Alperovich y Cano buscan su Día de San Crispín

Alperovich y Cano buscan su Día de San Crispín

El gobernador apostó hasta el último día a retener a Amaya en sus filas. El oficialismo llora su partida. Desde el Gobierno nacional recaería la furia sobre el jefe municipal por su alianza con los radicales.

Este es el Día de San Crispín. El que sobreviva a este día y vuelva sano y salvo a su casa, se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha, y se crecerá por encima de sí mismo al oír el nombre de San Crispín. El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, cada año, en la víspera de esta fiesta, invitará a sus amigos y les dirá: “Mañana es San Crispín”. Entonces se subirá las mangas, y, al mostrar sus cicatrices, dirá: “Recibí estas heridas el día de San Crispín”. Los ancianos olvidan, pero incluso quien lo haya olvidado todo recordará aún las proezas que llevará a cabo hoy. Y nuestros nombres serán para todos tan familiares como los nombres de sus parientes y serán recordados con copas rebosantes de vino: el rey Enrique, Bedford y Exeter,Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester (…). Y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de Inglaterra se considerarán malditos por no estar aquí, y será humillada su nobleza cuando escuchen hablar a uno de los que haya combatido con nosotros el Día de San Crispín.

La batalla está cerca. Por estos días, los dirigentes políticos tucumanos duermen con la mano sobre la espada. Traición es la palabra corriente y, como Enrique V, el célebre personaje del genial Shakespeare, José Alperovich y José Cano buscan desarticular conspiraciones en su contra y fidelizar aliados y tropas.

El Emperador al que el olfato, el cerebro y hasta los huesos le dicen que sus días en el trono se están terminando ha perdido una batalla importante. Hasta último momento apostó a retener a Domingo Amaya entre sus filas, pero no lo logró. Era un aliado importante: con el “Colorado” y los suyos completaba su ejército político y aseguraba la victoria en la pelea final del 23 de agosto. Los juglares cantan que Alperovich habría intentado –primero- seducirlo. Hasta le habría ofrecido el segundo lugar en su línea de sucesión. Igualmente, la opción “por las buenas” no cuajó. En segunda instancia, la estrategia fue la del terror. La furia de la diosa Cristina habría sido la promesa de lo que recibiría Amaya si cambiaba de bando. Ambos planes de retención fracasaron.

El alperovichismo llora su partida, por bronca o por temor a que ese abandono le cueste la guerra. Muchos todavía se pellizcan para ver si lo que está pasando es real. Hasta la firma del Acta por el Tucumán del Bicentenario, el Emperador y sus adláteres apostaban hasta sus hijos a que Amaya no se animaría a desairarlos. Lo hizo. Y el oficialismo ahora ajusta estrategias, porque se encamina a una contienda que daba por ganada y que de repente tendrá que ser peleada a cara de perro. Por ello los alperovichisas buscaron cambiar las reglas de combate: modificaron la ley electoral para impedir las dobles candidaturas y las postulaciones testimoniales. ¿Aplausos para el oficialismo? Sí, pero no. Pugnar por un cargo al que en realidad nunca se quiso asumir es tan mentiroso como oír a Wanda Nara hablar de castidad. Así de falsas son las “buenas intenciones” alperovichistas respecto de esa ley. ¿Por qué no se sancionó antes? ¿Por qué el oficialismo utilizó candidaturas testimoniales o dobles hasta el hartazgo, si tan mal las veía? El presunto sucesor de Alperovich, Juan Manzur, ni bien fue electo vicegobernador dejó el cargo para regresar al Gabinete nacional. Su compañero de fórmula, Osvaldo Jaldo, abusó de lo que hoy el alperovichismo busca impedir por ley. En 2004, un año después de ser elegido por tercera vez intendente de Trancas, dejó el puesto para intervenir la Caja Popular. En 2007 y en 2011 encabezó la lista de legisladores por la sección Este, cargos que desechó para erigirse como Ministro del Interior, y en 2009 y 2013 resultó electo diputado nacional, pero duró poco en el Congreso: siempre retornó al cargo que aún ostenta. ¿Por qué se entrampa entonces el oficialismo haciendo gala de esta ley? Por miedo. El alperovichismo necesita complicar el plan opositor. Parte de la estrategia de sus contrincantes para la guerra en las urnas incluye la batalla de las PASO del 9 de agosto. Cano no puede prescindir de los comicios nacionales para llegar con chances de victoria 15 días después. Si no tributa cargos y votos para sus aliados políticos nacionales, ellos no les prestarán las armas que el radical necesita para enfrentar a su eterno archienemigo. Ese es el verdadero motivo del cambio “en favor de la democracia” en la normativa electoral. Además de complicar sus alianzas, el alperovichismo quiere obligar a que los opositores se quejen por haber modificado algo que siempre criticaron.

Peronistas por doquier

En la agradable y primaveral tarde del viernes posalianza opositora, peronistas, radicales y dirigentes varios se cruzaron en un bar de Barrio Norte. Unos se habían convocado adrede, para empezar a acomodar las fichas desparramadas, que revolotean sueltas, como hojas de otoño, tras la aún endeble alianza entre el diputado y el intendente de San Miguel de Tucumán. Mientras ese grupo departía sobre candidaturas, un viejo dirigente justicialista aliado del grupo acuerdista los observaba solo desde otra mesa. Cuando estaba allí, se acercó el líder de un partido integrante del Acuerdo Cívico y minutos después se coló en la charla un funcionario alperovichista. Tras los saludos y las chicanas de rigor, el que tiene despacho en la Casa de Gobierno lanzó: “esta elección va a ser como la de Chebaia. Vamos a terminar tirando la moneda”. Hacía referencia a los comicios de 1987, en los que el radical Rubén Chebaia se había impuesto en las urnas al peronista José Domato por escaso margen. Aquella vez, el viejo Colegio Electoral había terminado ungiendo gobernador al ingeniero. El alperovichista echó más leña al fuego. “Los dos grandes ganadores de todo esto son Cano y Jaldo”, lanzó. La pelea electoral se libra también con palabras.

Confucio y los “caschis”

La unión política que los opositores cuentan como victoria también dejó heridos, algunos graves. Por el lado de Amaya, el intendente perdió integrantes de su Gabinete y ya estaría comenzando a sufrir la furia nacional. Se rumorea que desde la Nación ya le hicieron saber que se demorarían los envíos de fondos para obras públicas y que la Provincia estaría dispuesta a incumplir el pacto de asistencia financiera. El “Colorado” espera rebautizarse peronista de la mano de Sergio Massa y de José Manuel de la Sota. Ambos vendrían el miércoles a Tucumán para bendecir la unión con los radicales y para ungir a Amaya como su candidato a diputado nacional en las PASO. El baño de justicialismo le vendrá bien al jefe municipal. Con ello espera aglutinar al peronismo que Alperovich se encargó de alejar de sus huestes. Germán Alfaro, en cambio, es pura sonrisa. Se sabe ganador con la alianza, aunque sus carcajadas despiertan ira entre sus nuevos aliados. Es la figura del “Pícaro” –como solían decirle los alperovichistas- la que provoca resentimientos y resquemores en el radicalismo. Silvia Elías de Pérez no logra digerir que deba resignar su candidatura por “culpa” del pacto. La senadora estaría evaluando por estas horas si se presenta con acople propio, si acepta el convite de Cano para que la secunde como postulante al Senado o si insiste en luchar, aunque sea sola, por la intendencia. A los desconfiados les preocupa otra cuestión, que no tiene que ver con la candidatura de Alfaro a la intendencia, sino con sus “mañas peronistas”. “Nos van a copar la parada en la Capital. Tenemos que estar juntos”, decía ayer un viejo lobo del turbulento mar proselitista.

Algunos más estiran la trompa y hacen pucheros porque no quieren perder lugares en la que sería la “lista oficial” del Acuerdo Cívico. Un aliado peronista diagnosticaba con certeza el mal que sufren en la UCR: “los radicales tienen el ‘complejo de banca’. No se dan cuenta que pueden ganar la Gobernación, que están a un paso del poder. Siguen pensando en cómo acceder a una banca legislativa o del Concejo. Son como caschis que se creen perros grandes, pero apenas si logran morder las medias del poder”.

Cano mira desde arriba ese caos que pergeñó. “Como dijo Confucio, la única forma de salir de un laberinto es por arriba. Eso hizo Cano. Está logrando algo histórico: el apoyo del radicalismo nacional, del macrismo nacional y del massismo nacional. Todos vendrán a levantarle la mano. Que se peleen los de abajo. Es un momento único para la oposición”, reflexionaba un curtido armador político de su espacio.

Así viven estos días unos y otros, probando estrategias y lealtades. ¿Cuál tendrá su Día de San Crispín?

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