Un escándalo para espantar al pequeño burgués

Un escándalo para espantar al pequeño burgués

“Pour épater le bourgeois!”. Así caracterizaban las acciones que realizaban los dadaístas cuando enviaban sus “misiles” en los famosos cabarets de principios del siglo XX.

Se trataba de una fórmula que funcionaba casi siempre a la perfección: el burgués pagaba bien el espectáculo, pero para escandalizarse, que en otras palabras le servía como una manera de huir de la vida rutinaria e incorporarse en el mundo de los excesos. Y los dadaístas (posteriormente serán surrealistas) no se fijaban ningún tipo de límite en la creación y probaban su capacidad de llegar más lejos.

Lo que sucedió el miércoles en la Facultad de Ciencias Sociales en la UBA, en el que una pareja practicó acciones sadomasoquistas con el tan mentado posporno, provocando gran polémica, puede pensarse desde este lugar. Aunque habría que acomodar los términos: para “espantar al pequeño burgués”, la clase por excelencia que concurre a la universidad pública. A la par, claramente, la actitud adolescente de demandar la atención no puede soslayarse.

La supuesta performance que se realizó en un hall, frente a un aula y a la vista de todos, pertenecería a un ciclo temático de varias jornadas sobre el posporno, en el que se discutiría sobre los nuevos formatos de pornografía, con la participación de especialistas, conferencias y debates en la misma facultad.

Hace apenas un par de semanas, sugería en otra columna que había que dejar de hablar de performance al menos por dos años. Tanto se ha abusado de esta palabra, que termina por comprenderlo todo, y, por tanto, por significar nada. Si todo es performance nada lo es. Se recordaba que la performance es un lenguaje híbrido que bordea la línea entre las artes escénicas y las artes visuales desde los 50, y más allá de que durante un gran período haya estado exclusivamente marcada por el arte conceptual, en tiempos más cercanos ha tomado distancia de ciertos discursos. Es decir, huyó de reflexionar sobre su propio lenguaje. Entonces, un arte que proviene de otros (el teatro y la plástica, por caso), y que como tal, híbrido; un dato general, por otra parte, de la era contemporánea, como se ha escrito.

Por el contrario, aquellos que banalizan la performance son los mismos que pueden repetir que todo es arte, hasta estas prácticas sadomasoquistas que trabajan en buscar una identidad que las aleje del porno tradicional.

Los docentes de la cátedra de Comunicación Social, que sostienen que el posporno deconstruye el porno, debieran en primer lugar hacer distinguir a sus estudiantes entre lo que es un show de una expresión artística; que el arte no es un espectáculo necesariamente, aunque muchos insistan en creerlo.

Detrás de esta acción, el debate político no se quedó atrás. Las organizaciones de izquierda como el PO, que dirigen el centro de estudiantes, acusaron a Carta Abierta por el hecho, puesto que la acción sexual se asentó sobre las mesas de atención a los estudiantes. Ayer la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA emitió un comunicado en el que se desmintió estas versiones y cualquier direccionalidad partidaria de un hecho, “que pretendió tener un sentido artístico, político y académico”.

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