Encontrar historias
El encuentro con la obra de Leonardo Padura es una celebración de la lectura como el mejor de los viajes (de esos viajes que queremos no terminen nunca). Es probable que parte del magnetismo del “universo Padura” se explique en el carácter coral de su obra: están las huellas de la novela negra (si cada “país literario” tiene su detective, Padura le ha regalado a Cuba al antihéroe Mario Conde); está el talante para detectar hechos reales, herencia de su oficio de periodista (el asesinato de Trotsky en manos de Ramón Mercader; el frustrado desembarco de 900 judíos en puerto cubano, en 1939) y llevarlos a la ficción, a la novela de aventuras en el estricto sentido del género ; están, como sustrato, las preguntas y los planteos ideológicos o existenciales que se sintetizan en la apuesta del autor - un desencantado del comunismo soviético- a las libertades individuales, a la belleza y a la creatividad. Vayan aquí como ejemplo sus finas anotaciones sobre Rembrandt, la luz y la obra de arte, en “Herejes”. Ultimo, pero no menor, en la escritura de Padura vibra con cadencia de crónica la Cuba contradictoria y deslumbrante, la del pasado y la del presente.

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