Una cultura de audacia alimenta a la tecnología

El fervor antimonopólico europeo parece haber alcanzado un estado de agitación extrema contra empresas de EEUU

UNA DÉCADA ATRÁS. Mark Zuckerberg desarrolla Facebook en su oficina de Palo Alto, California. foto de Jim Wilson / The New York Times UNA DÉCADA ATRÁS. Mark Zuckerberg desarrolla Facebook en su oficina de Palo Alto, California. foto de Jim Wilson / The New York Times
03 Julio 2015
NUEVA YORK.- Con el reciente anuncio de que la Unión Europea está investigando a Amazon por posible comportamiento anticompetitivo en la venta de libros electrónicos, el fervor antimonopólico en Europa parece haber alcanzado un estado de agitación extrema. Apple, Google y Facebook están sujetos a investigación, y Amazon es ahora el centro de al menos tres averiguaciones. La principal reguladora antimonopólica de Europa, Margrethe Vestager, quiere que creamos que es solo una coincidencia que tantos blancos de investigación sean compañías tecnológicas estadounidenses. “Esto solo refleja que hay muchas compañías fuertes en Estados Unidos que influyen en el mercado digital en todas partes”, dijo a Bloomberg.

Pero, aun cuando sea cierto, ¿por qué sería? ¿Por qué Europa no ha fomentado el tipo de innovación que ha engendrado a compañías tecnológicas exitosas? Expresado de otra manera, ¿cuándo los reguladores estadounidenses han investigado y presentado demandas judiciales contra una compañía tecnológica europea por preponderancia de mercado? (La respuesta: nunca) “No hay muchas empresas tecnológicas europeas con poder de mercado en Estados Unidos de las que valga la pena hablar”, dijo Scott Hemphill, profesor visitante de normas antimonopólicas y propiedad intelectual en la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva York.

He aquí una comparación clara: en Estados Unidos, tres de las 10 compañías principales por capitalización de mercado son tecnológicas fundadas en el último medio siglo: Apple, Microsoft y Google. En Europa, no hay ninguna entre las 10 principales. Sin embargo, si alguna región del mundo pudiera competir exitosamente con Estados Unidos en habilidad tecnológica, parecería ser Europa. La Unión Europea (UE) tiene universidades venerables, una fuerza laboral bien educada, consumidores ricos y técnicamente hábiles y grandes cantidades de capital de inversión.

Europa tiene una larga historia de inventos que cambiaron al mundo, incluidos la imprenta, los lentes ópticos usados en microscopios y telescopios y el motor de vapor. ¿Pero recientemente? No tanto. King Digital Entertainment, creador de los videojuegos Candy Crush y ahora basado en Londres, fue fundado hace una década en Suecia, que ha surgido como un semillero de la innovación de los videojuegos. Se atribuye a un alemán, Karlheinz Brandenburg, la invención del formato MP3 para la música digital y la aplicación de telecomunicaciones Skype fue creada por dos escandinavos y tres estonios. Pero Apple creó el reproductor de MP3 iPod y eBay compró Skype en 2005. (Ahora es propiedad de Microsoft)

Esto no ha pasado inadvertido en Europa. En mayo, la UE dio a conocer su estrategia del “Mercado Digital Único” destinada a impulsar a emprendedores europeos y reducir las barreras hacia la innovación. Los países europeos han tratado de imitar la masa crítica de un Silicon Valley con centros tecnológicos como el Oxford Science Park en Gran Bretaña, “Silicon Allee” en Berlín e Isar Valley en Múnich, y “Silicon Docks” en Dublín. “Todos quieren un Silicon Valley”, dijo Jacob Kirkegaard, un economista danés y miembro del Instituto Peterson para la Economía Internacional. “Pero ninguno de ellos puede igualar la escala y enfoque en las tecnologías nuevas y verdaderamente innovadoras que se tienen en Estados Unidos. Europa y el resto del mundo están tratando de darle alcance, para gran frustración de los formuladores de políticas ahí”, completó.

Petra Moser, profesora asistente de economía en Stanford y su Centro Europa, coincidió en que “los europeos están preocupados”. “Están tratando de recrear Silicon Valley en lugares como Múnich, hasta ahora con poco éxito”, dijo. “Las diferencias institucionales y culturales siguen siendo demasiado grandes”, agregó.

El estigma

Hay barreras institucionales y estructurales a la innovación en Europa, como fondos de capital aventurero más pequeños y leyes de empleo rígidas que restringen el crecimiento. Pero tanto Kirkegaard como Moser, aunque señalan que siempre hay excepciones individuales que borran las generalidades sobre europeos y estadounidenses, dijeron que las principales barreras eran culturales.

Lo que a menudo se pasa por alto en el éxito de las empresas incipientes estadounidenses es el número aún mayor de fracasos.

“Fracasa rápido, fracasa a menudo” es un lema de Silicon Valley, y la libertad para innovar está inextricablemente vinculada a la libertad para fracasar. En Europa, el fracaso conlleva un estigma mucho mayor que en Estados Unidos. Los códigos de bancarrota son mucho más punitivos, en comparación con Estados Unidos, donde la bancarrota es simplemente un rito de transición para muchos emprendedores exitosos.

Moser recordó que un empresario que tuvo que declararse en bancarrota en su ciudad natal en Alemania se suicidó. “En Europa, el fracaso es considerado una tragedia personal”, dijo. “Aquí es una especie de insignia de honor. Un ambiente como ese no alienta mucho el correr riesgos y el emprendedurismo”, comparó.

Cuando David Byttow, co-fundador de la aplicación social anónima Secret, anunció esta primavera que estaba cerrando la empresa incipiente basada en San Francisco, no pareció sentirse ni un poco humillado. “Creo en el fracasar rápidamente para seguir adelante y cometer solo errores nuevos y diferentes”, escribió en una publicación de blog. Además, ser despedido en Silicon Valley conlleva poco o ningún estigma; el propio Steve Jobs fue obligado a salir de Apple.

Los europeos también son mucho menos receptivos al tipo de innovación verdaderamente perturbadora representada por un Google o un Facebook, dijo Kirkegaard. Citó el ejemplo de Uber, el servicio de transporte individual que, pese a que su nombre suena alemán, es una empresa estadounidense. Uber ha sido recibida en Europa como la llegada de un virus, y su recepción dice mucho sobre el poder de los taxistas tradicionales.

Una de las mayores innovaciones de Europa fue la precursora de la universidad moderna: Boloña, fundada en 1088. Pero como centros de investigación e innovación, hace tiempo que las universidades de Europa cedieron el liderazgo a las de Estados Unidos.

Con su énfasis en los exámenes de ingreso y la selección, el sistema educativo en Europa tiende a ser muy rígido. “Si no se tienen buenos resultados a los 18 años, quedas fuera”, dijo Moser. “

Ella está haciendo investigación en creatividad. “El sistema de educación estadounidense es mucho más flexible”, indicó.

Nada de esto será fácil de cambiar, incluso asumiendo que los europeos quieran cambiar.

“En Europa, se aprecia la estabilidad”, dijo Moser. “La desigualdad es mucho menos tolerada. Hay una cultura de compartir. La gente no es tan despiadada. El dinero no es lo único que importa. Esto podría ser bueno”. Pero los europeos no pueden tener ambas cosas. Dijo que los innovadores exitosos rápidamente descubren que es difícil romper estas normas culturales.

Kirkegaard estuvo de acuerdo.

“Los europeos son conservadores con ‘c’ minúscula”, dijo. “Les gustan mucho las cosas como están”.

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