Puentes rotos

Puentes rotos

La convivencia en los Tribunales es cada vez más difícil. La intención de recomponer relaciones tampoco aparece como una opción futura para magistrados y otros miembros del Poder Judicial. Las escisiones continúan

Puentes rotos
Y, al final, el cántaro se rompe. La Asociación de Magistrados es una pieza más del rompecabezas de la Justicia tucumana y, por ende, no puede tener la calma de los remansos. En los últimos días una decena de hombres y mujeres dijeron basta y se fueron de la entidad.

La gota que rebasó el vaso fue la denuncia penal que la Asociación de Magistrados hizo contra Luis Lezana Flores, jefe de los auditores, por no haber guardado la confidencialidad que ellos hubieran querido en el manejo de causas entre las cuales figura en primer término la auditoría efectuada al fiscal Guillermo Herrera.

Como todo en Tribunales, hay un metalenguaje en cada uno de los hechos que ocurren en el palacio. Es decir que los magistrados dispararon contra la cabeza de Lezana Flores, pero lo que buscaban es que la perdigonada diera contra el presidente de la Corte, Antonio Gandur. Todo es contra él.

Malos tratos
Hay tres cosas que los jueces, defensores y fiscales no toleran: 1) que a una auditoría la termine haciendo alguien de menor rango jurídico que ellos. 2) que una investigación se realice porque se cajonea un expediente o porque se llega tarde, pero no aceptan que se revise la actuación de un magistrado. Para eso están las demás instancias judiciales, sostienen. 3) Enterarse por los diarios de una investigación o que se haga pública una auditoría. “Hay que ponerle un freno porque, de lo contrario, nos van a llevar puestos”, dicen algunos magistrados muy enojados con Gandur. Sienten que tuvieron un trato desdoroso desde la silla más alta de la Corte.

Esa posición es una filosa daga que llega hasta los tuétanos en las vísceras de la Corte. De alguna manera el enojo hacia Gandur no se derrama porque la dama de la Corte, Claudia Sbdar, ha sido más prudente con las auditorías cuando ella rubricó su disidencia y advirtió que las auditorías no deben afectar la independencia de los magistrados.

El frío del acero del cuchillo es fiel reflejo de las relaciones en la Corte Suprema. Más de un magistrado describe que la crisis que se vive en Tribunales es fruto de una Corte integrada por vocales demasiado preocupados –y perturbados- por los problemas internos antes que los de afuera.

Hacia arriba
Los magistrados tienen claro que en la medida que avance la causa contra Lezana Flores todo terminará repercutiendo en la Corte porque el jefe de los auditores tarde o temprano tendrá que decir que actuó por orden del presidente de la Corte cuando le pregunten por qué avanzó con la auditoría de magistrados. Los menos apasionados –pero críticos de la postura de la Asociación de Magistrados- insisten que la crisis se agrava porque detrás de todo estaría Edmundo Jiménez. El ministro fiscal intenta borrar todo lo ocurrido; para ello utiliza el tristísimo ardid de responsabilizar a la prensa de sus padecimientos. Tanto el proceder más criticado de Herrera como la actitud desafiante con el presidente de la Corte fue una obra maestra de su propia inventiva. Cuando vio que el apacible hombre del derecho y de la cultura se había convertido en el Increíble Hulk intentó disimular y apaciguar las tensiones, pero ya era tarde.

El Colegio de Magistrados no tuvo una semana tranquila. Empezó el lunes con la visita del camarista Eduardo Romero Lascano. Y él puso en el centro de la escena nada menos que a su principal detractora: Susana Trimarco. Romero Lascano pidió al Colegio que realice el pedido a la fiscala Adriana Giannoni para que avance en la investigación sobre declaraciones de Trimarco que había dicho que “hay jueces y fiscales corruptos y que el Tribunal que juzgó a la desaparición de su hija había recibido U$S 6 millones”. El magistrado también reclamó que la Asociación de Magistrados intervenga como “Amicus Curiae” en su acción de inconstitucionalidad contra la ley que reglamenta el Jurado de Enjuiciamiento. No trascendió la resolución final a los planteos de este magistrado, pero sigue siendo una brasa incómoda para la asociación porque Trimarco y su fuerte apoyo nacional e internacional desequilibran a cualquiera.

Una grieta profunda
En los Tribunales se abre una grieta profunda. Los puentes vuelan en cada pronunciamiento, en cada hecho que se sucede. Los magistrados no sólo tuvieron dimisiones sino también el quiebre con sus colegas del sur de la provincia que no sólo vieron inoportuna la acusación contra el jefe de auditores sino que también consideran inconsulta esa medida y hasta analizan si la Asociación tiene autoridad para esa acusación. A los magistrados divididos se les suma la incomunicación con la Corte. A ella se le agrega que el Alto Tribunal no puede soslayar los esfuerzos de Gandur por poner quicio a esta desquiciada realidad, pero no sólo no están totalmente de acuerdo sino que además les cuesta pronunciarse en forma consolidada entre ellos. Al mismo tiempo, la convivencia con el Ministerio Fiscal está lista para plantear un divorcio vincular. Como corolario aparecen las sospechas sobre corrupción que asuelan el fuero penal. Cada día que pasa la grieta se produndiza más ya que desde las diferentes partes no aparecen actitudes conciliadoras; todo lo contrario.

La reconstrucción de los puentes con tantos intereses en el medio parece más lenta y difícil que subsanar los daños causados por las tormentas a principios de año.

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