Ficciones de alto vuelo para un público de elite

Ficciones de alto vuelo para un público de elite

Algunas aerolíneas publican textos de escritores prestigiosos como parte del servicio de primera clase.

OFICINAS. Tres gigantografías de Rhapsody en la sede de la revista. Sam Hodgson / The New York Times OFICINAS. Tres gigantografías de Rhapsody en la sede de la revista. Sam Hodgson / The New York Times
29 Mayo 2015
En un taller para escritores, los novelistas Anthony Doerr, Karen Russell y Elissa Schappell charlaban y bebían cócteles cuando se percataron de que todos habían publicado trabajos en la misma revista. No era una de las publicaciones literarias habituales, como Tin House, The Paris Review o The New Yorker. Era Rhapsody, una revista interna de United Airlines.

Parecía una extraña coincidencia. Pero si se considera la creciente lista que tiene Rhapsody de escritores de ficción de primer nivel, podría no serlo. Desde que su primer número llegó a los aviones hace año y medio, ha publicado trabajos originales de estrellas literarias, como Joyce Carol Oates, Rick Moody, Amy Bloom, Emma Straub y Doerr, quien ganó hace poco el Premio Pulitzer.

Mientras que las aerolíneas tratan de diferenciar su servicio de alta calidad con lujos como cubículos privados para dormir, duchas, servicio de mayordomo y comidas de chefs de cinco estrellas, United Airlines ofrece un servicio más elevado, más cerebral, a sus pasajeros de primera clase y clase de negocios: prosa elegante de novelistas prominentes. En Rhapsody no hay mapas de aeropuertos ni listas descorazonadoras de las opciones de comidas y entretenimiento durante el vuelo. Más bien, la revista ha publicado relatos de viajes meditabundos en primera persona, reportajes culturales y ensayos exploratorios sobre los vuelos. Los escribieron más de 30 autores de ficción literaria.

A medida que editores y autores buscan formas nuevas de llegar a los lectores en un clima de negocios inestable, muchos han formado alianzas corporativas con empresas de transporte, incluidas American Airlines, JetBlue y Amtrak, que les brindan un público cautivo.

Mark Krolick, el director administrativo de marketing y desarrollo de productos de United Airlines, dijo que la calidad de la narrativa en Rhapsody aporta sofisticación a su servicio de primera clase. A eso se suman otros detalles: iluminación ambiental, música suave y aroma característico. “El viajero de clase empresarial con esparcimiento de lujo tiene expectativas más altas hasta en el entretenimiento”, destacó.

Algunos de los escritores que colaboraron con Rhapsody dicen que los atrajo la promesa de pasajes gratis y alojamiento de lujo, así como la exposición a un público de elite, que ronda los dos millones de viajeros de primera clase y de clase empresarial.

“Quienes leen Rhapsody no son el tipo común de la librería comunitaria”, dijo Moody, el autor de la novela “The Ice Storm” (La tormenta de hielo). “Yo mismo no estoy seguro de estar en ese grupo demográfico de Rhapsody, pero me gustaría que comprara mis libros algún día”, reveló.

Además de ofrecer beneficios para viajar, la revista paga bien y les da a los escritores la libertad para elegir sus temas y escribir con estilo. Ciertos géneros de historias sobre vuelos están vedados: nada de accidentes aéreos, ni cuentos sobre pérdidas de equipaje. “No hay nadie que nos haya despreciado por ser una revista para el vuelo”, dijo Sean Manning, el editor ejecutivo de la revista. “Por grandes que sean esta personas en el mundo literario, todavía está sin explotar el público de los viajeros de lujo”, agregó.

United Airlines es una de un puñado de compañías que exhiben el trabajo de escritores literarios como una forma de elevar sus marcas. JetBlue ofrece alrededor de 40 libros electrónicos de HarperCollins y Penguin Random House en su red inalámbrica gratuita. Esto le permite al pasajero leer muestras gratis y comprar y descargar libros.

Voz y estilo propio

La oficina de Rhapsody, un espacio abierto con las tuberías expuestas y techo abovedado de ladrillo, se localiza en el barrio Dumbo, en el epicentro del Brooklyn literario, en el mismo almacén de té ya convertido donde están N+1 y Atavist, el editor digital. Dos de los siete empleados de la revista tienen títulos universitarios en creación literaria. Manning, el editor ejecutivo, publicó unas memorias y editó cinco antologías literarias.

Manning contó que Rhapsody se concibió, desde un inicio, como un sitio para novelistas que escriben con voz y estilo, y nadie se desalentó porque su trabajo fuera a vivir en las cabinas de los aviones y los salones en los aeropuertos.

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