“El lenguaje de los museos tiene que cambiar”, sostuvo Milo Lockett

“El lenguaje de los museos tiene que cambiar”, sostuvo Milo Lockett

El plástico pintó un mural en el Hospital de Niños, aseguró que el arte puede modificar una vida y alabó el espíritu innovador de los tucumanos.

LISTO PARA VER. El mural pintado por Lockett se encuentra en el Hospital de Niños, en Chacabuco y Rondeau. la gaceta / fotos de analía jaramillo LISTO PARA VER. El mural pintado por Lockett se encuentra en el Hospital de Niños, en Chacabuco y Rondeau. la gaceta / fotos de analía jaramillo
05 Julio 2015
Es un azul -precoz, eléctrico, arrebatado- el que profana todo. Se esparce pringoso sobre un rectángulo blanco que ya no lo será más, delimitado en una pared que ayer ha cambiado para siempre. Luego vendrá un verde parecido al del pasto, un amarillo que recuerda al maíz, un rojo que hace pensar en manzanas. La mente se deja llevar por la explosión de colores y atrás de esa liberación y de las brochas, el mismo hombre: Milo Lockett.

El plástico chaqueño pintó ayer un mural en el Hospital de Niños -sobre Chacabuco, casi Rondeau-, una de las actividades centrales de la movida artística Crea Tucumán, coordinada por la secretaria General de la Gobernación, Carolina Vargas Aignasse. No lo hizo solo: varios vecinos y fanáticos del artista (entre ellos, muchos niños) espantaron el frío y la neblina a pincelazos. “El arte modifica la vida de las personas. Y también el entorno del barrio: recuperamos una pared que era gris o que estaba tapada. Cambia la vereda y cambia el paso del peatón por ella”, dice Lockett, convencido, a LA GACETA.

- ¿Un mural puede cambiarle el día a alguien?

- Creo que sí. Cuando hacemos pequeñas prácticas, como estas intervenciones, modificamos el día del transeúnte que va al supermercado o al trabajo y se encuentra con otra situación en la calle. Además, le damos la oportunidad a un niño o a un adulto de animarse a pintar una pared, a participar de una obra. A mí ya casi no me interesa el resultado, la obra de arte, eso no es lo importante; me interesa más lo que pasa durante el lenguaje artístico de la acción. Lo más importante es la acción en conjunto.



- ¿El artista argentino suele salir de su taller para participar de estas iniciativas?

- La solidaridad es un valor que está en todas las áreas. Argentina es un país fragmentado: hay distintas organizaciones haciendo lo mismo. Ese es el gran problema, pero es un país muy solidario, que ante la tragedia se une, sin importar las diferencias. Hay que ver si en algún momento rompemos esa barrera y únicamente somos solidarios.

- ¿Por qué comprar arte se diferencia de comprar cualquier otro objeto?

- El arte y el diseño están metidos en lo cotidiano. Hace 50 años, por ejemplo, la cocina era un lugar escondido de la casa, pero ahora forma parte de su estética: hay desde batidoras manuales hechas con cerámica hasta vasos y jugueras con detalles artísticos. Nosotros aún tenemos muchos prejuicios porque separamos el arte de los objetos, pero en los últimos 20 años está incorporado a todo; trascendió la ropa, que es el primer lugar al que había avanzado. Hoy se lo puede encontrar en todo lo de uso habitual y es muy bueno que el arte pierda ese prejuicio de que únicamente puede ser visto en una pared dentro de un museo, que es para muy pocos. El lenguaje de los museos es otra cosa que tiene que cambiar: deben ser lugares de participación, no sólo visual. Deben ser lugares de integración y de comunicación. Cuando el arte sale a la calle, la calle entra al arte.

- Tucumán no tiene un museo de arte contemporáneo, ¿es imprescindible en una gran ciudad?

- Creo que Tucumán ya debería tenerlo, por su escala e importancia. Tiene muchos artistas contemporáneos, ¿por qué no un museo? Estaría buena una propuesta oficial en un espacio con las características de los museos de afuera, que han cambiado mucho en los últimos 15 años. Uno viaja y ve que los grandes museos, que antes eran lugares muy serios y señoriales, hoy tienen propuestas para todas las edades y que hay grandes filas para entrar a ellos. Cambió la comunicación, la forma de relacionarse de esas instituciones con el público. En eso tenemos que pensar en los próximos años: cómo modificamos culturalmente nuestras pautas. Si no, el mundo cambia y nosotros quedamos en un mismo lugar; las cosas se tienen que mover todo el tiempo. El Malba, en Buenos Aires, es la mejor referencia de esto, un museo que ha modificado las costumbres de muchos otros en Argentina y en Latinoamérica. Debemos estar permeables al cambio para sobrevivir. Si cambian las instituciones, se modifica la cultura. Si no cambian, esos lugares se van a cerrar con el tiempo, porque no tendrán demanda.

- ¿Distinguís una identidad en el arte tucumano o del NOA?

- Sí. En general, Argentina tiene mucha identidad y a la vez cada región tiene sus propios lenguaje, vestimenta, comidas, proyectos culturales y necesidades. A los tucumanos le gusta mucho la cultura, el arte, hay muchos artistas de nombre. Son vanguardistas, innovadores y les gusta armar proyectos. Sobre todo eso: son generadores.

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