Apoyaron hasta el sufrimiento

Apoyaron hasta el sufrimiento

El microcentro tuvo otro ritmo durante la final

PARA AGARRARSE LA CABEZA. En algunas acciones de peligro que generó Argentina contra el arco de los chilenos hicieron sufrir a los espectadores, que se quedaron con las ganas de festejar un gol. la gaceta / fotos de héctor peralta PARA AGARRARSE LA CABEZA. En algunas acciones de peligro que generó Argentina contra el arco de los chilenos hicieron sufrir a los espectadores, que se quedaron con las ganas de festejar un gol. la gaceta / fotos de héctor peralta
Para saber si la selección de Gerardo Martino tiene “aguante” entre los tucumanos, nada mejor que juegue un sábado a la tarde. No fue un desierto de asfalto como aquel domingo 13 de julio de 2014 (Argentina perdía la final del Mundial ante Alemania) con el mismo final triste que el cercano y latente sábado 4 de julio de 2015. Hubo gente que no postergó el paseo sabatino, se le animó al frío y no cambió la rutina mientras Argentina buscaba ganar la Copa América a más de 1.000 kilómetros de “El Jardín de la República”. Otros se quedaron con el grito de gloria atragantado, pero no lamentaron el apoyo brindado.

Ni los bares eran el parámetro más atinado para entender que la selección conmovió a los tucumanos. El clima invitaba a quedarse en casa -sí, en cama o en el sofá más cómodo con la frazada preferida- más que a salir.

Los comercios fueron los puntos adecuados para entender que Argentina-Chile alteró la rutina. Los negocios de todos los rubros estuvieron casi desolados en los 120 minutos que duró la final. La desordenada coreografía musicalizada por el reggaeton de moda o el último hitazo pop en los locales de venta de ropa, se ordenó al ritmo de los relatos radiales del partido. Mientras tanto, chicas y chicos estáticos, con la mirada clavada en las pantallas de sus celulares y en silencio era la postal común. En las casas de electrodomésticos, los empleados, como los fanáticos desde afuera, observaban con privilegio de no sufrir el frío las idas y vueltas del juego.

Algunos optaron por no abrir hasta el final del juego. Y otros aprovecharon la atracción que causa la selección. “Entran a ver y compran algo”, explicó Darío. El encargado del local de venta de calzados de peatonal Mendoza, trajo para la foto al hincha número uno de la selección, según él. “Acá lo tenemos al Papa Francisco”, alertó frenando el disparo del fotógrafo de LA GACETA. Los empleados del local no se perdieron ningún partido porque trajeron, autorizados por el dueño, un viejo televisor de la casa de uno de ellos para apoyar al equipo. Y gracias a ello, algo se vendió, contra todos los pronósticos.

¿Y qué pasó en la plaza Independencia? Obvio que no hubo festejos, pero sí reflexión. “Faltaron ganas de meter el gol”, sintetizó Federico Orellana. “Fue un sufrimiento; había que poner un poco más de ganas”, exigió “Maxi” que regresó a casa, pero pasó por la plaza en señal de apoyo. Envuelto en una bandera argentina que no combatía el frío, pero sí emanaba el calor de la pasión, Sebastián López hizo la reflexión cumbre: “pocos de estos jugadores van a llegar Mundial. Sí, se van sin ganar nada, pero se van como 11 leones que pelearon todo”.

Tamaño texto
Comentarios
NOTICIAS RELACIONADAS
Comentarios