Las raíces de la medicina en un antiguo manuscrito

Las raíces de la medicina en un antiguo manuscrito

Fue escrito por Galeno de Pérgamo y agrupa todo el conocimiento de entonces sobre medicina y el uso de la herbolaria en la salud. Por Mark Schrope / The New York Times

UN TESORO INVALUABLE. Especialistas y científicos analizan las delicadas hojas del palimpsesto de Galeno de Pérgamo que fue reciclado en el siglo XI. Imagen del manuscrito. / CORTESÍA DEL PROPIETARIO. UN TESORO INVALUABLE. Especialistas y científicos analizan las delicadas hojas del palimpsesto de Galeno de Pérgamo que fue reciclado en el siglo XI. Imagen del manuscrito. / CORTESÍA DEL PROPIETARIO.
13 Junio 2015
La primera vez que Grigory Kessel sostuvo las páginas de piel de animal del antiguo manuscrito de más de mil años de antigüedad, le parecieron extrañamente familiares.

Especialista del lenguaje en la Universidad Philipps en Marburg (Alemania), Kessel estaba sentado en la biblioteca del dueño del manuscrito, un acaudalado coleccionista de material científico raro en Baltimore. En ese momento, Kessel se dio cuenta de que tan solo tres semanas antes, en una biblioteca de la Universidad de Harvard, había visto una sola hoja suelta, demasiado parecida a estas páginas como para ser coincidencia.

En el manuscrito que sostenía había una traducción de un antiguo texto médico de Galeno de Pérgamo, doctor y filósofo grecorromano que murió en el 200 d.C. Le faltaban hojas y Kessel estaba convencido de que una de ellas estaba en Boston.

Febrero del 2013, cuando Kessel se dio cuenta de ello, marcó el inicio de una búsqueda mundial de las demás hojas perdidas, que culminó en mayo con la digitalización de la última hoja redescubierta en París.

Los académicos apenas comenzaron a revisar atentamente el manuscrito, la copia más antigua conocida del texto de Galeno, “On the Mixtures and Powers of Simple Drugs” (Sobre las preparaciones y el poder de los fármacos simples). Bien podría aportar conocimientos nuevos sobre las raíces de la medicina, así como la propagación de esta nueva ciencia por todo el mundo antiguo.

“Es importante”, notó Peter Pormann, experto en temas greco árabes en la Universidad de Manchester, que ahora coordina un estudio del texto.

El manuscrito que sostenía Kessel aquel día era un texto más antiguo cubierto por uno más reciente; una práctica común hace siglos, forma medieval de reciclar. En este caso, escribanos sirios del siglo XI habían eliminado el texto médico de Galeno y habían sobrescrito himnos en el pergamino.

El libro mismo de himnos es interesante, pero, por ahora, es el texto original, prácticamente invisible a simple vista y conocido como el subtexto, el que ha capturado la imaginación de los eruditos. Durante siglos, se exigió la lectura de “Simple Drugs” de Galeno a los aspirantes a médicos, por ser la recapitulación del conocimiento antiguo sobre medicina, atención de los pacientes y plantas farmacológicas. Galeno describió la resina de un árbol árabe como la cura para “la aspereza de la garganta” y recomendaba el hachís como remedio para el dolor de oído que “no produce flatulencia” (aunque “seca el semen”).

Con el tiempo, gran parte de “Simple Drugs” se tradujo al siriaco, una forma de arameo que utilizaban las comunidades cristianas de Oriente Próximo.

“Hoy, no parece especial cuando alguien traduce de un idioma a otro, pero en esos días, era, en efecto, un gran logro”, notó Kessel. “

Para el siglo VI, los cristianos que hablaban siriaco necesitaban traducciones de obras académicas en griego, en parte para apoyar el trabajo misionero, como el de administrar hospitales.

“Simple Drugs” era una obra enorme, un tratado en 11 libros. Se copiaron y se volvieron a copiar las traducciones de Sergius del texto de Galeno durante siglos y, al final, se convirtieron en un puente para llevar los conocimientos médicos y la pericia respectiva de los antiguos griegos a las sociedades islámicas.

A medida que creció la influencia musulmana en Oriente Próximo, disminuyeron las poblaciones cristianas, al igual que el siriaco. Se sabe poco de la historia del manuscrito de Baltimore, conocido formalmente como el Palimpsesto de Galeno en Siriaco, desde que fue reciclado en el siglo XI hasta los 1920, cuando se le vendió a un coleccionista privado en Alemania. Después de eso, el manuscrito quedó fuera de la vista de todo el mundo hasta el 2002, cuando lo compró un coleccionista en una venta privada.

En el 2009, se prestó el Palimpsesto de Galeno al Museo de Arte Walters para que un grupo de especialistas independientes realizaran la imaginería digital de sus hojas, lo cual revelaría el subtexto que se había borrado. Se fotografió cada página con resolución alta, en diversos colores y configuraciones de luz, lo cual ilumina de distintas formas las tintas, las marcas de la escritura y el pergamino mismo. Se explotan estas variaciones con algoritmos informáticos para maximizar la visibilidad del subtexto.

Se publicaron las imágenes resultantes en internet, bajo una licencia de bienes creativos comunes o “creative commons”, lo que significa que cualquiera puede usar el material en forma gratuita para cualquier propósito no comercial. Una vez que estuvieron en línea, William Noel, el curador de manuscritos y libros raros en el museo, empezó a organizar a los integrantes de la pequeña comunidad de especialistas en el estudio de textos científicos en siriaco para analizar el material nuevo. Uno de ellos era Kessel. Al final, Mike Toth, un ingeniero en sistemas, quien se hizo cargo del trabajo de imaginería, arregló para que Kessel viera el Palimpsesto de Galeno por sí mismo.

“No podía imaginar su aspecto”, contó Kessel. “Luego, cuando vi el manuscrito, tuve el tipo de impresión ‘déjà vu’ de que ya lo había visto. Y, entonces, recordé la foja sola en la biblioteca de Harvard”. Al analizar el tamaño de la hoja, la letra y otras características, así como el texto visible, Kessel pudo determinar que la hoja de Harvard sí llenaba uno de los huecos en el Palimpsesto de Galeno. Sin embargo, al parecer seguían faltando otras seis. Kessel emprendió la búsqueda.

Comenzó con una lista de 10 bibliotecas que se sabía tenían material antiguo en siriaco y revisó los catálogos en línea cuando estaban disponibles en busca de pistas, como las dimensiones correctas o referencias vagas al subtexto.

No pasó mucho tiempo para que Kessel tuviera buenas noticias. Encontró una página faltante en un catálogo del Monasterio Sagrado e Imperial del Monte Sinaí Transitado por Dios o Santa Catalina en el desierto del Sinaí, en Egipto, donde está la biblioteca más antigua que ha funcionado continuamente.

Apareció otra hoja en la Biblioteca Nacional de Francia en París. Y en la biblioteca del Vaticano pudo identificar las otras tres hojas faltantes: ya había seis. Se cree que la séptima página probablemente se había eliminado.

Nadie sabía qué tanto del “Simple Drugs” pudiera estar oculto en el Palimpsesto de Galeno. La única otra copia en siriaco conocida, se encuentra en la Biblioteca Británica en Londres e incluye solo los libros del seis al ocho. Las traducciones de estos últimos libros de la serie son las más comunes porque contienen información médica más específica.

Sin embargo, a medida que avanzaban los estudios preliminares, Kessel y sus colegas detectaron palabras de los libros uno y dos en una de las hojas sueltas. Los especialistas conocen el texto completo de “Simple Drugs” solo por traducciones más recientes en idiomas distintos al siriaco. “Esto fue algo absolutamente inesperado”, dijo.

Siam Bhayro, un especialista en estudios judíos antiguos en la Universidad de Exeter en Inglaterra, había creído que Sergius debió haber traducido los primeros libros, pero no había ninguna prueba de ello. Cuando oyó decir que Kessel podría haber encontrado páginas de las primeras traducciones, “casi daba de saltos”, comentó.

Otro descubrimiento que hizo Kessel fue una nota en árabe sobre la primera hoja en la que se indica que se les había donado el manuscrito –entonces un libro de himnos que ocultaba el texto de Galeno– a los hermanos de Santa Catalina en el Sinaí.

No está claro cómo salió del monasterio: a principios del siglo XX, algunos ejemplares se tomaron en préstamo, en forma legítima, mientras que visitantes se robaron otros con la esperanza de venderlos en forma privada.

El equipo independiente de imaginería está terminando el trabajo para añadir las hojas redescubiertas a la colección digital. Sin embargo, la traducción y el estudio del texto en siriaco revelado en las imágenes, llevarán quizá unos cinco años o más. Ese trabajo ya se está realizando gracias a una reciente subvención de U$S 1.5 millones del Consejo para la Investigación en Artes y Humanidades del Reino Unido.

Los especialistas están ansiosos por comparar el material en siriaco con el existente del “Simple Drugs”, en griego, que, al parecer se escribió siglos antes que el Palimpsesto de Galeno.

Conforme los textos pasaron por múltiples rondas de copiado, sufrieron cambios significativos. Comparar el Palimpsesto de Galeno con una copia en siriaco en Gran Bretaña, por ejemplo, podría aportar conocimientos reveladores de cómo los antiguos griegos trataban a los enfermos y cómo fue que los remedios se propagaron por todo Oriente Próximo. “Parte de las cosas no son científicas del todo, según nuestros estándares”, aun si permitieron el progreso, observó Petit. ““Es probable que sea un texto central una vez que se haya descifrado totalmente”, dijo Pormann, de la Universidad de Manchester. “Podríamos descubrir cosas de las que realmente todavía no podemos soñar”.

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