Acción en tiempos de ópera

Acción en tiempos de ópera

“La hija del regimiento”, una de las óperas más populares de Gaetano Donizetti, consagró en París al compositor italiano. Desde 1840 los cantantes le temen al aria de los nueve “do de pecho”. Por ese pasaje Pavarotti le dio a la obra el estatus que genera expectativa por escucharla.

La ópera tendrá su tercera y última función hoy en el Teatro San Martín. Su estreno del jueves fue dedicado a Alejandro Romay. Como siempre la orquesta, invisible en el foso, trabaja de principio a fine produciendo música desde los redoblantes de la obertura, bajo la eficaz batuta de Alejandro Jassán. Las -en este caso regisseuses- María Concepción y María Paz Perre optaron por una puesta arriesgada, con una inusual dinámica escénica y demanda de dirección actoral. Las hermanas Perre concibieron un solo e ingenioso elemento escenográfico con diseños geométricos: es montaña, pórtico o palacio, con puertas-trampa y ventanitas.

El argumento está centrado en el amor en tiempos de guerra, y mezcla la ironía, la parodia sutil y las situaciones disparatadas. Se respeta el libreto original, que sitúa la acción durante la invasión napoleónica en Austria, sin caer en la tentación de artificios modernizadores. Como es una opereta, los artistas cantan en francés (hay subtitulado) y hablan en castellano. Los protagonistas, invitados, conocen a fondo sus roles. La soprano Mercedes Arcuri da una Marie expresiva, que hace gala de sus recursos técnicos y despliega coloratura. El tenor Sebastián Russo planea por los agudos y sobreagudos, y trepa sin drama la escarpada aria “Ah les amis”. Los protagonistas tucumanos, a tono: la mezzosoprano Claudia Manrique es una altanera marquesa, junto a su fiel mayordomo, el barítono Víctor Gutiérrez. El sargento Sulpice, Marcelo Opedissano, impone su personaje, impecable como bajo y con peso propio de comediante. Es evidente que Ricardo Sbrocco, el director del coro, cocinó en ensayos las partes. Después, los coreutas se enfrentaron con una participación inusual que pedía la régie. Los cantantes no permanecen estáticos en un rincón. Esta vez cantan mientras se desplazan, y cada uno actúa su propio papel. Sobre todo los hombres, como buen regimiento en alarma de guerra.

Hay guiños: abre el acto II y Marie canta “O mio bambino caro...” (“La Boheme” de Puccini); luego encara otra aria, de otra ópera, hasta que el desde el foso interviene el director Jassán, y le recuerda que la ópera es “La hija del regimiento”. Pese a la advertencia, soprano y mezzo atacan el “Dúo de las flores” (Lakmé, Delibes). Para rematar, aparecerán en escena unos notarios de pelucas blancas y unos muy bizarros y graciosos duques de Crakentorp. A pasarla bien, a reírse, a emocionarse: esta tarde es la última oportunidad, desde las 18, en el coliseo de avenida Sarmiento 601.

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