Una fuente de Finocchiaro que desapareció

Una fuente de Finocchiaro que desapareció

Manuel Riva | Archivo LA GACETA

Finocchiaro junto a su obra en honor a Benjamín Aráoz. El monumento está perdido. Finocchiaro junto a su obra en honor a Benjamín Aráoz. El monumento está perdido.
30 Mayo 2015
“Tres dragones caprichosos, por cuyas fauces manan frescos y cristalinos chorros de agua surgente, cascada central y un amplio tazón que la recibe forman la fuente situada en la avenida Mate de Luna, donde el tranvía rural hace un recodo para entrar en el camino recto al Aconquija”. Así comienza la crónica del 13 de enero de 1921 que presentaba la famosa fuente realizada por el escultor italiano Juan Bautista Finocchiaro.

La nota pretendía rescatar lo bello de la obra que fue construida con dos objetivos: aplacar la sed de los caminantes y servir de recreo al pueblo tucumano. Para cumplir con ellos se realizó una elegante plazoleta con bancos para descansar. Pero la queja apuntaba a que “tan elegante obra” en 1921 se utilizaba como abrevadero de los animales que pasaban por el lugar. Por esta situación se hizo un planteo sobre la salud pública ante la posibilidad que la gente también haga uso de la fuente para refrescarse. Y por otro lado criticaba la falta de mantenimiento que tenía la estructura. No se sabe si la situación se resolvió; lo único que podemos vislumbrar los tucumanos del siglo XXI que la fuente se perdió en los oscuros pliegues de la historia y aún permanece desaparecida.

La ciudad creció. La avenida Mate de Luna fue pavimentada, se volvió un eje de comunicación importante para la capital tucumana como su continuación, la avenida Aconquija para Yerba Buena. El tranvía dejó de circular, sus vías retiradas y la mentada plazoleta desapareció. Incierto destino corrieron dos obras de Finocchiaro: la fuente con sus dragones y el monumento a Benjamín Aráoz se esfumaron del patrimonio escultórico tucumano. El monumento al ex gobernador se ubicaba en el centro de la avenida del mismo nombre “a cinco cuadras del boulevard Avellaneda”, según informaba LA GACETA en noviembre de 1917 cuando fue inaugurado. El escultor cinceló un trono de mármol que llevaba en el centro un altorrelieve en bronce con el rostro del ex mandatario, fallecido durante la recepción de los restos del general Gregorio Aráoz de la Madrid en 1895.

El artista nacido en Catania, en la isla de Sicilia, el 15 de octubre de 1886 es un nombre importante en la historia de las artes plásticas tucumanas. Estudió en Milán y los 16 años vino a nuestro país. Su fuente decorativa “El nacimiento de Venus”, colocada en la entrada de uno de los pabellones de la Exposición Internacional del Centenario en 1910, recibió buenas críticas. Poco después se nacionalizó argentino. Vino a Tucumán en 1915 y se quedó por una década. Fue maestro en la Escuela de Pintura anexa a la recientemente creada Universidad. Dictaba cátedra de Dibujo, Geometría y Plástica, además de dirigir el taller de Escultura. Una de sus alumnas, Angélica María Terraza sería su esposa.

Un trabajo prolífico

Varias obras de Finocchiaro aún pueden ser observadas por los tucumanos. Entre ellas están los ornamentos del frontón de la Catedral, la gran placa con el rostro del obispo Colombres en el atrio del mismo templo, las imponentes figuras ubicadas en la fachada del Palacio de Tribunales que observan con benevolencia la plaza Irigoyen, dos figuras monumentales que custodian una imagen del rosetón del teatro Alberdi, en la ochava de Jujuy y Crisóstomo Alvarez y las obras que coronan los frentes de la Biblioteca Alberdi y del edificio de Alberdi 150. También es de su autoría el busto de Juan B. Terán que existe en varias dependencias de la UNT. 



En referencia al artista se decía: “es uno de esos espíritus curiosos, investigadores, inquietos, que saben llevar a la arcilla las emociones de la vida, dándole la forma de las cosas humanas y perfectas. También: “sus obras llevan impreso el sello de su delicado y exquisito temperamento”.

No sólo Tucumán tiene obras de Finocchiaro. En Buenos Aires sus trabajos ornamentaron las recepciones de los cines Ocean, Luxor, General Paz, Grand Sud y mausoleos del cementerio de La Recoleta.

También hizo trabajos en México para el teatro Nacional de la capital. En la Exposición Internacional del Centenario de Brasil en Río de Janeiro tuvo destacada participación con ambiciosos grupos escultóricos.

Al dejar la provincia, el artista se instaló en Buenos Aires, aunque regresaba a Tucumán periódicamente. Falleció el 6 de abril de 1961 en su casa de Flores que él mismo había decorado y su esposa le sobrevivió hasta 1987.

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