Crónicas de un viaje para reescribir las ciudades norteamericanas

Crónicas de un viaje para reescribir las ciudades norteamericanas

PLENO MANHATTAN. La emblemática intersección comercial de Times Square, en la cosmopolita Nueva York. layoverguide.com PLENO MANHATTAN. La emblemática intersección comercial de Times Square, en la cosmopolita Nueva York. layoverguide.com
28 Junio 2015

Crónica  

CIUDADES ESCRITAS

Fabián Soberón

(EDUVIM – Córdoba) 

Mientras uno viaja todo parece frágil. El individuo que viaja es un Atlas que, como la deidad griega, sostiene sobre sus hombros el mundo, la experiencia propia y las siluetas de los lugares. Lentamente, ese amplio peso comienza a ceder en el camino, llega el olvido como una duda, los hechos y los espacios se esfuman en segundos. Esta cotidianeidad diferente nos lleva a pensar que los recuerdos más próximos son artificios de la imaginación.

Es por ello que en Ciudades escritas las crónicas son cartografías que recuperan y rearman geografías de lo vivido. La escritura es el ardid elegido para contar una historia de miradas y desplazamientos; el movimiento del cuerpo está acompañado por el cambio del punto de vista y por la sucesión de las palabras.

Al asumir lo inevitable de lo sucesivo, el autor intenta una tregua con el tiempo y sus quiebres a través de la brevedad de los fragmentos y la inclusión de algunos poemas.

En el libro hay un “antes” y un “después”, pero nunca se conoce el momento exacto en el que un viaje comienza. Las ciudades leídas comienzan a trazarse desde las calles de Buenos Aires y desde la sombra elidida de Tucumán. Vermont, Boston, Nueva York, Hollywood, San Francisco, y otras ciudades, son atisbadas desde las lecturas de Thoreau, Carver y Chandler, desde las imágenes de algunos films emblemáticos de Hitchcock y Polanski, y a través de los colores de las pinturas de Hooper.

Así como en el transcurso del libro/viaje se cruzan con el autor algunas figuras reconocidas y reconocibles, siguen resonando como interrogantes las miradas hacia el cielo de un hombre desconocido, la “virtuosa” indiferencia de un hombre sin hogar y la coreografía de una mujer que alimenta a las aves con pan seco y palabras: son aquellos supuestos personajes mínimos los que otorgan su real dimensión a los profundos silencios que todos llevamos con nosotros.

A partir de esos silencios se resignifican y se reescriben los viajes, la muerte, la escritura y la felicidad.

© LA GACETA

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Máximo Mena

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