“La ciudad y yo”
07 Junio 2015
Por Fabián Soberón - Para LA GACETA - Tucumán

La ciudad es el espejo deforme de un yo. Puedo hablar de la ciudad porque hablo de mi autobiografía.

Las ciudades que visito reflejan en sus calles y en sus pasajes mis emociones. Yo soy yo y mis ciudades. Todo lo móvil se desplaza en el yo. El yo es móvil y las ciudades son móviles. El interior existe como un misterio, como una pregunta. Es una caja inasible, difícil de pensar. Por eso la ciudad me ayuda a descubrir los sentidos y los rincones del yo. He nacido para morir. Recorrer una ciudad es una forma de prepararme para la muerte. El paseo o el visionado aleatorio es una forma filosófica. El paseo me ayuda a no pensar en la muerte. Y eso es una forma de prepararme para lo inevitable. La muerte es lo único que importa. Y entonces recorro ciudades. Miro en el espejo falso la forma de mi espera. Las ciudades son fantasmas diurnos, papeles echados al viento, fósiles hirvientes que anticipan lo que vendrá.

La exploración de una ciudad es más intrigante y más fascinante si uno “lee” la ciudad desde la historia del cine, la ciencia o el arte. He visto las montañas de Irvine desde la perspectiva atmosférica de Leonardo Da Vinci. He recorrido la polifacética San Francisco siguiendo la pista de Vértigo, de Hitchcock. George Berkeley tiene razón: las cosas son porque existe una mirada que las transforma en filosofía o literatura. La tradición es la invención de un recuerdo compartido. La literatura es la memoria de un crimen, un viaje o una ciudad.

© LA GACETA

Fabián Soberón - Escritor. Su último libro es Ciudades escritas (Eduvim, 2015).

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