La revolución que no fue

La revolución que no fue

ensayoREVOLUCIÓN: MAYO 1810 VICENTE MASSOT(El Ateneo - Buenos Aires) Una revisión de Mayo de 1810 y un refrescante paseo histórico

UNA VISIÓN. Vicente Massot, doctor en Ciencias Políticas, echa luz sobre el proceso de la Revolución. la gaceta / archivo UNA VISIÓN. Vicente Massot, doctor en Ciencias Políticas, echa luz sobre el proceso de la Revolución. la gaceta / archivo
24 Mayo 2015

Ensayo

REVOLUCIÓN: MAYO 1810 

VICENTE MASSOT

(El Ateneo - Buenos Aires)

Revolución, ¿qué revolución? , se pregunta en uno de los subtítulos de la obra Vicente Massot - periodista, doctor en Ciencia Política y director del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca- refiriéndose a la Revolución de mayo de 1810. Es que si por revolución entendemos al “corte tajante a una evolución que la hace marchar en sentido contrario” el ensayo es más que oportuno para recordar qué celebramos en su Bicentenario, distinguiendo el mito de los hechos históricos y dejando de lado algunas nociones consagradas, como la inevitabilidad de la misma o su carácter fundador. Ya en ocasión de celebrarse el Sesquicentenario, la versión escolar que asigna al la misma un carácter fundacional de la nación y el plan preconcebido por un grupo de hombres insignes inspirados en los principios de la Revolución francesa, fue revisada por los historiadores. Sus idas y vueltas, semejan múltiples vericuetos que confirman la necesidad de readaptarse a las circunstancias que vivía España con premura, como lo expresa Massot “por razones de seguridad , conveniencia y comenzando a pensar en sus derechos”.


El libro que aquí comentamos, según expresa el autor en su prólogo, “pretende reconsiderar tan solo el estallido de una revolución que, ajena a las proclamas grandilocuentes y a las matanzas colectivas, llegó tan lejos por no saber bien adónde se dirigía”. Y aunque no procura ser una enumeración exhaustiva de los hechos, personajes y factores de distinta índole que caracterizaron el período que va desde las invasiones inglesas a la toma del poder por parte de la junta a cuya cabeza revistaba Cornelio Saavedra, compendia el proceso con las citas necesarias y suficientes para su finalidad. Prioriza, sí, en su conjunto el vacío de poder producido por la abdicación de los Borbones en Bayona como disparador de la situación, resaltando que la ruptura se dio primero respecto a un conjunto de instituciones y recién años después respecto de Fernando VII. Se hace referencia en cambio en numerosos testimonios a la necesidad de independencia respecto a la Junta Central, al Consejo de Regencia y a la España napoleónica.

Se trata, en suma, de un ensayo serio que expone sus justificaciones y cuya lectura es un refrescante paseo por nuestra historia en búsqueda de la verdad individual y colectiva. Vale el epígrafe de Pieter Geyl en el comienzo del libro: “La historia es un argumento sin final”.

(c) LA GACETA

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Horacio Semeraro

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