Por Carlos Páez de la Torre H
30 Mayo 2015
DIEGO DE VILLARROEL. La estatua en 1944, cuando empezaba a ser trasladada desde la platabanda de avenida Mate de Luna a un costado del Parque Avellaneda, donde está hoy
Los conquistadores se internaron en la actual Argentina soñando con encontrar oro y piedras preciosas. “Era la Trapalanda que anhelaban conquistar y poseer, para ser dueños del mundo. Francisco de Aguirre y Diego de Villarroel, su sobrino, fueron de aquella partida de alucinados; pero luego, ante la realidad fría y árida, optaron por ganar una Trapalanda mejor y más duradera. Y fundaron pueblos y crearon comunidades, donde nació el progreso y se puso en el surco nuevo la semilla fecunda”. Así expresaba un largo artículo en LA GACETA, del 26 de noviembre de 1951, sobre el fundador de Tucumán.
“Y así como Aguirre fundó la ciudad de Santiago a la orilla de los esteros, Diego de Villarroel, con un séquito de hombres de empuje, llegó hasta el Tucma para repetir la gloria de su tío: los nativos de Ibatín vieron erigirse el rollo de la justicia y contemplaron cómo la espada del fundador trazaba los linderos simbólicos del nuevo emplazamiento. Tucumán estaba fundada, aunque sólo más tarde debía asentarse –para gloria de don Fernando de Mendoza y Mate de Luna- en este lugar de La Toma, que hoy ocupa”.
La estatua de Villarroel, bronce de Juan Carlos Iramain, se inauguró el 27 de setiembre de 1936. El artículo la describía. “Arrogante dentro de su jubón metálico, con facciones netamente españolas emergiendo de la gorguera rígida, macizos los tríceps que afirman la planta sobre el suelo dominado y distendido: el bíceps diestro, cuyo vigor se prolonga hasta la punta de la tizona, mientras el siniestro se contrae sin esfuerzo para permitir a la mano ceñir el estandarte y soportar la capa caída al desgaire”.
“Y así como Aguirre fundó la ciudad de Santiago a la orilla de los esteros, Diego de Villarroel, con un séquito de hombres de empuje, llegó hasta el Tucma para repetir la gloria de su tío: los nativos de Ibatín vieron erigirse el rollo de la justicia y contemplaron cómo la espada del fundador trazaba los linderos simbólicos del nuevo emplazamiento. Tucumán estaba fundada, aunque sólo más tarde debía asentarse –para gloria de don Fernando de Mendoza y Mate de Luna- en este lugar de La Toma, que hoy ocupa”.
La estatua de Villarroel, bronce de Juan Carlos Iramain, se inauguró el 27 de setiembre de 1936. El artículo la describía. “Arrogante dentro de su jubón metálico, con facciones netamente españolas emergiendo de la gorguera rígida, macizos los tríceps que afirman la planta sobre el suelo dominado y distendido: el bíceps diestro, cuyo vigor se prolonga hasta la punta de la tizona, mientras el siniestro se contrae sin esfuerzo para permitir a la mano ceñir el estandarte y soportar la capa caída al desgaire”.
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