Atlético sufrió una derrota sin lógica

Atlético sufrió una derrota sin lógica

El sinsentido triunfó en Jujuy donde Atlético jugó mal y perdió, pero tuvo chances para ganar.

ALTOS EN EL CIELO. Acosta supera a Sanabria y logra cabecear en el estadio 23 de agosto durante el primer tiempo.  foto maría zurreta (especial para la gaceta) ALTOS EN EL CIELO. Acosta supera a Sanabria y logra cabecear en el estadio 23 de agosto durante el primer tiempo. foto maría zurreta (especial para la gaceta)
La lógica no formó parte de esta derrota de Atlético, clara por el resultado, pero inédita por cómo se desarrolló el partido en sí. El equipo que no había pateado al arco ganó el primer tiempo. Atlético vencía a Gimnasia en Jujuy gracias a un cabezazo mal rechazado por Federico Haberkorn. O sea, era verdugo sin merecerlo. Y cuando sí hizo méritos para llevarse con comodidad los tres puntos a casa, esas fallas que tienden a ser un mero susto para cualquiera fueron dos granadas detonadas dentro del arco de Cristian Lucchetti. De locos.

Tan rara fue la cuestión que no se entendió cómo el “lobo” no devoró antes a su presa. Tan raro fue el tramo del juego que menos pudo comprenderse cómo Atlético, dominando el marcador, durmió donde no debe.

Hay algo cierto; el equipo estuvo bien atrás y flojo de mitad de cancha hacia arriba, salvo por las chances dibujadas por Luis Rodríguez. Atlético no se encontró en Jujuy, pecó en el pase corto y por lo general reventó la pelota antes de buscar una solución menos desesperada.

Resulta que Gimnasia se le fue al humo empujando un carro sin ruedas. Era puro topetazo lo suyo.

En cambio, el ganador parcial intentaba no vivir de su pasado reciente. Con espacios intentó jugar al ras del piso. Ahí sí se vio la mejor versión de un “decano” que pudo haber puesto 2 a 0 pero el palo de Maximiliano Cavalotti le dijo no a Leandro Díaz.

Minutos después del casi gol llegó la migraña. David Valdez quiso bailar en una baldosa y se lo comieron. Fin de la historia. Milton Celiz probó de afuera y puso el 1-1. De locos. De casi haber estado 2-0 llegó el empate. Y cuando la fuerza del anfitrión ya era tumulto, otra falencia atrás terminó con un cabezazo en soledad de Sergio Ojeda.

De no creer. Tampoco que Franco Sbuttoni haya tenido en sus pies el 2-2 sobre la hora pero que su bombazo tocado por un defensor dirima su suerte entre las manos de Cavalotti y el travesaño. Atlético y su mundo al revés.

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