El reto de crear viviendas flexibles, “contenedoras de emociones”

El reto de crear viviendas flexibles, “contenedoras de emociones”

De paso por Tucumán, el peruano Luis Longhi y el español Andrés Cánovas hablaron del desafío de diseñar en las ciudades del siglo XXI.

IDENTIDAD. Longhi y Cánovas coinciden: la globalización no les permite a las ciudades verse a sí mismas. la gaceta / fotos de Antonio Ferroni IDENTIDAD. Longhi y Cánovas coinciden: la globalización no les permite a las ciudades verse a sí mismas. la gaceta / fotos de Antonio Ferroni
01 Julio 2015
Para los arquitectos Luis Longhi Traverso y Andrés Cánovas Alcaraz, Tucumán era hasta hace poco tiempo una referencia lejana, sólo resaltada por la impronta de maestros como Eduardo Sacriste. Ahora que pasaron por la provincia, no se guardan la impresión que les han dejado la luna tucumana iluminando el perfil de la precordillera, la magnificencia de Villa Nougués y el esqueleto de la interrupta Ciudad Universitaria, en San Javier, como indicio de un futuro que se quedó a medio camino. Llegado uno del Perú (Longhi) y el otro de Madrid (Cánovas), invitados por la Facultad de Arquitectura de la UNT, a ambos los une ese cordón que es la cultura iberoamericana, aquella que dio luz a las ciudades latinoamericanas del siglo XIX, con sus plazas centrales y sus casas bajas. ¿Qué quedó de aquellas ciudades, globalización mediante?, les preguntó LA GACETA, a su paso por Tucumán.

Longhi (L): Me parece que sigue presente, porque la arquitectura no se manifiesta solo en los edificios, sino en lo cultural; nosotros estamos en Latinoamérica tratando de encontrar nuestra identidad, y la cultura cambia; y en ese cambio queda la memoria de lo que ha sido: la memoria de los incas, la de la parte colonial, la postcolonial y la moderna.

Canovas (C): No es tanto la pervivencia de ciertos mecanismos que vienen de Europa, sino que cierta parte de Europa está mirando a Latinoamérica. Y esa situación de ida y vuelta es lo que me parece más interesante, porque todos aprendemos de todos. Europa mira con curiosidad qué tipo de movimientos políticos y sociales se están produciendo en América latina, qué es lo que está haciendo avanzar a las sociedades, y qué podemos aprender. Todos los procesos que se están dando en España tienen que ver con los que se han dado en Sudamérica.

-Ustedes plantean un discurso de la arquitectura atravesado por lo político, por lo social… ¿Cómo se plasma eso en una obra en particular?

C: El tema está en el compromiso; hay momentos en los cuales esa acción o ese compromiso con la sociedad es un compromiso con la obra; y a través de la obra, con las personas que la van a habitar.

-¿Qué pasa con la vivienda como parte de una identidad colectiva ? ¿Cómo ven el futuro de las cuidades?

C: Hay una privatización absoluta de la ciudad. Lo que ha perdido la arquitectura es el poder de decisión sobre la ciudad, que efectivamente está en el mercado, en la economía. Pero siempre ha estado: lo que ha cambiado es quién ha tomado la decisión sobre las ciudades. En el Renacimiento había un príncipe que encargaba. Hoy, si la pregunta es cuál es el poder de transformación que puede tener la arquitectura sobre la ciudad, mi opinión es que es poca, porque la ciudad tiene relaciones fundamentalmente políticas; y lo que podemos desear es que esas decisiones más técnicas caigan en buenas manos. Pero la arquitectura como pieza no puede resolver por sí sola los problemas de la ciudad; Y el siglo XXI es un siglo de ciudades.



- En este siglo de ciudades cada vez más privatizadas, ¿como trabajan ustedes en sus respectivos estudios?

L: Hay espacios para trabajar. Por ejemplo, la casa Pachcamac (Ver perfil) fue para una pareja que me dio libertad para trabajar, es exactamente como ver la luna entre los cerros: una cosa mágica. Fue ir a los arroyos, coger las piedras, excavar…

C: La nostalgia no hace arquitectura, podemos mirar una foto de lo que fue pero debemos saber que lo que es tiene una potencialidad; lo que nos interesa es el compromiso social a través de la vivienda; pequeñas obras de vivienda que son obra social, a pesar de que tienen aspecto de no serlo (ver perfil). Es posible hacer una vivienda dignísima, sea de altos o de bajos económicos, porque no es el dinero el que hace la mejor vivienda.

- ¿Qué define una buena vivienda?

C: Una que pueda adaptarse a situaciones imprevisibles: viviendas menos regladas, aptas para una sociedad que está variando: me caso; me separo; tengo un perro que se muere; tengo TV nueva; espacios donde todo eso se pueda dar a la vez . Los peores espacios son los que están compartimentados.

L: Para mí, la vivienda es un contenedor de emociones, de felicidad; casi como un matrimonio con quien lo habita; debe pertenecerle a cada quien.

-¿Cómo impacta la globalización?

C: Creo que les hace daños a ciudades como Tucumán, porque no las deja que se vean a sí mismas. No es lo mismo hacer vivienda social en Suiza que en España desde un punto de vista técnico: pero como técnicos estamos preparados para resolver eso. Y yo creo que deberíamos pensar más en las condiciones propias de los lugares y en el carácter de los sitios. Vivir en Suiza no es vivir en Argentina; y esa condición de carácter debe ser asumida por la arquitectura, porque también imprime carácter a las ciudades.

L: Eso se simplifica apostando al equilibrio entre lo regional y lo global. Y eso es difícil cuando lo que más importa es el dinero, con la consecuencia de que se está destrozando la ciudad porque se la está ocupando de una manera agresiva.

- ¿Hay un cambio de planteos en la arquitectura en función de las exigencias de sostenibilidad?

C: Hay un cambio, pero el problema sobre lo sostenible de la arquitectura no es el edificio, el problema real es la ciudad. En un 80% estamos mirando al edificio, cuando deberíamos mirar más los espacios públicos, la recogida de residuos, la huella del CO2 que llega a la ciudad; no pensemos que dos paneles solares encima de un edificio nos van a resolver los problemas ambientales: eso se llama ecomonumentalidad.

L: Claro que si pudiéramos trabajar con material del lugar... yo tuve la suerte de haber convertido el cerro en casa; fue como volver a las cuevas. Y creo que eso es importante, porque la arquitectura es parte del problema.

C: Habría que quitar las lozas, poder vivir las ciudades de una manera distinta a como se han vivido hasta ahora. Todas las ciudades tienen proyección de futuro, oportunidades; la peor ciudad sería la que careciera de oportunidades. En Tucumán todavía no se ha metido el asfalto tanto: no es ensa si se la compara con otras ciudades. Tiene la posibilidad de crecer: pero yo no le encuentro sentido a estar en Tucumán en el piso siete (n de la R: de un hotel): tendríamos que estar en el piso tres; el problema es que estamos copiando estándares. Esta manzana es una manzana pensada para casas de baja densidad; y la colmatamos, con lo cual la estructura de la ciudad revienta, porque estamos leyendo mal lo que nos han dejado.

L: Tucumán es una ciudad única, por lo difícil que es llegar; y por el hecho de que tenga esa planicie por desarrollar, no solo urbanamente; me parece muy interesante esta cercanía con Los Andes. Yo, que trato de buscar la arquitectura latinoamericana desde las raíces, encuentro que en la Argentina este el sitio para tratar de desarrollar desde lo más esencial.

C: Una planicie tremenda y una cadena montañosa brutal.. Y está la imagen de la Ciudad Universitaria en San Javier, una cosa humedecida, ennegrecida, en medio del paisaje, esperando que alguien la lea como una oportunidad. En los años 60 se paró, y ahí está.

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