Efecto en los hijos de las madres que trabajan

Efecto en los hijos de las madres que trabajan

Algunos estudios muestran efectos negativos en familias de clase media y de doble ingreso.

Efecto en los hijos de las madres que trabajan
23 Mayo 2015
Casi tres cuartas partes de las madres estadounidenses con hijos en casa tienen empleo. Este dato no necesariamente les facilita dejar al pequeño en la guardería o perderse las obras escolares. Las guerras maternas parecerían ser una reliquia de los años 90, pero 41% de los adultos afirman que el crecimiento número de madres que trabajan es malo para la sociedad, mientras que solo 22% considera que es bueno, según el Centro de Investigaciones Pew. Pero están aumentado las evidencias de que tener una madre trabajadora tiene algunos beneficios económicos, educativos y sociales para niños de ambos sexos. Esto no quiere decir que los niños no se beneficien también cuando sus padres pasan más tiempo con ellos; claro que sí.

En un estudio con 50.000 adultos de 25 países, las hijas de madres trabajadoras estuvieron más años en la escuela, tenían más posibilidades de tener empleo y en puestos de supervisión, con ingresos más altos. Tener una madre que trabajaba no influye en la carrera de los hijos, lo que los investigadores dijeron que no era de sorprender ya que, en general, se espera que los hombres trabajen. Pero los hijos de madres trabajadores pasaban más tiempo cuidando a sus hijos y en trabajos de la casa. Algunos de esos efectos se sienten en Estados Unidos. Ahí, las hijas de madres trabajadoras ganan 23% más que las hijas de amas de casa, después de controlar factores demográficos. Y los hijos pasaban siete horas y media más cuidando a los niños y 25 minutos más en tareas de la casa. “Parte de la culpa que sienten las madres que trabajan es pensar que sus hijos estarían mejor si ellas se quedaran en casa. Pero lo que vemos en los resultados de adultos es que los niños están mucho mejor si la mujer pasa algún tiempo en el trabajo”, explica Kathleen McGinn, profesora de la Escuela de Administración de Harvard y autora del estudio.

Las relaciones


Otros investigadores no tienen tanta confianza en que los datos hayan demostrado un efecto tan grande, pues es difícil saber si una madre que trabajaba influyó para que su hija trabajara también, o si hubo otros factores más influyentes. “El problema es que no sabemos en qué difieren estas madres”, señala Raquel Fernandez, profesora de economía de la Universidad de Nueva York que, aunque no participó en el estudio de Harvard sí ha estudiado el tema. “¿Fue el hecho de que su madre trabajara lo que hizo esto o fue que su madre tuvo estudios?”

De cualquier modo, este nuevo estudio es una ruptura con la noción de que las madres trabajadoras dañan a los hijos y un avance en dirección de un concepto más rico de las relaciones entre el trabajo y la familia. Un meta-análisis de 2010 de 69 estudios realizados en el curso de 50 años encontró que, en general, los hijos de madres que trabajaban cuando eran pequeños no tuvieron problemas importantes de aprendizaje, de conducta o sociales y tendían a tener un alto desempeño académico y sufrir menos de depresión y ansiedad. Los efectos positivos fueron fuertes en niños de familias monoparentales y de ingresos bajos; algunos estudios muestran efectos negativos en familias de clase media y de doble ingreso. Los hijos criados por madres trabajadoras tenían una significativa propensión a tener una esposa que trabaja, según encontró un estudio de Fernandez. Los investigadores concluyeron que los hombres podrían preferir casarse con una mujer que trabajara y eran mejores parejas en casa de mujeres trabajadoras.

Muchos estudios han encontrado que la actitud de los padres hacia los roles de género y el trabajo afectan en gran medida la actitud de sus hijos. El estudio de Harvard, que no se ha publicado, coincide en términos generales con esos hallazgos. Va un paso más allá, mostrando que las madres trabajadoras influyen no solo en las preferencias de sus hijos sino también en su comportamiento. McGinn explicó que los padres parecen servir de modelos. “Ésta es nuestra mejor indicación de que lo que está ocurriendo es un verdadero modelado de habilidades que se trasmiten de alguna manera: ‘Ésta es la forma de comportarse; ésta es la forma de enfrentarse a las diversas exigencias del trabajo y del hogar’”, afirmó.

Los datos de Harvard vienen del Programa Internacional de Sondeo Social, en el que se preguntó a los encuestados si sus madres trabajaron fuera de casa en algún momento cuando ellos eran menores de 14 años, aunque no preguntó cuántos años trabajó o qué edad tenían los niños. McGinn aseguró haber realizado docenas de pruebas para ver si los resultados podían explicarse por algo que no fuera el tiempo de la madre en el trabajo -como la influencia de la cultura en general, en la que las mujeres trabajan frecuentemente, o los beneficios del ingreso de la madre-, pero no pudo. Controló varios factores, como la edad, la educación y la composición de la familia. Los efectos se redujeron pero la diferencia siguió siendo estadísticamente significativa.

En 25 países, 69% de mujeres hijas de madres trabajadoras, tenían empleo y 22% eran supervisoras, diferencia del 66% y 18% de aquellas cuya madre se quedaba en casa. Las hijas de madres trabajadoras ganaban 6% más.

En esos mismos países, los hijos de madres trabajadoras pasaban una hora adicional a la semana cuidado a sus familiares y 17 minutos más en tareas de la casa; la investigación encontró que esos aportes aumentan la participación de la fuerza de trabajo de la mujer y pueden ser un factor de matrimonios más estables.

El efecto fue más fuerte en países en los que hay gran división de opiniones sobre el papel de la mujer, como Estados Unidos e Israel, y en países donde la actitud hacia los géneros es más conservadora, como Rusia y México. Fue menor en los países donde hay una aceptación más generalizada de las mujeres trabajadoras, como los países nórdicos. En Estados Unidos, resulta que la actitud hacia los padres que trabajan depende de las circunstancias de la familia, por ejemplo, si los padres están contentos con la guardería de sus hijos y si necesitan el ingreso, señala Kathleen Gerson, socióloga de la Universidad de Nueva York. La cuestión no es sólo como afectan a los niños los padres que trabajan, sino cómo enfrentar problemas como horarios de trabajo largos e imprevisibles y la falta de guarderías.

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