Una historia y dos tragedias

Una historia y dos tragedias

Abordaje indirecto pero vívido de los oscuros años 70

AUTOBIOGRÁFICO. María Lojo expone una etapa que vivió de primera mano. lanacion.com.ar AUTOBIOGRÁFICO. María Lojo expone una etapa que vivió de primera mano. lanacion.com.ar
31 Mayo 2015
La década de 1970 se configura como una suerte de agujero negro para la literatura argentina: su fuerza gravitatoria atrae hacia ella las historias que queremos contar y que nos cuenten. La carga trágica de esos años es tan significativa que ningún intento literario llega a representar a la perfección el tono de aquella época. María Rosa Lojo recurre a una estrategia que resulta acertada: cuenta la gran tragedia nacional a partir de protagonistas que ensayan otra, en un escenario escolar y con texto del genial Arthur Miller. Lo que Rosa y los demás jóvenes realizan como una actividad lúdica y de iniciación termina siendo un triste anticipo de los dolores que tendrán que atravesar todos ellos. Todos éramos hijos no intenta experimentar en el lenguaje ni pretende ser un texto mayúsculo: es un relato con una enorme carga biográfica que se construye en la grieta que se abre entre la novela y las memorias. No hay que avanzar muchos párrafos para descubrir que la autora habla en la voz de Rosa, que los personajes son máscaras que recubren a hombres y mujeres que la autora conoció, y que los reiterados comentarios sobre la situación política sirven para no dejar lugar a dudas sobre la veracidad de las tribulaciones que se narran. Quizá cierto exceso didáctico en los comentarios sobre los conflictos de aquellos años se justifique si se considera necesario entender desde qué posición la autora comparte con el lector los avatares de su vida. Porque Lojo no viene a contar una historia que le fue confesada: ella ha atravesado los ´70 y no resultó indemne.

© LA GACETA 

Martín Mazzucco Cánepa

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