Argentina perdió nuevamente una final, esta vez en la definición por penales contra Chile

Argentina perdió nuevamente una final, esta vez en la definición por penales contra Chile

Aunque duela decirlo, el equipo de Martino no contó con una idea clara para romper la muy buena táctica preventiva que le puso en cancha el rival.

UNA FIERA. Otamendi, de gran torneo, se anticipa a Vargas. El central argentino fue una garantía siempre en la defensa. efe UNA FIERA. Otamendi, de gran torneo, se anticipa a Vargas. El central argentino fue una garantía siempre en la defensa. efe
Si Gonzalo Higuaín hubiese llegado un segundo antes al pase que le tiró Ezequiel Lavezzi a los 92’ del tiempo regular, hoy se estaría hablando de que se cortó la racha; de que se jugó mal pero que igual se ganó; de que esta generación de chicos, con Lionel Messi a la cabeza, merecían un título.

Lamentablemente, hoy se hablará de que “Pipita” no llegó, de que el juez Wilmar Roldán se comió un penal gigante a Marcos Roj, de que Chile nos terminó soplando la Copa América en su casa. Sí, Chile, el que nunca había ganado nada. Dejando de lado la definición desde el punto del penal, el dueño de casa fue superior.

Aunque duela decirlo, Argentina fue un cuarto oscuro. No contó con una idea clara para romper la muy buena táctica preventiva que le puso en cancha el rival. Sucumbió ante el cierre de los carriles, ante el bloqueo que le impusieron a Messi. Sucumbió, además, en el mediocampo. Javier Mascherano y Lucas Biglia estuvieron en todos lados para robar balones, pero los que no estuvieron fueron Ángel Di María, Javier Pastore y el propio Messi, los que debían hacer funcionar la maquinaria ofensiva.

De hecho, sin haber sufrido las de Caín, la Selección no entró jamás en ritmo. El mérito, claro, de Chile. Y la falla, a simple vista, fue de Gerardo Martino. Cuando se lastimó Di María y pidió el cambio, antes de los 30’ de juego, lo ideal hubiese sido ver a Ever Banega y no a Lavezzi. Puede que suene a hablar con el diario del lunes, pero “Pocho” tampoco fue salida y Argentina continuó dejando en libertad de acción una zona que nunca debe negociarse en un partido de fútbol. Si la variante por “Angelito” no fue acertada, tampoco se entiende la de Higuaín por Sergio Agüero. Lo ideal hubiera sido buscar un socio para Messi que lo ayude a mover el balón. El indicado era Carlos Tevez.

El 0-0 del reglamentario estiró la final al suplementario, donde tampoco pasó nada. Llegó la definición desde el punto del penal y ahí sí que se terminó el cuento. Messi no falló, pero sí lo hicieron Higuaín y Banega. Alexis Sánchez picó su intento y terminó por revalidar que Argentina en las finales vive una pesadilla desde hace ya 22 larguísimos años.

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