, para la Municipalidad la chimenea se encuentra dentro de un terreno privado y demolerla es responsabilidad de su dueño.

“Hace algunos años, creo que en 2013, durante una tormenta eléctrica cayó un rayo en la chimenea y como se robaron los cables del pararrayos, hizo volar unos cuantos ladrillos. Al vecino de al lado le rompió el techo de chapa y los tirantes; y a mí, una canaleta. El año pasado hubo un temblor y volvieron a caer ladrillos, entonces nos decidimos a demolerla”, cuenta el propietario, un hombre de 66 años que trabaja en el Mercofrut.

Según su relato, comenzó a peregrinar por varias oficinas públicas buscando al menos asesoramiento, ya que no cualquier empresa estaba dispuesta a derrumbar al gigante de Villa Amalia. “Tuve una mala experiencia con el primer contratista y terminé gastando $ 45.000 sólo para colocar los andamios. Después, para comenzar a demoler, otros $ 40.000. Es mucha plata, pero estamos presos de esto, porque he tratado de vender la casa y nadie quiere comprarla por la chimenea. La ofrecía a $ 120.000, pero nadie la quería”, lamenta.

La obra, según Caspary, comenzó en diciembre del año pasado. Hasta el momento han conseguido demoler solamente la mitad en un trabajo lento y que debe hacerse con sumo cuidado. No pueden recuperar los ladrillos, porque, al caer, se rompen. Además, son trapezoidales.

Caspary asegura que la única dependencia que le prometió una ayuda concreta es la Dirección de Arquitectura y Urbanismo (DAU), que relevó la chimenea en febrero de este año. Sin embargo, el ingeniero Fernando Bernardo, subdirector del organismo provincial, afirmó que no tienen pensado intervenir. “Los técnicos lo evaluaron y concluyeron que es muy peligroso demolerlo, porque hay que instalar andamios especiales y porque hay casas precarias alrededor”, dijo el funcionario, aunque admitió que también es un peligro que la estructura, que carece de mantenimiento, siga en pie.

“La Municipalidad no puede intervenir porque la chimenea está dentro de un predio privado. Somos conscientes del peligro latente, y es por eso que Catastro ha instado al vecino a demolerla, pero la obra corre por cuenta suya. Catastro sólo controló que los andamios estuvieran seguros”, explicó Eduardo Valdez, subdirector de Defensa Civil Municipal. Mientras tanto, en Villa Amalia siguen mirando al cielo y rogando que el gigante no se desplome.

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