La crónica del Congreso

La crónica del Congreso

Tendría enorme valor futuro “El Redactor”.

“EL REDACTOR DEL CONGRESO NACIONAL”. Lo confeccionaba, al principio, fray Cayetano Rodríguez, ayudado por su amigo tucumano, el doctor José Agustín Molina.  la gaceta / archivo “EL REDACTOR DEL CONGRESO NACIONAL”. Lo confeccionaba, al principio, fray Cayetano Rodríguez, ayudado por su amigo tucumano, el doctor José Agustín Molina. la gaceta / archivo
Las sesiones del Congreso de la Independencia, se cronicaron en el periódico “El Redactor del Congreso Nacional”, que dirigía fray Cayetano Rodríguez. Se imprimía en Buenos Aires, dado que Tucumán careció de imprenta hasta 1817. Ayudaba a Rodríguez el futuro obispo doctor José Agustín Molina, prosecretario de la corporación.

“El Redactor” tendría insospechada trascendencia con el paso de los años. Como se extravió el libro de actas de las sesiones públicas (no así el de las secretas) del Congreso, este periódico es, hasta la actualidad, la única fuente para conocer el desarrollo de las sesiones tucumanas.

El primer número apareció el 1 de mayo de 1816, con once páginas de texto, estampadas en la Imprenta de los Niños Espósito. En el estudio que le dedicó el historiador Leoncio Gianello, apunta que, en toda su primera época, contenía “artículos de exposición doctrinaria o patriótica acerca de los acontecimientos que eran materia de discusión en el Congreso para convertirlos en sanciones”.

El padre Rodríguez continuó a cargo de “El Redactor” cuando el Congreso se trasladó a Buenos Aires. Lo sucedieron Vicente López y Planes, y luego el deán Gregorio Funes. Su último número fue el 52, del 28 de enero de 1820, en vísperas de la batalla de Cepeda que, como se sabe, terminó con el Directorio y con el Congreso.

Llevaba, debajo del título, dos versos latinos de Stacio: “Steriles transmisimus annos/ Haec oevi mihi prima dies, haec limina vitae” (Los años han pasado estériles./ Este es para mí el primer día del tiempo, éste el umbral de la vida) Era, dice Gianello, “un melancólico inventario de un tiempo estérilmente transcurrido entre los tropiezos de la revolución, pero también estaba el albor divisado de la Patria”.

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