Técnicas para convivir con una persona ansiosa

Técnicas para convivir con una persona ansiosa

Si vivís con alguien cuya ansiedad ha sobrepasado los límites normales, no cometás el error de retirarte y dejarlo solo con su problema.

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25 Junio 2015
“La ansiedad es la mente yendo más deprisa que la vida”

(Claudio María Domínguez)

La ansiedad es un problema difícil no sólo para quien la padece, sino también para los que lo rodean. No siempre se puede catalogar a una persona ansiosa como si tuviera una enfermedad, pero es preciso saber cómo convivir con ella. Esto sin dudas puede ser algo agotador, que demande demasiadas energías, al tiempo que no todos estamos dispuestos a pasar nuestra vida con alguien demasiado exigente, que se enoja y se frustra fácilmente, que responde de mala manera cuando las cosas no salen como quiere y que puede llegar a culparnos por todo lo que le pasa.

Las personas ansiosas suelen ser muy impulsivas: a menudo hablan sin pensar, no planifican demasiado las cosas y tienen problemas con sus relaciones íntimas (de pareja pero también de amistad o familiares).

Si convivís con alguien cuya ansiedad ha sobrepasado los límites normales, no cometás el error de retirarte y dejarlo solo con su problema. Si esa persona para vos es importante, podrás permanecer a su lado, sin mayores problemas, utilizando algunas de las ideas que te ofrecemos en este artículo. Tampoco quiere decir esto que deberás decirle todo que sí ni mucho menos, pero quizás te convendría comprender que una persona ansiosa tiene un desequilibrio por alguna razón y que la mayoría de sus reacciones no son racionales. Ponerte en su lugar ayudará a que se tranquilice.

¿Cómo mejoro la convivencia con una persona ansiosa?
 
La clave, como siempre ocurre en una relación, radica en desarrollar el sentido de la comprensión. Prestá atención a estos consejos que te pueden ayudar a convivir con una persona ansiosa:

- Tené en cuenta que detrás de la ansiedad hay algo más escondido: seguramente tu pareja, tu amigo o tu hijo tiene muchas cosas buenas en su personalidad que pueden contrarrestar lo malo de su ansiedad. Todos podemos tener momentos en que nos sentimos más presionados o nerviosos, para después ser tranquilos y amorosos. Entonces, es importante que mirés más allá de lo ansiosa que la otra persona puede estar, y valorá las cualidades positivas que tiene.

- Buscá la tranquilidad todo el tiempo: al estar ansiosos, nuestro cerebro es incapaz de descansar o desconectarse. Estamos pendientes de todo lo que ocurre alrededor y no podemos quedarnos tranquilos. Este estado es más que abrumador. Si a eso se le suma vivir en un ambiente hostil o “cortante”, las cosas no mejoran. ¿Qué te parece si invitás a tu pareja a un fin de semana solos en el campo o en la playa?

- Hacé que se sienta comprendido/a: no basta con decirle “te entiendo, estás ansioso/a”; es preciso que acompañés a tu pareja o ser querido de una manera más activa. Esto quiere decir que cuando esté teniendo un episodio de ansiedad, lo ayudes a pensar de manera más racional. Juntos pueden sacar mejores conclusiones y resolver muchos problemas. ¡Y así la ansiedad desaparecerá!

- No la presiones: ya bastante tiene con sus propias exigencias. Si además de sentirse abrumada por la situación y por sus nervios y ansiedad, la persona con quien convive le añade más responsabilidades o le exige que se calme, las cosas no funcionarán. No estés detrás para que “se olvide”, “se relaje”, “se duerma”, porque cuantas más órdenes le des, peor se sentirá.

- Celebrá los pequeños cambios: si apreciás que el otro se está esforzando especialmente para reducir sus niveles de ansiedad y los resultados son mínimos (pero hay efectos), felicitalo, decile que lo está haciendo muy bien y hacé que se sienta apoyado y reconocido por su dedicación.

- Tené mucha paciencia: sobre todo cuando las mejoras son paulatinas y van lentas. Recuerda que todo cambio para mejor, es bienvenido, por mínimo que sea.

- Hablá del tema con la persona implicada: no hay nada más liberador para alguien ansioso que hablar de lo que le ocurre. Tal vez con el simple hecho de tener una conversación sobre el problema, la ansiedad cede y disminuye. Si te pide de hablar, no se lo niegues, puede ser el oasis que están necesitando en pleno desierto. Podés también preguntarle de vez en cuando si tiene deseos de conversar para fortalecer la relación. Si acepta, ¡enhorabuena! Y si prefiere hacerlo en otro momento, dejá que lo decida. Recordá que la escucha activa puede ser muy buena en estos casos.

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