Dos materias pendientes en el parque 9 de Julio

Dos materias pendientes en el parque 9 de Julio

El parque 9 de Julio es el principal pulmón verde de la ciudad. En 1898, Alberto León de Soldati presentó un proyecto a la Legislatura para la creación del parque 9 de Julio, cuya inauguración se concretó el 23 de setiembre de 1908, durante la gobernación de Luis Nougués. Se expropiaron 400 hectáreas, cuya mayor parte estaba cubierta por pantanos. Fue el arquitecto francés Charles Thays quien se ocupó de su diseño. Por iniciativa de Juan B. Terán se adquirieron en Europa más de 60 réplicas de esculturas famosas como la Venus de Milo. Con el correr del siglo, las 400 hectáreas iniciales fueron cercenadas y quedan actualmente alrededor de 190, según información municipal.

El emblemático paseo de los tucumanos cuenta con dos “elefantes blancos” que han quedado postergados en el tiempo: el autódromo y el Palacio de los Deportes. Inaugurado el 19 de julio de 1970, la pista ha quedado obsoleta para los fines que fue construida. Luce a menudo desolado, sólo quedan las tribunas y una cinta asfáltica bastante descuidada que es empleada para caminar o correr. El miércoles pasado, una de las jóvenes promesas de nuestro ciclismo, lamentó que no haya en Tucumán un lugar adecuado para entrenar. “Esto nos obliga a salir a las rutas, con el peligro que eso significa. Esperamos que las autoridades provinciales escuchen nuestro reclamo y reacondicionen la pista del autódromo para practicar y correr en ese escenario”, afirmó el joven que se entrena en la zona de la autopista a Famaillá.

El autódromo sufrió varios cierres desde su inauguración (1976, 1988, 1992, 2005); los ciclistas dejaron de usarlo en 2012 cuando se construyeron lomos de burro para evitar las picadas de motociclistas. En la actualidad, se lo emplea para carreras de atletismo y para lecciones de conducción automovilística.

La construcción del Palacio de los Deportes, donde se iban a realizar actividades culturales y deportivas, con capacidad para 5.000 personas, se había iniciado en 1962 pero se paralizó. En agosto de 1976, el entonces gobernador Antonio Bussi ordenó que en 30 días la obra fuera concluida por personal civil y militar. La estructura del techado de 4.000 m2 se efectuó en apenas cuatro días. “Mi proyecto fue manoseado y maltratado por gente que no conocía absolutamente nada ni de diseño ni de construcción”, dijo el autor del proyecto e indicaba además que debía resolverse el problema de la acústica. Justamente, uno de los serios problemas que presenta la estructura actualmente es el deterioro del techo, cuya reparación es costosa. Hace mucho tiempo, que el anfiteatro dejó de destinarse para espectáculos artísticos. En la actualidad, se desarrollan actividades, como el hockey, el boxeo y la gimnasia aeróbica, entre otras.

En vistas al bicentenario de nuestra independencia, sería interesante que la próxima administración se ocupara de recuperar ambas estructuras. El autódromo podría convertirse en una pista de ciclismo y el Palacio albergar nuevamente espectáculos. Por ejemplo, teniendo en cuenta la temporada turística, se podría encarar durante julio un festival de teatro de elencos tucumanos; programar conciertos, recitales, ballet.

En este caso, no se trata, por cierto, de comenzar de cero, sino de aprovechar el patrimonio que tenemos, refuncionalizarlo, y sumarlo activamente al deporte, a la cultura y al turismo.

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