Dos satélites de la NASA muestran la quema en campos tucumanos

Dos satélites de la NASA muestran la quema en campos tucumanos

Un mapa satelital muestra la presencia oscilante de los focos de fuego en el campo tucumano en la última década. La investigación.

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28 Junio 2015
Con la información que proporcionan dos satélites de la Nasa (National Aeronautics and Space Administration) se pudo medir y cuantificar los focos de incendio de la provincia de Tucumán en el período 2003-2014. Datos que dejan en evidencia que la quema no ha desaparecido en estos 11 años, pese a que hay una ley que la prohíbe; y que muestran que 2014 es el año que ha registrado menos fuegos, en una conducta similar a 2005. Sin embargo, pese a esa baja promedio, los registros de la NASA dan cuenta de que no hay una tendencia marcada a la disminución de fuegos durante la última década. Incluso se puede ver cómo los niveles se disparan entre agosto y octubre, sobre todo en zonas que coinciden con campos de caña de azúcar.

Anomalías térmicas

“Los satélites registran todo tipo de información a la que se puede acceder casi sin restricciones. Nosotros tomamos los registros de anomalías térmicas”, explica Leonardo Paolini, doctor en Biología, investigador del Conicet, miembro del Instituto de Ecología Regional de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y director del Centro de Investigación de Ecosistemas Urbanos de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta), de reciente creación. Estas anomalías son los puntos en los que la temperatura del suelo subió abruptamente producto de un incendio.

Cada vez que el satélite detecta uno de estos calentamientos, lo registra y clasifica según confiabilidad. “Hemos querido ser conservadores, por eso sólo tomamos los focos más confiables y más calientes, según la precisión que ofrezcan los registros. Esto quiere decir que hay muchos más que hemos descartado”, aclara Paolini.

La tradición “piromaníaca” de los tucumanos es indudable. Basta con recorrer las rutas, visitar los accesos a la ciudad y observar las banquinas, donde irrumpen fuegos con frecuencia. Pero los registros de estos satélites que toman imágenes dos veces al día y dos veces por noche sólo captan los puntos calientes con más de 50 x 50 metros aproximadamente (son áreas de 2.500 metros cuadrados o más). Por lo tanto es de suponer que no se trata de incendios de basura (que también pueden salirse de control, por lo que no hay que restarles importancia).

“Hay otros puntos en el mapa -explica Paolini- que corresponden a incendios de pastizales en las zonas altas de las montañas”. Todavía se practica en algunas áreas, y se apoya en la teoría de que el fuego favorece el rebrote de pasto. “Son quemas no controladas, de hecho hace un par de años se salió de control una en Tafí del Valle que casi incendia parte de La Ovejería”.

Las imágenes interactivas (se puede consultar en LAGACETA.com) sugieren que los niveles de fuego en estos últimos 11 años se han comportado como una montaña rusa. Bajan, bajan y de repente suben sin medias tintas. “Es probable que esto se deba a factores climáticos, por ejemplo largos períodos de lluvia (se quema menos) o sequías (se quema más) y también heladas”, interpreta Paolini.

Causal, no casual

La relación con el cultivo de caña no es arbitraria. “Estos datos tienen latitud y longitud. En algunos casos hemos cruzado información con lo que se publica en los diarios y, efectivamente, se puede ver que el registro de fuego en cañaverales existe el día que indica la información”, comenta Paolini. Además, nadie puede desconocer esa práctica. En 2013, 30.000 usuarios (alrededor de 120.000 personas) del centro y el sur de la capital, de Famaillá y de San Pablo se quedaron sin luz por la quema de cañaverales.

La superficie neta cosechable total con caña de azúcar para Tucumán en la zafra 2014 fue estimada en 265.250 hectáreas, según el relevamiento satelital de los principales cultivos de la provincia de Tucumán (campaña 2013-2014) realizado por la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc). Las zonas donde se ubica la mayor parte de los campos son Leales (54.780 hectáreas), Cruz Alta (42.130 hectáreas) y Simoca (40.000 hectáreas).

¿Y ahora?

Paolini critica el déficit de información estadística que hay en la provincia sobre cualquier tema. Quizás esta fue una de las razones que lo llevó a dedicarse a esta área dentro de su campo de conocimiento, la Ecología y los estudios sobre dinámica ambiental. “El gobierno debería querer conocer estos datos si lo que quiere es acabar con esta práctica”, señala. Sabe, como todos los que trabajan en las temáticas relativas a la salud, que la quema no sólo representa un peligro para las poblaciones cercanas, las escuelas, los CAPS, el aeropuerto, sino que también contamina el aire que respiramos todos. El humo de los incendios se traduce en más casos de enfermedades alérgicas, oculares y respiratorias. En 2013 los médicos alergistas advirtieron que la contaminación aumentó un 50% los casos de alergias. Por eso, el investigador remarca que estos datos también resultan útiles para la empresa que distribuye energía y hasta para el sistema de salud”.

El trabajo estadístico aportado por el equipo de Paolini permite conocer el aproximado de toneladas de dióxido de carbono que se emitieron a la atmósfera por la quema. Hay años negros (mayor nivel) como 2003, 2009 y 2013 en los que se largaron al aire más de 1.100 toneladas de dióxido de carbono.

La información de los satélites de la NASA está disponible a las 24 horas como máximo y hay un sistema de alertas diario de incendios que llegan a los correos electrónicos, o sea que el monitoreo puede ser permanente, explicó el investigador.

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