Tejer al crochet con plástico, otra manera de reciclar

Tejer al crochet con plástico, otra manera de reciclar

Todos los viernes por la tarde, un grupo de ecologistas utiliza plástico para hacer individuales, bolsos y hasta alfombras.

EN ACCIÓN. Ester Albornoz e Hilda Arias, en plena tarde de tejido. EN ACCIÓN. Ester Albornoz e Hilda Arias, en plena tarde de tejido.
24 Mayo 2015

Son tejedores de las bolsas de plástico que otros descartan o que ellos mismos han utilizado. Le dan una segunda oportunidad a ese material eterno y resistente. En Tejiendo conCiencia convierten las bolsas en ovillos y con la aguja de crochet tejen individuales, bolsos materos, paneras, cestos, alfombras de baño y hasta carteras.

Después de dos años han ido perfeccionando la técnica. Y saben que si encreman la punta de la aguja el plástico se desliza mejor y las manos quedan menos doloridas. O que para armar un bolso matero necesitan cuatro bolsas de alimento para perro de 15 kilos. Pero si se trata de un bolso mediano, con 100 sachets de leche salen las dos tapas. Y que una panera chica se puede tejer con 20 bolsitas de toallitas femeninas.

En Tejiendo conCiencia, la reunión de los viernes por la tarde se volvió sagrada. No se suspende por nada. Se juntan en la biblioteca popular La Randa, frente a la plaza de La Rinconada, en Yerba Buena. Tejen, charlan, tejen, toman mate y tejen.

Agustina Malizia y Carolina Monmany arrancaron con el proyecto tres años atrás. “Nos propusimos hacer que el plástico durara más. A veces lo utilizamos apenas un par de minutos y para que se degrade deben pasar 1.000 años”, explican. Ambas son biólogas y trabajan en el Instituto de Ecología Regional, que depende de la UNT. Pero este proyecto nada tiene que ver con su tarea diaria, que es la investigación.

Hay equipo


En mayo de 2013 decidieron organizar el taller como una forma de educar y concientizar sobre el consumo de plástico. Con los primeros productos listos, también surgió la alternativa comercial en ferias y exposiciones. Hoy el plantel estable de tejedores está integrado por Ester Albornoz, Hilda Arias, Olga y Manuel Gabriel, Andrea Izquierdo y Julieta Carilla. A ellos se les suman otros por temporadas.



Ester es tejedora de pura cepa y maestra jardinera. Su presencia es clave cuando hay que enseñar cómo se arma una cadena o las baretas a los que recién se suman. Hace unas semanas ofrecieron un taller en El Sifón.

Ilda aportó al grupo sus conocimientos de costura y con la máquina de coser arma bolsos con sachets de leche.

Manuel y Olga llevan 56 años de casados y desbordan entusiasmo. “Chichí”, como llaman a Manuel, es un experto en telar. Varios años de su vida trabajó en industrias textiles en Buenos Aires y en Tucumán. Él construye sus propios telares: redondos y rectangulares de diferentes tamaños. Con ellos hace alfombras para baño. El grupo destaca la prolijidad de Chichí cuando arma los ovillos. “Corta el plástico con trincheta y del mismo ancho. No se le escapa ni un milímetro”, coinciden todas. Él se sonroja y asiente con la cabeza.

El viernes 8, Tejiendo conCiencia cumplió años, así que hubo torta y brindis con mate. Olga Y Chichí aprovecharon la ocasión para dar cátedra de cómo se baila un tango. “Toda la semana esperamos que sea viernes”, confiesa Olga. El resto de los días se la pasan armando ovillos, tejiendo y juntando bolsas para nutrir de materia prima al grupo.

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“Nuestro objetivo es reducir el consumo de plásticos”, explican Agustina y Carolina. Es una meta que parece un poco utópica porque vivimos rodeados por plástico. Sin embargo, ellas explican que todo es cuestión de conducta y de “conCiencia”.

“En el mundo hay cinco islas plásticas que dan vueltas por los océanos. Son más de 250.000 toneladas que contaminan el agua”, cuentan. Si cada uno se lo propone podría usar menos plástico.

Comprar envases retornables, envoltorios de papel y cartón; llevar un changuito al supermercado; no pedir bolsas cuando se compra algo son algunas acciones que ayudan. “Al principio cuesta un poco, pero después te acostumbrás y no podés dejar de hacerlo”, comentan las biólogas.

Separar el plástico y llevarlo a alguno de los ecopuntos que tiene la capital y Yerba Buena es una primera medida, dicen. “Debemos ser responsables del plástico que compramos y que nosotros convertimos en basura”, agregan.

Todavía el servicio público de recolección de residuos no incluye una gestión de la basura (básicamente separación y envío para reciclaje). Todo el plástico llega a su destino final en Overo Pozo.

Tejerlo, más que una salida es un mensaje: es un plan B para un material que nos acorrala cada vez más.

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