Mirada filosófica a la fatiga

Mirada filosófica a la fatiga

De la inmovilidad individual al agotamiento de los pueblos

INCENTIVO. Jean-Louis Chrétien invita a un cansancio profundo y movilizador. academie-francaise.fr INCENTIVO. Jean-Louis Chrétien invita a un cansancio profundo y movilizador. academie-francaise.fr
31 Mayo 2015
Ensayo
DEL CANSANCIO
JEAN-LOUIS CHRÉTIEN
(Mardulce – Buenos Aires)

¿Quién no se siente próximo, familiarizado y sujeto al inevitable efecto del cansancio?

Precisamente, por ser un estado “naturalizado” en nuestra vida corriente, esta invitación a una reflexión filosófica al respecto puede resultar por sí misma sumamente atractiva aun para quienes no somos especialistas en la disciplina. Coincidamos o no con la tesis del autor, al menos esta lectura nos permitirá desautomatizar y resignificar el término. Y ello se logra porque el ensayo de Jean-Louis Chrétien - profesor de filosofía en la Sorbonne y autor de La mirada del amor, Lo inolvidable y lo inesperado y La llamada y la respuesta entre otros muchos más- publicado por Mardulce, tiene la virtud de plasmar el espesor del tema en una escritura clara, no tan académica y a la vez penetrante, rozando por momentos lo poético.

La lectura nos remite a dimensiones enlazadas al cansancio y fundantes de lo humano como el cuerpo, el tiempo, la muerte, el ser. Los diversos aspectos implicados en la fatiga del cuerpo y/o del pensamiento cobran variadas formas en descripciones de filósofos, pintores, poetas, escritores e historiadores: el reposo hasta la inmovilidad, la página en blanco, la lasitud ya no de vivir, sino de haber nacido, el “agotamiento alcanzado por las naciones y los pueblos”, por nombrar solo algunas.

El autor recorre concepciones de cansancios desprendidas del pensamiento griego, de la teología judeo-cristiana y del nihilismo para concluir, situado en el pensamiento cristiano, que el recurso para atravesarlo (lo que hace posible romper “la esencia del cansancio dando lugar a algo nuevo”) es el incansable amor divino: un don hecho carne, no en el cuerpo individual del hombre sino en el cuerpo colectivo e histórico, eclesiástico de la comunidad humana. Chrétien condensa su planteo en el epígrafe del libro, en las conmovedoras palabras de San Juan de la Cruz: “El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa”. 

© LA GACETA

Ester Nora Azubel

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