Crece el número mundial de alumnos y la educación se rezaga

Crece el número mundial de alumnos y la educación se rezaga

Una población educada es una precondición vital para la prosperidad compartida ampliamente; una herramienta esencial para las naciones que buscan un papel en las cadenas de producción internacionales que impulsan el crecimiento económico en todo el mundo - Por Eduardo Porter - Premio Nobel de Economía 2008

31 Mayo 2015
NUEVA YORK - Hace un cuarto de siglo, apenas la mitad de los niños en edad de estar en la primaria en el África subsahariana estaban inscritos en la escuela. Para 2012, el porcentaje era del 78%. En el sur de Asia, la inscripción en escuelas primarias saltó de 75% a 94% en el mismo periodo.

Eso no sucedió por casualidad.

Los formuladores de políticas en todo el mundo han llegado a comprender la importancia del aprendizaje para todos los aspectos del desarrollo humano. La educación primaria universal era uno de los principales Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, que movilizaron grandes cantidades de ayuda en la primera década del siglo para que los países pobres ampliaran el acceso a ella.

Pese a este avance fenomenal, sin embargo, un vistazo por debajo de las estadísticas principales sugiere que, de hecho, gran parte del mundo ha progresado poco. Si el llamado desafío era ofrecer un estándar mínimo de educación para todos, lo que parece una enorme mejora muy a menudo representó un asombroso fracaso.

“Hemos hecho un importante avance en todo el planeta al enviar a las personas a la escuela”, dijo Eric Hanushek, un experto en la economía de la educación de la Universidad de Stanford. “Pero un gran número de personas que han ido a la escuela no han aprendido nada”.

¿El mundo puede hacerlo mejor? Expertos y diplomáticos han estado trabajando durante dos años en crear un conjunto de Objetivos de Desarrollo Sustentable para que sucedan a los anteriores objetivos del milenio en guiar la estrategia de desarrollo y dirigir la ayuda internacional durante los próximos 15 años. Se espera que las metas sean formalmente adoptadas por Naciones Unidas en septiembre.

Una población educada es una precondición vital para la prosperidad compartida ampliamente; una herramienta esencial para las naciones que buscan un papel en las cadenas de producción mundiales que impulsan el crecimiento económico en todo el mundo. Pero simplemente buscar una “educación universal” no nos llevará ahí. No puede hacer el trabajo sola.

Dirigir los recursos a ampliar el acceso probablemente será infructuoso sin una comprensión de lo que significa educación de calidad. Y sin algunos estándares claros y medibles que expongan las habilidades que deben alcanzarse, es probable que la estrategia se quede corta de nuevo.

Un reporte publicado recientemente por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que aplica cada pocos años las pruebas estandarizadas PISA a una muestra de jóvenes de 15 años de edad en unos 75 países, ofrece una evaluación alarmante sobre el estado del aprendizaje en el mundo. Incluso entre los países relativamente ricos, muchos estudiantes no dominan las habilidades más básicas.

Tomemos a México, una economía de ingresos medios con educación primaria casi universal y una inscripción en secundarias del 70%. En la prueba PISA de 2012, un 54 por ciento de los estudiantes mexicanos no alcanzó el nivel más básico de competencia, al cual la OCDE considera “necesario para participar productivamente en las economías modernas”.

Lograr el Nivel 1 de PISA no requiere más que una especie de alfabetización funcional moderna. Los chicos de 15 años necesitan poder determinar, por ejemplo, cuántos rands sudafricanos recibiría Mei-Liing si cambia 3,000 dólares singapurenses a la divisa sudafricana a una tasa de 1 dólar singapurense por 4,2 rands. (La respuesta es 12,600.)

Entre los jóvenes de 15 años, 89% de los ghaneses no alcanzaron este nivel, como tampoco lo hicieron 74% de los indonesios y 64% de los brasileños. Ni 24% de los estadounidenses.

Estas deficiencias imponen un costo enorme. El informe de la OCDE - elaborado por Hanushek y Ludger Woessmann de la Universidad de Múnich - hace un intento de realizar un modelo sobre el impacto de la educación en el crecimiento económico.

Si las habilidades de todos los estudiantes en la escuela secundaria llegaran al Nivel 1 en los próximos 15 años, estima el informe, Ghana añadiría más de 1,2 puntos porcentuales al año a su crecimiento económico a largo plazo. Indonesia crecería casi un punto porcentual más rápido. Llevar a todos los niños que están en la escuela secundaria a este nivel tendría mucho más impacto económico que la inscripción universal en la secundaria con la calidad actual.

Dificultades

No es sorprendente que el mundo se pusiera de acuerdo sobre la cantidad de la educación pero eludiera su calidad, que no solo es difícil de ofrecer sino también más contenciosa y más difícil de medir.

“La educación universal es una agenda sin oposición; ofrece servicios gratuitos y engrosa el empleo público”, dijo Justin Sandefur del Centro para el Desarrollo Global. “La calidad es un poco más polémica políticamente”.

Las políticas destinadas a promover la inscripción, como los subsidios o las transferencias de efectivo condicionadas ofrecidas a los padres que envían a sus hijos a la escuela en México o Brasil, sumaron estudiantes al sistema sin mejorar la capacidad del mismo.

“El desafío de la calidad es un resultado del éxito”, dijo Chandrika Bahadur, directora de Iniciativas Educativas en la Red de Soluciones de Desarrollo Sustentable de la ONU, un grupo que asesora al organismo mundial sobre las nuevas estrategias de desarrollo. “Los sistemas se vieron sobrecargados por la afluencia de niños, y muy rápidamente se volvió un problema asegurarse de que estuvieran aprendiendo bien”.

No lo estaban haciendo. Sigue habiendo muy poca información sobre cuán bien - o mal - les va en la escuela a los niños en muchos países. Pero un esfuerzo reciente del Banco Mundial para medir la calidad de los sistemas de educación en algunos países africanos pintó un panorama desalentador de lo que se les está ofreciendo.

En Uganda, solo uno de cada cinco maestros de escuela primaria cumple con el estándar mínimo de aptitud en matemáticas, lenguaje y pedagogía. Pocos de ellos pasan mucho tiempo enseñando de cualquier manera. En visitas sorpresa a escuelas públicas, los elaboradores del sondeo encontraron que 27 por ciento de los maestros estaban ausentes. De los presentes, 56% no estaban en el aula durante las horas de enseñanza programadas.

El informe de la OCDE - destinado a influir en el debate sobre los objetivos de desarrollo en las Naciones Unidas - propone una meta de ofrecer educación secundaria universal para 2030 que asegure que todos los estudiantes logren el nivel básico de habilidad según lo mide PISA. Las ganancias económicas, argumenta, pagarían con creces el esfuerzo.

Desalentadoramente, los objetivos educativos en discusión no se enfocan en la calidad. El borrador del documento de Naciones Unidas promete vagamente educación secundaria universal “equitativa y efectiva” que produzca resultados de aprendizaje “relevantes y efectivos”. Pero no define los términos. La promesa de eliminar el analfabetismo entre los jóvenes es lo más cerca que llega de una meta concreta y significativa.

Pero sin una mejora no solo en los insumos de la educación (como el número de maestros y el tiempo dedicado a la instrucción) sino también en los resultados (estudiantes que se desempeñen mejor), mucho del esfuerzo pudiera desperdiciarse.

“La equidad a costa de malos resultados generales”, dijo Andreas Schleicher, quien encabeza PISA en la OCDE, “no hace bien a nadie”.

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